Desde que tengo memoria, siempre he sentido que los perros son más que mascotas; son compañeros de vida, espejos de nuestras emociones y, a veces, maestros silenciosos que nos enseñan sobre la rutina, la paciencia y el amor incondicional.
Hace unos meses, adopté a Max, un mestizo de ojos vivaces y energía desbordante. Al principio, todo era caos: horarios desordenados, comidas a destiempo y paseos improvisados. Pero pronto me di cuenta de que, al igual que yo, Max necesitaba estructura.
Consultando con veterinarios y leyendo artículos especializados, descubrí que establecer horarios fijos para las comidas no solo mejora la digestión de los perros, sino que también reduce su ansiedad y fortalece el vínculo con sus dueños . Así que decidí implementar una rutina: desayuno entre las 8 y 9 de la mañana y cena entre las 5 y 7 de la tarde.
Al principio, fue un desafío. Había días en los que el trabajo o los compromisos sociales interferían, pero ver la mejora en el comportamiento de Max me motivó a ser constante. Su ansiedad disminuyó, su digestión mejoró y, lo más importante, nuestra conexión se fortaleció.
Este proceso me llevó a reflexionar sobre mi propia vida. ¿Cuántas veces había descuidado mis propias rutinas, priorizando el trabajo o las obligaciones sobre mi bienestar? Max me enseñó que la disciplina y la constancia no son restricciones, sino actos de amor hacia uno mismo y hacia quienes nos rodean.
Además, comprendí que cada perro es único. Mientras que Max se adaptó bien a dos comidas al día, otros perros, especialmente los cachorros, pueden necesitar entre tres y cuatro comidas diarias debido a su sistema digestivo en desarrollo El Tiempo. Es esencial observar y entender las necesidades individuales de nuestras mascotas.
En este viaje, también me encontré con desafíos. Hubo días en los que Max no quería comer o mostraba signos de malestar. En esos momentos, recordé la importancia de consultar con profesionales y no tomar decisiones apresuradas. La salud y el bienestar de nuestras mascotas deben ser siempre una prioridad.
Hoy, meses después de establecer esta rutina, puedo decir que tanto Max como yo hemos crecido juntos. Él me enseñó sobre la importancia de la constancia, la paciencia y el amor incondicional. Y yo le ofrecí estructura, cuidado y un hogar lleno de cariño.
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