Colegios y universidades se concentran ahora en diseñar programas en los que se aprende a poner ‘plena atención’ –o desarrollar mindfulness– para gestionar la vida personal y laboral.
Técnicas como el mindfulness o el yoga han demostrado mejorar competencias de los estudiantes.
¿Había escuchado el término mindfulness? Tal vez no directamente, pero sin duda la siguiente pregunta hará que quiera saber más sobre ese vocablo en inglés: ¿está en el aquí y en el ahora o, por el contrario, su mente está constantemente preocupada por el futuro o pegada al pasado? El mundo actual, con su ritmo acelerado y ‘estresado’ no ha podido acallar la necesidad imperiosa del ser humano de conectarse consigo mismo y escuchar su voz interior.
Hay tanto que ver, pensar y hacer, que la mente difícilmente puede enfocarse en una cosa a la vez. La llegada de tecnologías que facilitan la vida son muy intrusivas y han contribuido a fragmentar la atención. La consecuencia de todo ello es cansancio, estrés y poca productividad. Y en medio de ese entorno caótico, la meditación tipo mindfulness se ha perfilado como el antídoto perfecto para ofrecer a las personas mayor bienestar físico y felicidad.
Según algunas investigaciones, una persona promedio llega a cambiar el foco de atención unas 20 veces por hora y se calcula que cada individuo pierde en promedio dos horas al día en distracciones, lo que supone unas 10 horas a la semana, es decir, 25% de lo que podría ser una jornada laboral o escolar.
Los expertos afirman que quien practica mindfulness es capaz de recuperar entre 95% y 100% del tiempo que antes perdía a causa de las interrupciones, la multitarea y el déficit de atención.
Conocedores de esta técnica, y conscientes de lo beneficiosa que es para las personas –en especial los niños–, demuestran que cada vez son más los padres y profesores que desean formarse en esta práctica para enseñarla a los niños y a los jóvenes.
Su aplicación en el entorno educativo ha tenido un desarrollo muy importante en la última década en otros países. Hasta hace relativamente poco se pensaba que esta práctica era demasiado difícil para los niños, pero estudios recientes realizados por ‘mindful schools’ han resaltado su eficacia en pequeños desde los 4 o 5 años de edad, ya que son capaces de desarrollar a su manera una vida interior profunda.
Y si el mindfulness es bueno para cualquier cerebro en pleno desarrollo, ¿por qué no facilitar este proceso lo máximo posible? Este es el reto al que se dedican un creciente número de instituciones académicas, profesores y psicólogos de todo el mundo. El ejemplo más claro está en Estados Unidos, donde esta práctica se está propagando con fuerza en el sistema escolar norteamericano.
En Europa, su implantación también está en auge: el ministerio de Educación de Holanda ha decidido ofrecer formación gratuita a todos los maestros que lo deseen y, en España, son cada vez más los colegios que lo imparten en sus aulas. Paralelamente, muchos profesores y padres están asumiendo la iniciativa personal de formarse en este sentido.
Pero el mindfulness no está solo: en el mundo están de moda las pedagogías que promueven la introspección de la persona, la meditación y trabajar en su felicidad. Es lo que muchos llaman las técnicas del ‘aquí y ahora’, que pretenden concientizar a las personas de su propio cuerpo y emociones. Algunas empresas e instituciones educativas usan el yoga, por ejemplo, como técnica para mejorar la concentración y la convivencia.
Generación ‘hiperestresada’
Varios estudios apuntan a que en los últimos años ha crecido la tasa de depresión, ansiedad y suicidios entre los jóvenes de todas partes del mundo. En Colombia, 44,7% de los menores entre 11 y 17 años tienen por lo menos un síntoma de trastorno mental, según la Encuesta Nacional de Salud Mental 2015. Los síntomas más reportados son: lenguaje anormal (19,6%), asustarse o ponerse nervioso sin razón (12,4%), presentar cefaleas frecuentes (9,7%) y jugar poco con otros niños (9,5%).
El problema con esta autopista de satisfacción inmediata es que las nuevas generaciones se estrellan cuando encuentran una barrera y no saben cómo manejar esa frustración. De hecho, usar técnicas como el mindfulness o el yoga ha demostrado mejorar las competencias socioemocionales de los estudiantes y varias investigaciones apuntan en esta dirección. Por ejemplo, un estudio publicado por Clinical Child Psychology asegura que el yoga mejora la autoestima, la relación con los padres, los problemas para enfocarse y la ansiedad de niños con déficit de atención.
Los docentes, niños y padres que han tenido la experiencia de vivir a conciencia plena han visto el cambio. Señalan que ahora prefieren dejar a un lado cualquier tipo de aparato electrónico y simplemente observar lo que pasa a su alrededor. Muchos ven cosas diferentes: árboles, personas o sonidos que antes no percibían por tener su mente en otros lugares.
Beneficios de practicar mindfulness o ‘consciencia plena‘*
Mejora su atención, concentración, creatividad y rendimiento.
Ayuda a aprender a autorregular emociones y a sentir más seguridad.
Aumenta su capacidad de introspección: ve claramente lo que sucede en su interior y exterior.Desarrolla la paciencia, la compasión y la alegría por el bienestar propio y de los demás.Permite a las personas con artritis manejar mejor sus niveles de estrés.Cambia el cerebro protegiéndolo de enfermedades mentales.Previene las recaídas de las personas con problemas de adicción.Ayuda a que los procesos de cáncer sean un poco menos ‘estresantes’.Desarrolla la inteligencia emocional y mejora las relaciones interpersonales.