El cerebro de los jóvenes funciona diferente al de los adultos, por eso son aventureros y arriesgados. El médico psiquiatra José A. Posada Villa, explica por qué es tan importante conocer lo que les pasa para acompañarlos en ese viaje hacia la madurez.
Los adolescentes no son unas caspas
El cerebro de un joven de 18 años no ha terminado de desarrollarse y algunos estudios recientes, como el realizado por Jay N. Giedd en 2015, sugieren que buena parte de su conducta se explica desde la fisiología de este órgano. Pero la adolescencia no es ninguna enfermedad y por eso solo hay que entender lo que está pasando en dicho órgano para comprender por qué actúan como lo hacen. El cerebro termina de crecer aproximadamente a los 25 años cuando la corteza prefrontal, responsable de planificar, establecer prioridades y controlar los impulsos logra un buen nivel. Es una de las últimas regiones del cerebro en madurar.
Las mayores diferencias entre el cerebro del adolescente y del adulto se encuentran en tres zonas: la corteza prefrontal, asociada al razonamiento, la amígdala, relacionada con las emociones y las rutas neuronales que unen estas dos áreas. El razonamiento, el pensamiento abstracto y la autoconciencia son habilidades cognitivas básicas que tienen sustento en la corteza prefrontal. Estas se van incrementando durante la adolescencia. Lo anterior, sumado a una mejor conexión entre el cerebro racional y el cerebro emocional, permite la regulación de las emociones y control de los impulsos. Sin embargo, esto se logra totalmente solo hasta los 20-25 años.
La amígdala, clave en el funcionamiento emocional, tiene más actividad en los adolescentes que en los adultos. Una amígdala hiperactiva ayuda a explicar por qué los sentimientos de agresión, miedo y depresión pueden ser más intensos en la adolescencia que en otras épocas de la vida. Pero lejos de ser un problema, este proceso es muy útil pues permite al adolescente explorar y experimentar para aprender,
Mientras va madurando la corteza prefrontal, los adolescentes toman decisiones y resuelven problemas guiados por esa parte del cerebro llamada amígdala, que es el principal núcleo de control cerebral de las emociones y sentimientos.
La falta de sincronía en el desarrollo de estas dos áreas del cerebro, la prefrontal y la amígdala, provoca que los jóvenes tengan comportamientos que a veces extrañan y preocupan sin razón a los adultos. Son una fase importante del desarrollo normal y se requieren para que el individuo logre madurez y autonomía.
De hecho, los adolescentes buscan situaciones novedosas, que con frecuencia implican riesgos pero lo hacen por necesidades de aprendizaje personal y social. Esta peculiar conducta lleva a que se involucren en aventuras, proyectos económicos, relaciones amistosas y sexuales o consumo de sustancias psicoactivas, entre otras.
A medida que van creciendo, ellos adquieren un control de los impulsos comparable o incluso mejor que algunos adultos en contextos sociales neutrales. Sin embargo, en situaciones cargadas de emocionalidad, la capacidad de control está muy afectada, en especial por los amigos y compañeros. Esto es mucho más evidente si se percibe algún tipo de premio o recompensa, debido a la falta de control del área prefrontal todavía en proceso de maduración.
Asì las cosas, las conductas inapropiadas de los adolescentes a menudo resultan de la experimentación con un comportamiento arriesgado y no de una deficiencia moral que refleje un carácter de maldad. Si uno de los objetivos importantes de la adolescencia es prepararse para una vida independiente, entonces son esenciales las oportunidades de experimentar para dar forma a su cerebro y su comportamiento de manera adecuada.
Esto no significa que los jóvenes no puedan tomar buenas decisiones o diferenciar entre lo correcto y lo incorrecto. Tampoco significa que no se los debe responsabilizar por sus acciones. Sin embargo, tomar conciencia de lo que está pasando en su cerebro, ayudaría a padres, maestros y autoridades a entender y anticipar mejor sus comportamientos, ser pacientes con ellos y ofrecer ayuda adecuada y oportuna.
Pero no solo hay diferencias entre el cerebro de los jóvenes y los adultos sino entre ambos sexos en esta etapa de la vida. Inicialmente, el crecimiento de la corteza prefrontal en los adolescentes hombres se estabiliza mientras que en las adolescentes mujeres se pone en marcha, proceso que genera una diferencia evidente en cuanto a organización, toma de decisiones y juicio. Se podría decir que las adolescentes van, en promedio, unos 2 años por delante de ellos.
Otra zona del cerebro que muestra diferencias entre ambos sexos son las estructuras que unen los dos hemisferios, aspecto que tiene que ver con un lenguaje más complejo. Las adolescentes inicialmente son mejores escribiendo y los adolescentes, incluso si son brillantes, no les va tan bien al poner por escrito sus pensamientos hasta un tiempo después.
Aquellos que tienen problemas en su adolescencia no necesariamente tendrán dificultades en su vida adulta. Si bien los cambios que el cerebro está experimentando en esa época pueden explicar por qué la adolescencia es el momento en que generalmente aparecen muchos problemas y trastornos mentales, como el suicidio, el abuso de sustancias psicoactivas, la esquizofrenia, la ansiedad, la depresión y los trastornos de la alimentación, también ofrecen una oportunidad especial para hacer promoción y prevención en salud mental, dada la plasticidad del cerebro en los adolescentes.
Aunque la adolescencia es un momento de gran vulnerabilidad para la salud física y mental, la mayoría de ellos se convierten en adultos saludables. Los cambios que ocurren en el cerebro durante esta importante fase del ciclo vital, permiten un desarrollo cognitivo, emocional y comportamental sano y protegen de problemas y trastornos mentales en el futuro. Además, el comportamiento de los adolescentes depende de muchos factores, incluidos la familia, los amigos, el colegio, las redes sociales, el nivel socioeconómico, la nutrición, la cultura, entre otros.
En conclusión, a pesar de las percepciones negativas a veces tan generalizadas, la imagen de los adolescentes que emerge de los estudios científicos es muy positiva. De hecho, como todos pueden constatar, a la mayoría les va bien en el colegio, permanecen con sus familias y llegan a la vida adulta sin problemas mentales o sociales graves.
Para criar a un adolescente
Además de conocer lo que está sucediendo en el cerebro de los adolescentes, estas son algunas recomendaciones para los padres que tienen uno en su casa.
*Exprese de manera clara sus expectativas en relación con el comportamiento.
*Siempre que sea posible, permita que los adolescentes tomen decisiones y tengan control sobre sus vidas.
*Ponga límites apelando al sentido común.
*Recuerde que en presencia de sus amigos y compañeros, el deseo de los adolescentes de una posible recompensa emocional o social puede dominar el concepto de lo correcto y lo incorrecto.
*Ofrezca oportunidades para tomar riesgos calculados y animar a los adolescentes a probar experiencias nuevas (viajes, deportes, música o arte).
*Limite en lo posible el acceso al alcohol, los cigarrillos y las sustancias psicoactivas hasta que el cerebro esté maduro.
*Apoye el desarrollo adecuado del cerebro asegurando que los adolescentes duerman lo suficiente, practiquen actividad física y se alimenten de manera saludable.