Harvard consultó a más de tres mil jóvenes y halló una gran falta de sensibilidad al respecto.
El estudio reveló que el 87% de las jóvenes entre 18 y 25 años encuestadas declaró haber recibido algún tipo de acoso durante sus vidas.
El 2017 estuvo marcado por un imparable aumento de denuncias públicas por acoso y abuso sexual en universidades, en grandes empresas y en la industria del cine, ente otros ambientes. Se han organizado campañas para apoyar a las víctimas a denunciar, como la famosa #metoo, y de esta manera estos dos temas se han instalado en el centro de la discusión tanto en Estados Unidos, como en el resto mundo.
En este contexto, el equipo de Making Caring Common de la Universidad de Harvard publicó el estudio ‘La conversación: cómo los adultos pueden promover entre los jóvenes tener relaciones saludables y prevenir la misoginia y el acoso sexual’. Un proyecto que ayuda a educadores y padres a criar niños cariñosos y responsables, y que pertenece al Harvard Graduate School of Education’s, donde trabajan académicos especialistas en educación. Se trata de un estudio que busca dar herramientas a los padres para guiar a sus hijos en formar y mantener relaciones de pareja saludables, y lidiar con la misoginia y el acoso sexual.
Entre los principales hallazgos del estudio están que 87 por ciento de las encuestadas entre 18 y 25 años declaró haber recibido algún tipo de acoso durante sus vidas. Desde haber sido objeto de frases obscenas en la calle, hasta haber sido tocadas por un desconocido sin su consentimiento. La investigación también descubrió que la mayoría de los jóvenes están desensibilizados respecto a la misoginia y el acoso sexual (lo ven como una conducta normalizada), pero también que el 76 por ciento declaró no haber recibido información alguna de sus padres sobre ese tema.
Igual de grave es que el 70 por ciento de los jóvenes señala que nunca sus padres les hablaron sobre cómo desarrollar una relación romántica sana y madura, y aseguran que les hubiera gustado recibir información sobre esto. ¿Concretamente? La encuesta lo muestra claramente: cómo tener una relación madura, 38 por ciento; cómo lidiar correctamente con una ruptura, 36 por ciento; cómo evitar ser lastimado en una relación, 34 por ciento, o cómo comenzar una relación, 27 por ciento.
El 70 por ciento de los jóvenes señala que nunca sus padres les hablaron sobre cómo desarrollar una relación romántica sana y madura
“Como sociedad, no estamos preparando a los jóvenes para quizás lo más importante que harán en la vida: aprender cómo amar y desarrollar relaciones amorosas y sanas. En segundo lugar, la mayoría de los adultos parecen estar haciendo muy poco para prevenir o abordar eficazmente la misoginia generalizada y el acoso sexual entre adolescentes y adultos jóvenes”, sentencian en el prólogo del estudio los cuatro autores, liderados por Richard Weissbourd, psicólogo y académico de Harvard, y los coautores, Alison Cashin, máster en Periodismo y directora del proyecto Making Caring Common; Trisha Ross Anderson, máster en Educación, y Joseph McIntyre, máster en Desarrollo Humano y Psicología. Sexo casual y otros mitos
Desde su oficina en Harvard, por teléfono, Joseph McIntyre cuenta que junto con sus colegas testearon muchas versiones de la encuesta en diferentes colegios y universidades de Estados Unidos, llegando a más de tres mil jóvenes. Hicieron ‘focus groups’, entrevistas formales e informales, con adolescentes y jóvenes, y también hablaron con padres, profesores y entrenadores deportivos, pero la mayoría de los resultados que publicaron se centraron en una encuesta ‘online’ realizada a jóvenes entre 18 y 25 años a principios del año pasado.
Uno de los primeros hallazgos fue el tema de lo que ellos llaman ‘hook-up culture’ o ‘cultura de sexo casual’, está completamente sobreestimada, ya que se presume que los jóvenes están mucho más inmersos en ella de lo que realmente están.
“El mito de la ‘hook-up’ culture ha sido alimentado por una serie de factores diferentes, incluyendo representaciones distorsionadas de las relaciones de los jóvenes en los medios y la sexualización generalizada de las mujeres jóvenes en muchos aspectos de la cultura estadounidense”, dice una de las autoras del estudio, Alison Cashin.
Una respuesta que llamó la atención respecto a este tema, y muy repetida, fue la siguiente: “La gente te hace sentir raro si no tienes sexo casual. Pero yo lo que quiero es tener una relación”. Según el estudio tanto los adultos como los adolescentes tienden a sobreestimar el porcentaje de jóvenes que están teniendo constantemente sexo casual, pues los resultados indicaron lo contrario: el 85 % de los jóvenes encuestados respondieron que preferían pasar tiempo con sus amigos o tener una relación seria, antes de tener sexo casual. Dos miradas equivocadas
Y los padres no están actuando de la forma más apropiada para romper estos mitos y presiones de grupo como se debiera, y que tantas distorsiones sobre las relaciones afectivas entre hombres y mujeres generan.
“Muchos padres, preocupados de que sus hijos están teniendo sexo casual, tratan de prevenirlos con consejos equivocados como ‘el sexo es malo’, ‘no tengas citas’, o tratando de controlar su tiempo libre. Desde nuestra perspectiva, creemos que sería mejor que los padres pasaran más tiempo conversando con sus hijos sobre cómo tener respeto en las relaciones, porque lo que realmente es un problema es cómo los jóvenes se están comportando con las personas que ya conocen”, dice Joseph McIntyre.
El estudio les preguntó directamente a los jóvenes: ¿Intervendrías si eres testigo de que una mujer es verbalmente acosada en la calle? La mayoría de las respuestas de los encuestados fueron negativas. Y algunas de las razones más repetidas fueron las siguientes: “Es algo común en nuestra sociedad”; “No cambiaría nada”; “La gente dice eso solo por divertirse”; “Las personas pueden decir lo que quieran, estamos en América”.
¿Intervendrías si eres testigo de que una mujer es verbalmente acosada en la calle? La mayoría de las respuestas de los encuestados fueron negativas
La investigación resalta que a través de las encuestas identificó una gran desensibilización por parte de los jóvenes respecto a la misoginia y el acoso sexual. Muchos consideran que es un fenómeno inflado, incluso algunos definieron que su moralidad y ética respecto a la sexualidad se resume simplemente en “no violar”.
Una de las respuestas más elocuentes al respecto dice lo siguiente: “La mayoría de mis amigos en el colegio no tenían idea de lo que era acoso ni abuso sexual. Nosotros pensábamos que el abuso tenía que ver con algún tipo llevando forzadamente a una mujer a un callejón oscuro para violarla. Eso es lo único que sabíamos que no teníamos que hacer”.
Joseph McIntyre tiene su teoría sobre una de las razones por las que los jóvenes ven el acoso y la misoginia como conductas normales. “Creo –dice– que llevamos miles de años de cultura en la que estas conductas se han visto como algo aceptable. Ha sido endémico a la sociedad. Solo recientemente nos hemos comenzado cuestionar estas conductas, y hemos empezado a reconocer el problema. Creo que mucha gente se ha vuelto mucho más consciente sobre el gran problema del acoso sexual en los últimos seis meses, por el tema mediático y su impacto en las conciencias. Pero el estudio señala que las tasas de abuso sexual entre jóvenes han aumentado”, así que hay un gran trabajo por hacer con las nuevas generaciones.
Y agrega: “Creo que una cosa que pasa, y que tampoco ayuda, es que algunas mujeres jóvenes también contribuyen a perpetuar una cultura en la que esto es visto como aceptable, y le dicen a sus amigos que ese es el tipo de comportamiento esperado de los hombres. Aunque debo subrayar que esto es algo que los hombres les hacen a las mujeres, principalmente”.
“En parte –concluye McIntyre– tiene que ver con que los jóvenes hombres están actuando con base en sus deseos, sin tener nada de compasión o empatía por las otras personas, sin considerar cómo la otra persona se siente”. La tarea pendiente
Como se indicaba más arriba, la ausencia de los padres tanto en el tema amoroso y/o de relaciones de pareja, como en el de cómo evitar tener comportamientos de acoso hacia otras personas, es clave.
Y al respecto, Richard Weissbourd, explica por qué algunos padres pueden preferir mantenerse al margen al momento de aconsejar emocionalmente a sus hijos: “Muchos padres no saben cómo intervenir, o no se sienten confiados para hacerlo. No tienen la seguridad, porque sienten que ellos mismos no han sido exitosos en sus relaciones amorosas; pero los padres con fracasos en sus relaciones, si son reflexivos, pueden traspasar a sus hijos mucha sabiduría al respecto”.
Sobre por qué casi ningún padre aborda el tema del acoso y abuso sexual con sus hijos, Joseph McIntyre dice que es un tema que muchos de ellos prefieren omitir y que dentro de un gran abanico de razones que explican esta ‘elección’ también está el problema de que la mayoría de los “padres prefieren pensar que esto jamás les va a pasar a sus hijos o, porque simplemente no quieren creer que su hijo pueda ser capaz de hacer algo así”.
Por su parte, los jóvenes y adolescentes viven su propia disyuntiva. “Cuando les presentamos a los jóvenes escenarios que creíamos que indicarían ejemplos de misoginia o acoso sexual, obtuvimos también respuestas muy profundas. Los jóvenes pueden reconocer la conducta como mala, como hiriente, y la sensación de que deberían hacer algo, pero después sienten el conflicto sobre lo que realmente podrían hacer, especialmente cuando esa conducta recibe aprobación de sus pares”, señala Joseph McIntyre.
Y ese es precisamente el círculo vicioso que hay que romper y dónde según el estudio de la gente de Harvard, los padres, la casa, juega un rol fundamental.