El marcaje urinario, la destrucción de objetos y la agresividad, son las reacciones más comunes que presentan los gatos ante situaciones de estrés.
Lidiar con las malas conductas cada vez que aparecen solo las oculta por un tiempo. Por eso, educar a tu mascota resulta más efectivo y evita que estos comportamientos se conviertan en un hábito.
Sin embargo, es importante comprender que los gatos nunca se van a comportar como un perro, ya que tienen instintos diferentes. Esto no significa que sean indiferentes al adiestramiento. Por el contrario, son animales receptivos que pueden entrenarse para realizar tareas específicas como recoger pelotas (to fetch) o caminar con arnés y correa.
Pero, antes de actuar, deben identificarse los motivos que están causando el descontento en tu mascota —puede ser estrés, ansiedad por separación y conductas compulsivas, entre otros— y entender que son animales independientes que construyen su propio mundo y, por ende, sus propias reglas. Michel Cardona, médico veterinario especialista en homeopatía, comparte algunas de sus recomendaciones para tratar estos problemas:
Marcando el territorio con orina
Es normal que un gato marque con orina algunos muebles o las esquinas de la casa. Es una reacción al estrés o una práctica para tomar el control sobre el espacio; sin embargo, el olor resulta desagradable. Por ello, se recomienda acudir a la castración, pero, si persiste, se debe visitar al veterinario para que detecte una posible enfermedad urinaria.
Excesiva curiosidad
¿Cuántas veces tu mascota ha asaltado la basura o te ha sorprendido con un salto sobre los muebles de la cocina para adueñarse de un alimento? Aunque resulta cómico ver cómo trepan para conseguir lo que quieren, es también molesto. Utiliza atomizadores con agua para rociarlo cuando esté paseando por estos espacios, y con el tiempo el gato lo irá asimilando y entenderá que dicho lugar no es para él.
Garritas y dientes destructores
Para evitar que dañe objetos como muebles y cortinas, es importante acondicionar el espacio con un gimnasio que tenga diferentes niveles para trepar, así como rascadores para afilar sus garras. También debe proveerse al animal de juguetes con materiales idóneos que pueda morder, sin generar problemas en su organismo.
Más mimos, menos mordidas
Si estas acariciando a tu gato y de repente te muerde, debes saber que esta es una muestra de incomodidad frente al contacto. Acarícialo suavemente con la palma de la mano por las mejillas, barbilla y laterales del cuello, que son las partes que más les gustan. Y si quieres ganar un poco de confianza, ofrécele comida o un premio mientras lo mimas y luego puedes irla retirando, ello aumentará su tolerancia.
Con la pila puesta
Para evitar que tu gato te ataque eufóricamente en busca de juego o en las horas de la noche — como acostumbran—, debes crear zonas de actividad con juguetes colgantes, túneles o luz láser para que ellos puedan hacerle persecución: ¡les encanta! Esto hará que gaste energía y no te incomode mientras duermes.
Puntos clave
Al momento de educar a tu gato evita:
Acudir a los sistemas clásicos de entrenamiento para caninos.
Castigar físicamente: esto solo desarrolla conductas agresivas, miedo y fobias.
Estimular el juego rudo, ya que esto derivará en futuros ataques no provocados.
Alterar su ambiente cambiando bruscamente espacios, rutinas y comidas.
Obtener resultados al instante. Corregir comportamientos es un proceso.
El arte de comprenderlos
“Hace unos cinco mil años, alguien observó que unos animales se comían los roedores que destruían las cosechas y decidieron domesticarlos. Con el tiempo, empezaron a ser vistos como dioses y luego como demonios, pero solo hasta hace 150 años comenzaron a ser valorados como animales de compañía. A medida que cambiamos nuestros hábitos y empezamos a vivir en lugares más pequeños, los gatos se han ido adaptando para ser mascotas. Ello justifica las alteraciones en sus comportamientos, ya que exteriorizan su instinto natural que es más libre, independiente y explorador”, explica el veterinario Michael Cardona.