miércoles, 9 de febrero de 2022

La violencia oculta contra los hombres trans en Colombia


En la familia, el colegio y la vía pública, ellos se enfrentan a prejuicios y sufren agresiones.

Una acción vital que para muchos es básica se convierte en una forma de escape para ellos. Hacerlo de forma consciente les ha salvado la vida, no solo porque les evita enfrentarse a sus victimarios: les ayuda a pensar con más claridad que sus agresores. Inhalar y exhalar. La vida misma depende de eso.

Cada semana, en Colombia, se registran casos de agresiones a personas trans. Y si bien los más sonados son sobre mujeres violentadas, lo cierto es que hay un subregistro de hechos violentos contra hombres de este colectivo en el país. Aunque la visibilización de transfeminicidios es primordial para transformar esa realidad, también es importante recordar que estas problemáticas no son exclusivas de las mujeres trans.


Uno de los casos más recordados es el de Carlos Torres, un joven que murió el 5 de diciembre de 2015 tras estar en una Unidad Permanente de Justicia (UPJ).


Organizaciones y colectivos han denunciado irregularidades por la muerte de Carlos Torres, en Bogotá.

El hombre trans había sido detenido por la Policía. Lo que dijo la institución, en ese momento, fue que se suicidó mientras estaba bajo su custodia. Sin embargo, su familia, organizaciones y activistas han denunciado irregularidades y presuntas agresiones por parte de agentes antes de su fallecimiento.

“Es un caso muy sospechoso que sigue sin esclarecerse. A través del prejuicio y el odio con quienes somos diferentes, se normaliza la violencia contra las personas”, dice Simón Uribe Durán, un reconocido activista trans y magíster en Estudios Culturales de la Universidad de los Andes.

En eso coincide Jhonnatan Espinosa, otro de los hombres trans que más ha luchado por los derechos humanos de la comunidad en Bogotá y quien ha estado liderando varias reuniones de colectivos. “Estamos expuestos a muchas formas de violencia a diario. Desde nuestras casas hasta la calle. La seguridad es reducida para nosotros”.La familia, entre la violencia y la libertad

Llega del trabajo. Se baña la cara. Respira. Ve la noticia de la agresión a una persona trans. Se queda callado. Silencio. En el ambiente hay una mezcla de indignación y rabia. El brillo de sus ojos se eclipsa con los nuevos sentimientos. “Cuando una persona trans es asesinada, somos todas en potencia”, piensa.

Simón Uribe es experto en temas de género y sexualidad. Durante su vida, se ha dedicado a leer, estudiar, aprender y explicar todo lo relacionado sobre estos asuntos. Se convirtió en una obsesión para él desde que, a manera de espejo retrovisor, se dio cuenta de todo lo que había pasado en su vida durante su infancia y adolescencia.

Nació en Bucaramanga. Su familia es de Girón (Santander) y se crió en la sociedad de los 90. Eran momentos donde primaba la educación tradicional, poco se hablaba de los LGBTIQ (Lesbianas, gais, bisexuales, trans, intersexual y queer) y eran aún más fuertes las imposiciones de género, algo que sigue sucediendo en muchos núcleos familiares del país.

Cuando una persona trans es asesinada, somos todas en potencia

En su casa, guarda una foto en el que se ve de unos cuatro años. Tenía una camisa de cuadros café con negro. Pelo corto y sonriente. “Siempre me sentía cómodo así”, dice. “Desde pequeño sentí que era diferente”.

Durante su niñez, se reconoció como una persona andrógina. Le gustaba jugar con muñecos y comportarse con lo que su cabeza y la parte más profunda de su ser le indicaba. Se sentía cómodo haciendo cosas que para él eran normales, pero que en varias ocasiones eran interpretadas por otros como algo fuera del marco establecido.

“Me tildaban de ‘machorra’. No entendía por qué si a mí me gustaba jugar fútbol y era bueno en varios deportes; mis papás, algunos vecinos y otras personas me criticaban y me advertían que no debía ser tan ‘brusquita’ porque se notaba”, cuenta Simón.

Y ahí entendió por qué su identidad sería vista como un tropiezo para muchos. La violencia simbólica comienza desde el hogar y el colegio cuando los adultos y pares, por desconocimiento o convicción, deciden sobre los menores y les imponen comportamientos. El miedo al qué dirán y el seguimiento ciego de la norma se convierten en esa excusa en varias familias para justificar las correcciones, las negativas y el rechazo a lo que siente y percibe cada menor de edad.
Muerte y exclusión: El triste panorama de las personas trans en ColombiaMuerte y exclusión: El triste panorama de las personas trans en Colombia
 
Muerte y exclusión: el triste panorama de las personas trans en Colombia

En el caso de Jhonnatan Espinosa, la historia, aunque parece diferente, coincide en algo con la de Simón: es en los hogares donde comienza la violencia simbólica.

Jhonnatan se formó en un sector del suroriente de Bogotá, en un barrio popular. Vivía en una de esas casas que han sido construidas por los abuelos para que toda la familia habite en ellas. Varias generaciones en un mismo lugar, ¿qué podía salir mal?

“Yo sabía lo que quería desde muy pequeño. Desde los dos años empecé a identificar qué me gustaba y qué no, se me notaba con qué me sentía bien”, narra el hombre, de 46 años.

Su formación se dio en un contexto machista. Le gustaba jugar fútbol y boxear con sus primos. “Nos quitábamos los dientes de leche de un golpe; era más fácil”. En su colegio, usaba sudadera porque le gustaba hacer deporte y “porque era la manera para dejar de usar la falda que pedían”.

El miedo al qué dirán y el seguimiento ciego de la norma se convierten en esa excusa en varias familias para justificar las correcciones

Los barrios en los que vivió eran complejos. Las drogas y la violencia acaparaban el panorama y el día a día de los sectores en los que se movía. Esto valió para que su madre lo reprendiera en varias ocasiones cuando intentó escaparse de la casa para jugar con otros pequeños de la cuadra. “Me castigaba por rebelde”.

Él tenía una ventaja: su abuela, la ama, dueña y señora de su casa. “Me quería mucho y me aceptó como soy. Gracias a ella, conocí parte de mi camino hacia la libertad”. Por esa mujer, no tuvo ningún reparo por vestirse y actuar como quería, o al menos no lo recuerda. “Un niño simplemente es”.

Pero la violencia se asomó un día. Su padre era borracho, de esos señores que parecen calcados de varias familias colombianas. Jhonnatan tenía 14 años. Había llegado de una fiesta de quince a la que lo habían invitado. El señor se asomó por la casa, en la que ya no vivía porque se había separado de su esposa.

El hombre preguntó por su hijo y se encerró en un cuarto con él. Le reclamó por haber llegado tarde y comenzó a golpearlo. Le pegó en la cara, en el abdomen y en cada parte del cuerpo. Jhonnatan, como pudo, se puso de pie y le reclamó. Su padre lo increpó por su identidad. El menor le respondió: “¿Quería tener un hijo varón? Acá lo tiene”. Acto seguido, le golpeó en la cara.

Ante el escándalo, su madre y su abuela intervinieron, y como pudieron lograron abrir la habitación. Estaban su padre y él en el suelo, en medio de sangre. “Me llevaron al hospital”. Desde ese momento, y por casi una década después, no se volvieron a encontrar.

La juventud: un acto de conciencia

A cualquier adolescente la mente se le congestiona de preguntas. El por qué, cómo y para qué se convierten en el punto de inicio de cualquier conversación, sobre todo cuando comienza a ver en sus pares cosas diferentes.

En la actualidad, las respuestas a esas preguntas se pueden conseguir navegando en el océano de Internet, lo que puede suscitar un riesgo y convertirse en algo contraproducente. En el caso de Simón y de Jhonnatan, era más difícil. Las familias y los profesores se mantenían reservados y manejaban con tabúes los temas. La pornografía, la homosexualidad y el transgenerismo eran términos que se concebían casi como innombrables.

La típica pregunta de “¿y dónde está tu novio?” y la comparación con las compañeras de clase eran parte del día a día. ¿A quién podían preguntarle sobre lo que sentían? “Cuando uno es pequeño, uno debe tener referentes que lo ayuden a entender lo que está pasando. En la población trans, en ese momento, era muy difícil tenerlo”, dice Simón.

El bachillerato y la universidad se convirtieron, entonces, en ese camino pedregoso para ratificar su identidad. El amor y el sexo, dos temas comúnes entre jóvenes, pasaba en varias ocasiones a un segundo plano, por miedo, dudas o rechazo de las otras personas.


Jhonnatan Espinosa es un hombre trans activista en Bogotá.

“Para mí fue más fácil aceptar que era lesbiana y no un hombre trans”, cuenta Simón. “Yo fui una lesbiana muy visible en mi universidad y ayudé a crear el círculo de participación. Fue más fácil aceptarme en ese momento. Como lesbiana, puedes mimetizarte”.

Jhonnatan, por su parte, se concibió como un hombre cisgénero —personas cuya identidad y expresión de género coincide con su fenotipo sexual— . “Para algunas personas, primero está la conciencia de ser trans y la transformación física, y luego se encuentra la identidad; hay otras personas, como yo, que primero tuvimos la identidad de ser hombre, tener parejas y trabajo, y después comenzar el proceso hormonal y físico”, explica.

Simón ‘salió del clóset’ por primera vez con su mamá en medio de una discusión a los 16 años. “Le dije que me gustaban las mujeres y ella me dijo que se trataba de una fase. Tuve que ir donde una psicóloga, que luego ayudó a que ellos lo entendieran”.

Algo que Jhonnatan también entendió cuando se dio cuenta de su entorno. “A mí, pocas veces de frente me dijeron cosas, pero lo entendía. Alguna vez, alguien en el colegio cuestionó por qué yo me veía más masculino que mis compañeras”.

Esos comentarios externos, que muchas veces pasan desapercibidos, fueron el combustible para algo que se desataba en el interior: una lucha interna. La violencia también puede ser tácita y autoinfligida, a veces de forma inconsciente. Los hombres trans, en varios momentos, deben acomodarse a la identidad que les fue asignada. El problema es el daño interno que después se manifiesta.Más allá del género

Simón es un apasionado por la lectura. Es un devorador de libros y una hemeroteca andante. Son su salida, su escapatoria, pero también su llave maestra. A través de ellos, ha logrado entender el mundo que lo rodea, aquel mundo hostil y salvaje en el que ha tenido que sobrevivir.

Su tesis de pregrado fue sobre el diario de una persona intersexual del siglo XIX que Michel Foucault encontró en una librería de París y en el que relata su vida antes de suicidarse por la situación de la época. Se llamaba Herculine Barbin.

Los médicos, el alcalde y las autoridades de ese momento se dieron cuenta de que era intersexual —la persona que presenta conjuntamente caracteres sexuales masculinos y femeninos— y le obligaron a dejar su vida como rectora de colegio y asumir una identidad masculina exiliado de su pueblo. Le marginalizaron, le dejaron a su suerte, sin dinero y sin trabajo, hasta el trágico final.


Simón Uribe Durán es uno de los activistas trans más importantes del país.

“No quería caer en lo mismo ni quiero morir”, dice Simón. “Para mí, esa historia fue el comienzo de la búsqueda de cómo hacerme un lugar en el mundo y no terminar como esta persona que la sociedad había asfixiado”.

En su vida, ha logrado poner sobre la mesa la discusión sobre el género. “A mí desde pequeño me trataron de imponer unos comportamientos, unos roles. Yo no lograba cumplir con esas expectativas, no me nacía lo que los demás decían que era tan natural. El problema está cuando todo se limita a la genitalidad y se traza desde ahí una línea directa con el género. Es una visión reducida reducida de la identidad, de la expresión de género”.

Y puntualiza: “Acá, la gente tiene en la cabeza la idea de que se quiere ‘convertir’ a los demás, pero lo cierto es que buscan convertir a todo el mundo en heterosexual y cisgénero. El deseo y la identidad va más allá de la cuadrícula o planilla por la que quieren que todos vivamos”.Mimetizarse en la sociedad

Simón duró ocho años tratando de ocultar la posibilidad de acceder a una terapia hormonal o física. “Tenía mucho miedo de lo que podría significar ser trans en un país como Colombia”. Y no es para menos. Ser transmasculino es un desafío en sociedades donde el machismo es protagonista.

Casi una década de incertidumbre, cuestionamientos internos y depresión, lo llevaron a cuestionarse. Si bien tenía éxito con sus parejas sentimentales, aún no se sentía a gusto con su expresión de género, con cómo se presentaba ante el mundo. Un día después de mucho dolor, de no tener lo más básico, la comodidad con uno mismo, decidió comenzar su transición con acompañamiento psicológico.

Por su parte, Jhonnatan inició su tratamiento cuando tenía 38 años. Dice que antes de hacerlo, siempre vivió como hombre y así se definió. “Tuve parejas, me vestía como tal y siempre me percaté de que nadie se percatara de que era trans”. Pero esto último —que le pasa a la gran mayoría para evitar conflictos externos— le desencadenó una serie de conflictos personales.

Nunca va a haber algo tan bello como esta identidad consciente, esta autonomía corporal

El primer paso, entonces, era cambiar los papeles. Un nombre puede ser la misma cárcel en vida para muchos. Algunos logran salir de ella, otros permanecen prisioneros durante años y años.

Gracias al decreto 1227 de 2015, en Colombia cualquier persona puede hacer el trámite para cambiar el componente de sexo en el Registro Civil de Nacimiento. Además, para ese trámite, se eliminó cualquier requisito adicional, como certificados clínicos de ‘disforia de género’ o de cirugías. Simón considera que es vital que cada quien pueda decir sobre su identidad y libre desarrollo.

Tiempo después, decidieron hacer la transición física. “Esto no es obligatorio. No todas las personas trans usan hormonas. No es necesario, como muchos han querido plantear, que se hagan cirugías o se sometan a tratamientos. Para las personas trans, lo importante es que cada quien explore y busque las maneras de sentirse mejor con su cuerpo y su identidad. Todas las experiencias de vida trans son diferentes”, explica Simón.

Ambos se practicaron una mastectomía, cirugía para extirpar el tejido mamario. A Jhonnatan, además, por malos procedimientos médicos en el pasado, le hicieron una histerectomía; es decir, la extracción del útero. “Mi cuerpo es mi testimonio de vida”.

También iniciaron un tratamiento hormonal con medicamentos, tras un acompañamiento con profesionales de la salud. Cabe aclarar que existen opciones naturales y que algunos optan por esa alternativa. Lo importante, dicen los expertos, es explorar las posibilidades de tratamientos a las que pueda acceder una persona trans de la mano de especialistas y bajo el consentimiento informado. Ellos enfatizan que es importante ser conscientes de que en la actualidad muchas personas trans se automedican por las negativas y la discriminación que encuentran en el sistema de salud.La violencia sistemática y correctiva

Las personas trans han sido víctimas de agresiones físicas y psicológicas. Pese a que la ley protege sus derechos humanos, lo cierto es que en la práctica todo se desdibuja.

Las personas que desean hacer el trámite se deben enfrentar a cuestionamientos y señalamientos. “Los prejuicios en los funcionarios, que parten de cada persona, hacen que eso que hemos ganado en lo macro, en la ley, no se traduzca como se debe en lo micro, a nuestra cotidianidad”, dice Simón.

Y es que varias de las personas que están asignadas a este tipo de procedimientos jurídicos no han sido capacitadas en temas de género y sexualidad, por lo que vulneran la integridad de quienes acuden a ellos buscando ayuda. A algunas, por ejemplo, las interrogan por su decisión e intentan persuadirlas para no hacerlo; una situación que agrede de forma tácita. Cada trámite se vuelve una lucha directa contra la transfobia.


Los hombres trans son invisibilizados en muchos espacios. Algunos han sido víctimas de agresiones por parte de agentes del Estado.

Pero en el sistema de salud también hay discriminación. La Corte Constitucional, a través de las sentencias T-918 de 2012 y T-771 de 2013, protegió el derecho de las personas trans a realizarse cirugías de reafirmación sexual y dio garantías para el acceso a atención médica. No obstante, la realidad es diferente. “A varias personas que han buscado hacerse tratamientos o cirugías, y que están incluidos en el Plan Obligatorio de Salud (POS), les han negado los procedimientos o les extienden los trámites. Muchos sabemos que para acceder a esos tratamientos tenemos que poner tutelas que tardan meses o años. Una amiga me expresó que se había vuelto abogada empírica para sacar adelante sus tratamientos”, explica Simón.

Ahora bien, en términos laborales, la transfobia es recurrente. Pocos logran ascender a altos cargos gerenciales, y muchos otros deben recurrir a otro tipo de trabajo, como el sexual. Según el Grupo de Acción y Apoyo a Personas Trans (GAAT), el 50 por ciento de los hombres trans son trabajadores sexuales.

En cuanto a la educación, no todos logran ser profesionales. El estudio ‘Línea base PPLGBT’ indica que solo el 14,29 por ciento de los hombres trans en Bogotá ha logrado acceder a la universidad. Es decir, nueve de cada diez no terminan sus estudios.

Esto se suma al miedo constante de transitar en la vía pública. Ser visible como una persona trans es peligroso en muchos contextos, pues hay una amplia historia de agresiones contra las personas que no se ven como las versiones estereotipadas de ser hombre o mujer. Entre las varias formas de violencia, hay una que se ha instaurado en contra de las personas trans: la ‘correctiva’, uno de los crímenes de odio más aberrantes.

A algunos hombres trans los agreden físicamente y los violan para reclamarles por su identidad de género y decirles que son mujeres. “Es una práctica con una motivación detrás para intentar ‘corregirlos’. Es una doble violencia”, argumenta Simón.


Tenía mucho miedo de lo que podría significar ser trans en un país como Colombia

Aunque suene paradójico, la calle no es la más segura para esta población. Pese a que ha sido el escenario de protestas y manifestaciones para reivindicar derechos, lo cierto es que, en la mayoría del tiempo, el temor se convierte en una constante.

La Comisión de la Verdad registró el caso de Adrián Nicolás, quien fue víctima de discriminaciones y hostigamientos. En noviembre de 2017, dos hombres lo amenazaron con un arma de fuego y lo agredieron con una muleta. La policía que atendió el caso no le quiso dar el número de cédula de los agresores para poner la denuncia.

Sobre la Fuerza Pública hay denuncias de colectivos y activistas por acción u omisión. El caso de Carlos Torres y el de Adrián Nicolás son solo algunos de los registrados. El lío radica en que, para varias personas trans, no hay seguridad ni confianza en las instituciones, y sienten miedo al ver a los agentes.


Toloposungo es un movimiento que nació a finales de 2020 en el marco del Paro Nacional. Luchan contra el abuso de la Fuerza Pública y la marginación por parte de agentes del Estado.

“Una vez, cinco años después de haber cambiado mis papeles, un policía me pidió en la calle mi identificación. Se la pasé, pero a él le apareció mi anterior nombre y me acusó de suplantación. Querían llevarme a una estación, mientras me hablaban en femenino. Me llené de miedo, recordé a Carlos y comencé a mostrar que conocía mis derechos como un hombre trans. Al darse cuenta de que estaba preparado y me estaba comunicando con mi red de apoyo, me dejó ir. Hubo mucha ansiedad, no sentía que mi vida estaría a salvo en custodia de esas personas”, cuenta Simón.

En este punto, también ha surgido el debate sobre la libreta militar. No tener ese documento en Colombia hace que varios hombres trans pierdan opciones de trabajo y académicas, y se vean obligados a mostrar de forma indigna y obligatoria sus tránsitos.

Sobre el espacio público también se han registrado denuncias de transfobia. En 2020, durante la emergencia sanitaria por la pandemia, se estableció la medida de ‘pico y género’ en Bogotá y varias ciudades del país. Joseph fue expulsado de un establecimiento comercial de manera violenta, pese a que se identificó y se reconoció como hombre.Ser padre trans

Pasa el torniquete de TransMilenio. Es un día más de protestas en Bogotá. Debe ir a mediar. Esa es su misión. Escucha y habla. A diario debe hacerlo. Termina su jornada. Regresa a casa. Abre la puerta y se encuentra con su hija.

Jhonnatan Espinosa vive con su hija de 25 años. El padre biológico no asumió la paternidad y él estaba saliendo con la madre de la pequeña. “Decidí hacerlo sin ningún problema. La amo con todo mi corazón”, dice.

Comparten varios momentos juntos. En la pandemia, aún más. “Me he encargado de criarla, orientarla y mostrarle que el mundo no se basa solo en dos colores. Ella es alguien muy amorosa y sentimental”.

Somos seres humanos, tan válidos como cualquiera y hacemos parte de sus comunidades

Jhonnatan cuenta que asumió el rol de ser papá con determinación. Siempre había querido tener hijos. “Es un milagro que estemos juntos y lo valoro. Ella sabe quién ha estado a su lado desde que era una bebé”, asegura.

No ha conversado con ella sobre el hecho de que es un hombre trans, aunque dice que no es necesario porque se ha dado cuenta del activismo que hace. “Doy entrevistas, hago conferencias, y muchas veces me ha tocado desde la casa. Ella me ha escuchado y sabe de lo que hablo. Sé que el día que se entere, me va a aceptar. Sé quién es ella y la calidad de ser humano que es”.‘Todos somos activistas’

Simón y Jhonnatan son dos de los hombres trans que han decidido contar sus historias de forma pública. Como ellos, otros se han arriesgado a hacerlo, aún sabiendo los riesgos que eso implica. Varias voces han sido calladas por amenazas y hostigamientos. Sin embargo, lo hacen para reivindicar los derechos de todas las otras personas. También lo hacen por la representación, porque ver a otros hombres trans y reconocerse en ellos, salva vidas, como lo enfatiza Jhonnatan.

“Todas las personas trans en esta vida somos activistas”, sigue Simón. “Nuestro activismo radica en mostrar que somos seres humanos, tan válidos como cualquiera y hacemos parte de sus comunidades. Somos sus hijos, colegas, compañeros, amores. Cuando uno se visibiliza, quizás pierde esa inmunidad del anonimato, pero logra continuar ese relevo de vidas trans. Como otros y otras me mostraron caminos posibles, yo quiero hacerlo para personas trans más jóvenes”.


En Colombia, el ‘Día del orgullo de la comunidad LGBTIQ’ se conmemora este lunes 28 de junio. Y la gran marcha #YoMarchoTrans, en Bogotá, será el viernes 16 de julio.

Ambos han plasmado sus testimonios en el libro gratuito ‘Travesías: memorias de personas transmasculinas en Bogotá’, dirigido por el escritor y poeta Giuseppe Caputo. Allí, cuentan detalles de sus vidas y de sus procesos, pero también de su lucha diaria y cómo han logrado redirigir los discursos de odio de los que han sido víctimas.

(Descargue aquí el libro gratuito 'Travesías')

En algo es enfático Simón y es que pese las agresiones constantes, no se puede caer en la victimización. “Sí, hay violencias, pero como dice Paul Preciado —un filósofo español trans y uno de sus principales referentes—: ‘nunca esa norma y sus violencias van a ser más fuertes que la vitalidad y gozo que vivo como hombre trans’. Muchos sabemos que esa violencia y esas dificultades están, pero no nos quedamos ahí. Hay una historia muy grande de resiliencia. Tuve mucho miedo, muchos años, pero me di cuenta de que esos fantasmas de los otros no valían la pena. Nunca va a haber algo tan bello como esta identidad consciente, esta autonomía corporal”.

Ser trans en Colombia es un desafío. Las historias de vida de cada una de las personas de esta comunidad son la muestra de la supervivencia en una sociedad que aún no acepta la diferencia. Hay avances, claro, pero sigue siendo un desafío diario. Los hechos hablan por sí mismos: la transfobia es una realidad en Colombia. Pero no debería ser permanente; se puede transformar.

martes, 8 de febrero de 2022

La deforestación en Colombia creció un 8 % en el 2020, según Gobierno


El bosque del Parque Nacional Tinigua (Meta), recién talado en febrero del 2021.

La cifra no incrementaba desde el 2017, cuando se conoció, hasta ahora, el dato más alto.

Para muchos expertos en el monitoreo de la deforestación en el país, era evidente que la tala y quema del bosque se iba a incrementar en el 2020. En varios sobrevuelos que EL TIEMPO hizo con la Fundación para la Conservación y Desarrollo Sostenible fuimos testigos de cómo, en medio de la nada, los árboles arden, las motosierras suenan y nadie lo impide.

Ayer, con datos oficiales, el Gobierno Nacional, en cabeza del ministro de Ambiente, Carlos Eduardo Correa, y la directora del Ideam, Yolanda González, confirmó que en el primer año de la pandemia la deforestación creció un ocho por ciento respecto al 2019.

En la presentación del informe anual de deforestación, el ministro Correa dijo que en total el país perdió 171.685 hectáreas de bosque natural en el 2020 y que la Amazonia, la región clave para el mundo en términos climáticos y de biodiversidad, sigue siendo la más afectada, pues hubo un aumento de 11.000 hectáreas arrasadas (se pasó de 98.256 hectáreas en el 2019 a 109.302 en el 2020).

“La protección de los bosques colombianos es nuestra prioridad. Pese a que registramos un aumento en la deforestación del 2020, es importante destacar que esta cifra es la segunda más baja en los últimos cinco años. Todas nuestras acciones están encaminadas a acabar con este flagelo”, aseguró el ministro Correa, durante la presentación de las cifras oficiales de deforestación en el país.

Este anuncio preocupa a los países cooperantes como Noruega, pues a través de diferentes programas y recursos han apoyado al Gobierno de Colombia para atacar la transformación del bosque.

“El incremento de un ocho por ciento de la deforestación en el 2020 es preocupante, y es imperativo redoblar los esfuerzos para que Colombia logre reducir la deforestación a 155.000 hectáreas al 2022 y a 100.000 hectáreas al 2025, metas acordadas en la Declaración Conjunta de Intención. Ojalá la tendencia hacia la reducción que vemos en el primer trimestre del 2021 continúe el resto del año”, le dijo a EL TIEMPO Ole Reidar Bergum, consejero de Clima y Bosque de Noruega.(También: Deforestación en Amazonia amenaza con matar de hambre al águila arpía)


El país perdió 171.685 hectáreas de bosque natural en el 2020.

En efecto, el viceministro de Políticas y Normalización Ambiental, Fernando Cruz, presentó como buenas noticias las cifras del primer trimestre del 2021 que, por primera vez, se entregan en el mismo evento de la presentación del informe anual.

“En términos de superficie deforestada, para el primer trimestre del 2021 para esos departamentos (Meta, Caquetá y Guaviare) se identificaron al menos 41.600 hectáreas deforestadas. Esto quiere decir que tuvimos una reducción de cerca del 30 por ciento comparado con el mismo trimestre del año 2020, cuando se habían identificado al menos 62.200 hectáreas deforestadas”, afirmó Cruz.

En el 2021, cuando se intensifican las operaciones de Artemisa, logramos que este primer trimestre la deforestación disminuyera en la Amazonia

Pero ¿qué ocurrió en el 2020?, ¿por qué la cifra se incrementó cuando se había logrado una reducción de 38.265 hectáreas para el 2019? Según respondió Cruz a este diario, esto sucedió, en cierta medida, por los llamados que hicieron algunos grupos armados ilegales a las comunidades para que deforestaran.

“En este primer trimestre existió una arremetida de grupos ilegales organizados, quienes, a través de comunicados, les decían a las comunidades que podían deforestar libremente. También se dio la campaña Artemisa en los parques Macarena, Tinigua y Picachos, y en las veredas de Guaviare, Caqueta y Meta, pero ya en el 2021, cuando se intensifican las operaciones de Artemisa, logramos que este primer trimestre la deforestación disminuyera en la Amazonia”, Tala creció en la Amazonia

Esta región, integrada por los departamentos del Meta, Caquetá, Guaviare, Guanía, Vaupés, Putumayo y Amazonas, cada año tiene las cifras más altas de deforestación. Allí, el acaparamiento de tierras, la ganadería extensiva, las vías ilegales y los cultivos de coca son la principal razón por la que personas les encienden fuego a los árboles.
De acuerdo con el informe del Ideam, en el 2020, el 76 por ciento de la deforestación del país se concentró allí.

Los departamentos con las cifras más altas de pérdida de bosque fueron: Meta, con 35.556 hectáreas; Caquetá, con 32.522 hectáreas; Guaviare, con 25.553 hectáreas y Putumayo, con 13.141 hectáreas. Asimismo, el informe destaca que para el 2020 la región del Pacífico presentó una disminución del 13 por ciento; el departamento del Chocó presentó la mayor reducción de la deforestación con cerca de 2.972 hectáreas menos.

“Algunos municipios históricamente afectados por la deforestación presentaron un cambio de tendencia que debemos destacar. Identificamos que hubo una disminución de esta problemática en municipios como Cartagena del Chairá, con un 15 por ciento menos; Tibú, con 6, y El Retorno, con un 4”, dice Yolanda González, directora del Ideam.

En cuanto a los parques nacionales, para el 2020 se evidenció un aumento del 2 por ciento, es decir, 15.886 hectáreas de bosque fueron deforestadas. Los parques más afectados están en la región amazónica, como el Parque Natural Serranía de La Macarena, Parque Natural La Paya y Parque Natural Tinigua. Pese a ello, de acuerdo con el Ministerio de Ambiente, la deforestación viene disminuyendo en áreas como el Parque Nacional Natural Tinigua, donde más de 800 hectáreas dejaron de ser deforestadas.


Según el Ideam, en el 2020, el 76 por ciento de la deforestación del país se concentró en la Amazonia.

¿Cuáles son las causas?

La praderización orientada a la usurpación y acaparamiento de tierras, las prácticas insostenibles de ganadería extensiva, el desarrollo de infraestructura de transporte no planificada, la extracción ilícita de minerales, la extracción ilegal de madera, la ampliación de la frontera agrícola en áreas no permitidas y los cultivos de uso ilícito son algunas de las causas de la deforestación a nivel nacional durante el año pasado, según el ministro Correa.'Hemos implementado incentivos a la conservación de bosques’

En la presentación del informe anual de deforestación también estuvo presente el viceministro de Políticas y Normalización Ambiental, Fernando Cruz, quien destacó que, pese al incremento del 8 por ciento en la deforestación durante el 2020, este año, gracias a la campaña Artemisa, se ha logrado bajar nuevamente la cifra en los departamentos del Meta, Caquetá y Guaviare.

Se habló con él sobre las acciones de recuperación de estos bosques y de la cifra del primer trimestre del 2021.

¿Qué ha pasado con las vías ilegales que han identificado y esos lotes quemados? ¿Ya fueron recuperados? ¿Esas vías ya fueron cerradas?

Las acciones de control de deforestación a través de la campaña Artemisa han permitido el control de núcleos activos de deforestación. Por ejemplo, en abril del 2019 inhabilitó un acceso terrestre que afectaba al PNN Serranía de Chiribiquete en el sector de Angoleta (Guaviare), controlando un foco de 543 hectáreas que habían sido deforestadas. Acciones similares se desarrollaron en otros accesos terrestres en dirección a núcleos activos de deforestación en, por ejemplo, el sur de Sabanas del Yarí y que afectaron al PNN Serranía de Chiribiquete.

¿A qué le atribuyen que el primer trimestre del 2021 se dio esa reducción, cuando en el 2020 la deforestación subió?
El Plan Nacional de Desarrollo incorpora la estrategia de lucha contra la deforestación; a partir de noviembre del 2020 reforzamos la implementación de acciones de control y gestión sostenible de los bosques, en un trabajo conjunto con las autoridades ambientales, alcaldías, gobernaciones, Mindefensa y entes de control.

Asimismo, hemos escalado la implementación de incentivos a la conservación de bosques y esquemas de pagos por servicios ambientales, que ha vinculado a comunidades locales en la conservación de nuestros bosques naturales.

lunes, 7 de febrero de 2022

Un jaguar de 100 kilos salió a cazar y fue arrollado por un carro


Advertencia: fotos sensibles. El animal apareció en una carretera de Córdoba con golpes y fracturas.

Un jaguar, de aproximadamente unos cien kilos de peso, fue encontrado muerto a orillas de la carretera que de Montería conduce al municipio de Tierralta, en el sur de Córdoba. El animal presentaba signos de golpes y fracturas, lo que hace presumir a las autoridades que se trató de un accidente con un vehículo que pasaba por el lugar.

La carretera, que tiene zona boscosa en ambos lados, no cuenta con iluminación ni señalización, por lo que los expertos concluyen que el felino fue brutalmente golpeado cuando intentó cruzar de un lado al otro de la vía la madrugada del pasado martes.

Los primeros en descubrir el cuerpo del animal fueron los vecinos del sector que lo encontraron sobre el pavimento y luego lo ubicaron a un costado de la vía, al tiempo que reportaron el hecho a la Policía.

Su avistamiento causó asombro entre los pobladores, por cuanto se creía que esta especie solo habitaba en la manigua del Nudo del Paramillo, a cientos de kilómetros de distancia de donde fue encontrado.

Expertos de la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y San Jorge (CVS), llegaron hasta el lugar para inspeccionar al jaguar, el cual era un adulto macho que al parecer habría salido en busca de alimentos.


Se creía que esta especie solo habitaba en la manigua del Nudo del Paramillo, cientos de kilómetros de distancia de donde fue encontrado.
Foto:

Archivo particular

Por ello, también creen que en la zona debe existir una manada compuesta por algunas hembras y cachorros, por lo que se emprendió un barrido en los alrededores.

Para determinar las verdaderas causas de la muerte, la Policía Ambiental y la CVS trasladaron al animal muerto hasta el Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre en Montería.

También hicieron recomendaciones a los conductores sobre las precauciones en reducción de velocidad por carreteras en horas nocturnas, debido a que muchos animales salen en busca de alimentos quedando en riesgo de ser atropellados como ocurrió con este jaguar.


La Policía Ambiental y la CVS trasladaron al animal muerto hasta el Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre en Montería.

El hecho se presentó tan solo una semana después de que pescadores de la ciénaga de Ayapel descubrieran sin vida a un manatí y su cría.

Las versiones de los pobladores de la zona es que la causa de la muerte fue la intoxicación generada por la contaminación de las aguas a raíz de la práctica ilegal de la minería y la cría intensiva de búfalos.

Los primeros resultados de la inspección de los expertos demostrarían que la manatí madre no pudo desarrollar un parto normal, lo que habría provocado su muerte. Los restos de la cría fueron encontrados en otro extremo de la ciénaga.

La CVS insiste en el cuidado y la conservación de la especie, recordando que estos son animales catalogados en peligro de extinción y que su presencia en las ciénagas contribuye grandemente en la calidad de los ecosistemas donde habitan.

domingo, 6 de febrero de 2022

Por primera vez, un perro asiste a un juicio como víctima de maltrato


Este primer caso en América Latina se dio en Costa Rica. La dueña podría ir a la cárcel.

"Campeón", un tierno perro de dos años y dos meses, se convirtió este lunes en la ciudad costarricense de Atenas en el primer animal en América Latina en asistir como víctima de maltrato al juicio de su exdueña.

El presidente del tribunal de esa ciudad, situada a 35 km de San José, advirtió que no toleraría el desorden.

Campeón siguió las ordenes: aparte de un pequeño ladrido, se portó de maravilla.

La pequeña sala de la corte estaba llena, entre una quincena de periodistas, fotógrafos y camarógrafos, civiles, fiscales, testigos, acusados, abogados y residentes (en su mayoría mujeres) que acudieron a apoyar a la víctima.

En noviembre de 2017, el perrito aún no se llamaba Campeón.

Tenía solo seis meses de edad y contestaba al nombre de Tyson cuando fue atado con una cuerda que se hundió profundamente en la carne de su cuello. También estaba desnutrido, flaco y cubierto de pulgas.

La presidenta de la Fundación Ateniense de Ayuda a Animales Abandonados, Dora Castro, detalló el lunes al tribunal que fue alertada por uno de los hermanos de la dueña, que le envió un video que mostraba cómo se trataba al
perro.

Castro luego recogió al cachorro y lo llevó a un veterinario, donde tuvo que recibir atención durante unos 20 días.

El benefactor de Campeón presentó una queja en enero de 2018, conforme a la ley recientemente promulgada en Costa Rica que sanciona el maltrato contra los animales.

Acompañado de una quincena de otros perros, Campeón se veía bastante recuperado.

Exploró con deleite la corte y se encontró con amabilidad y timidez con la prensa y sus admiradores durante una suspensión de audiencia.

Solo tiene secuelas aparentes: no soporta los collares y debe mantenerse con una correa atada a un arnés, explicó Castro.

La ley costarricense establece penas que van de seis meses a tres años de prisión por malos tratos que resultan en la muerte de un animal, de seis meses a dos años de prisión por actos de crueldad y de 20 a 50 días de multa por maltrato simple.

El presidente del tribunal mencionó precedentes en Estados Unidos y España para llevar a la justicia a los animales maltratados, pero el caso de Campeón es el primero en América Latina.

sábado, 5 de febrero de 2022

Jardín Botánico de Calarcá, un tesoro de biodiversidad


El mariposario es la principal atracción de este jardín; alberga 1.500 ejemplares de 40 especies.

En sus 13 hectáreas, de inmensa riqueza natural, alberga cerca de 500 especies nativas de Colombia.

“Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente para hacer frente a los hechos esenciales de la vida, y ver si no podía aprender lo que tenía que enseñar, y no descubrir al morir que no había vivido. No quería vivir lo que no fuera vida. Ni quería practicar la resignación a menos que fuese necesario. Quería vivir profundamente y libar la médula de la vida, vivir de modo tan fuerte y espartano como para prescindir de todo lo que no fuera vida”.

Así habló Henry David Thoreau, el hombre que nos enseñó que la vida en los bosques, prescindiendo de todo lo superfluo de la civilización, eleva al hombre a su más excelsa realización.

No se me ocurrió mejor introducción para hablar de las entidades que privilegian al árbol y conservan sus bancos de semillas frente a la tragedia de la tala de los bosques. Hablo de los jardines botánicos y, en este caso, del de Calarcá.

Cuando en 1988 Alberto Gómez Mejía, con ayuda de Planeación Nacional, la Alcaldía de Calarcá, la Gobernación del Quindío (en cabeza de Carlos Alberto Gómez Buendía), y otros donantes, compró las 13 hectáreas del “monte de la viuda”, sus dueños, dos carniceros, pensaban hacer una urbanización y quedaron aterrados porque Alberto tumbó los cafetos, los plátanos y los guamos para que creciera el bosque.

Gómez Mejía, padre del proyecto y actual presidente de la junta del jardín, dice gráficamente: “Nuestros antepasados tumbaron monte para sembrar café, yo tumbé café para sembrar monte”.

El Jardín Botánico de Calarcá es un bosque subandino, dentro de una ciudad, con un detalle importante: sus 500 especies son nativas de Colombia, no hay exóticas y es un referente mundial en jardines botánicos.

Alberto fue dos veces alcalde de Armenia y, como tal, arborizó los parques. Ha sido llamado “el alcalde ecológico” y Brigitte Baptiste lo calificó como “un biólogo disfrazado de abogado”.


El guatín es un roedor que habita en bosques desde el sur de México hasta Argentina.

Las 13 hectáreas del jardín encierran inmensa riqueza para la botánica y la biodiversidad en Colombia. En tan pequeño espacio hay 14 especies de colibríes, mientras que Estados Unidos solo tiene 13. Hay reseñadas 176 especies de aves, y en los 9’833.517 kilómetros cuadrados de EE. UU. hay 700.

En el jardín hay predilección por las palmas. Estas plantas son muy importantes para los ecosistemas y para el hombre; sus usos van desde fabricación de velas hasta techado de viviendas, pasando por alimentación de hombres y animales. Las palmas son el tercer grupo de plantas más utilizadas por la humanidad, después de las gramíneas y las leguminosas.

Colombia es el tercer “poseedor” de palmas en el mundo después de Malasia y Brasil. Del total mundial de 2.500, Colombia tiene 264 y el Jardín Botánico de Calarcá, 214. Entre todas las palmas del jardín quiero destacar tres: la de cera, que es nuestro árbol nacional, llamada Ceroxylon quindiuense; el moriche de los llanos, admirado por Humboldt y llamado Mauritia flexosa, y varias raras palmas trepadoras, que tienen ganchos para agarrarse de árboles o paredes, que pertenecen al género Desmoncus. Hay una cuarta palma, muy vistosa por sus inflorescencias rojas: la Chamaedorea tepejilote. El jardín también es rico en lauráceas, zamias, orquidáceas, bromeliáceas, aráceas y otras familias.

Alberto es quizás el ambientalista con mayor actividad académica, pedagógica y editorial en Colombia. Ha sido docente de universidades y colegios, ha escrito varios libros y multitud de ensayos y publicaciones sobre temas ambientales; ha redactado y participado en decretos y estudios sobre legislación ambiental en el país y ha participado en muchos foros nacionales e internacionales sobre temas botánicos y de medio ambiente.

Por el jardín han pasado más de un millón de visitantes y 120.000 estudiantes que han hecho investigaciones, tesis y pasantías. Tiene convenios con 13 universidades colombianas y con una de Montepellier, Francia, y ha estado presente en los más importantes foros mundiales sobre jardines botánicos. Algunos de ellos son Utrecht, Yokohama, Los Ángeles, Perth, Islas Caimán y Barbados, Cape Town, Beijing, Viena, Barcelona y La Habana.

Le pregunto a Alberto sobre la utilidad de los jardines botánicos y así me contesta: “Sirven para cuatro propósitos: conservación ecológica, investigación científica, educación ambiental y turismo de naturaleza”. Y mientras estoy hablando con él, apoyados en la baranda de la dirección del Jardín, dos guatines salen del bosque y se pasean tranquilos a tres metros de distancia.

En total hay doce especies de mamíferos y entre ellos perezosos, borugos, perros de monte, zarigüeyas, gurres y tres especies de murciélagos. Se ha visto, además, un bellísimo taira. Abundan las ardillas y las iguanas.(Lea también: Colombia ha liberado 6.215 animales silvestres entre enero y junio)


Mariposas libando en el Jardín Botánico de Calarcá.

Una de las máximas y más bellas atracciones del Jardín Botánico de Calarcá es el mariposario, que opera además como zoocriadero de lepidópteros.

Simón Vélez, el famoso arquitecto de la guadua, donó los diseños estructurales.

El mariposario tiene forma de mariposa, que se aprecia muy bien desde la torre de observación de aves. Con 860 metros cuadrados de superficie y 1.500 ejemplares de 40 especies diferentes, es el mayor del mundo. Recorrerlo es un verdadero deleite para los sentidos y para las cámaras fotográficas. Los visitantes pueden observar muy de cerca los bellos insectos. El jardín cuenta además con un zoológico de insectos y un museo de geología y suelos, ambos organizados pedagógicamente.Uno de los mejores del mundo

Los premios y distinciones internacionales que el jardín ha merecido son innumerables. Peter Raven, famoso botánico y ambientalista conocido por su obra clave Coevolución de insectos y plantas y por ser coautor del libro Biología de plantas, obra clave de la botánica mundial, en un simposio internacional celebrado en Ciudad del Vaticano destacó la importancia del Jardín Botánico de Calarcá, y la máxima autoridad en el mundo en jardines botánicos, Peter Wyse Jackson, elogió la labor de Alberto Gómez Mejía en el jardín de Calarcá.

La Fundación Whitley de Londres lo honró con su máximo premio, que le fue entregado en ceremonia especial por la Princesa Ana de Inglaterra.

El primer Jardín Botánico creado en Colombia es el de Bogotá, llamado Enrique Pérez Arbeláez; el segundo es el de Tuluá, llamado Víctor Manuel Patiño; el tercero es el de Medellín; el cuarto es el del Tolima, y el quinto es el de Calarcá.

Alberto Gómez es presidente de la Red Nacional de Jardines Botánicos de Colombia. Su sueño es la creación de jardines en todos los pisos térmicos de Colombia, desde las tierras tropicales hasta los altos páramos del país.

El Quindío es un departamento con una gran oferta medioambiental y rural para los turistas, que incluye el Parque del Café, el Museo de la Guadua, el bosque de Bremen, Panaca, el balsaje en el río La Vieja, Recuca y el Parque de los Arrieros.

A estos atractivos se une la belleza de pueblos cafeteros, como Filandia, Salento y Pijao. Y como reclamo supremo de contacto con la naturaleza, el Jardín Botánico de Calarcá.

viernes, 4 de febrero de 2022

Una compañía comprometida con las futuras generaciones



El Grupo EPM orienta sus decisiones empresariales en pro de conectar a las personas con el planeta.

“Actuar como un solo mundo” fue la invitación hecha por el Rey Felipe VI durante la Cumbre de las Naciones Unidas para hacer realidad la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, dirigida a transformar el mundo y “librarlo de la pobreza extrema y del hambre que todavía hoy afligen a buena parte de la Humanidad” y en la que se trazaron los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Y es que lograr estos objetivos solo es posible si hay un compromiso común y universal. Si bien durante la Asamblea los estados se comprometieron a movilizar los medios necesarios para su implementación, lograrlo supone un reto cultural que va de lo individual a lo colectivo y es en esa medida en que se manifiestan los resultados.

Es por eso que el Grupo EPM, que contribuye con un alto impacto en materia social y ambiental y que trasciende en su razón de negocio como prestadora de servicios públicos a promotora del desarrollo humano sostenible, alinee sus propósitos y el alcance de su impacto considerando alianzas y acciones colectivas.

Creando armonía desde el propio entorno

Un propósito esperanzador como transformar el mundo comienza por casa, esta es la premisa que exalta el Grupo EPM, es por esto que se esfuerza por generar bienestar y desarrollo con equidad en los entornos donde participa, teniendo en cuenta que solo es posible si se armonizan tanto los procesos como las acciones, desde sus colaboradores hasta el consumidor final.

En este sentido, la compañía en su compromiso con el desarrollo sostenible, además de ofrecer soluciones en electricidad, gas, agua y saneamiento, emprende acciones responsables con el medio ambiente y con los habitantes, generando conciencia del consumo responsable de los recursos y desarrollando nuevas alternativas de producción de los mismos.

Estas acciones son posibles dado que el Grupo EPM reconoce la participación e incidencia de los grupos de interés y promueve la gestión de estrategias de acuerdo a las condiciones específicas de cada territorio, de lo que da cuenta en su Informe de Sostenibilidad de 2018, en el que se relatan por ejemplo, la revisión de temas materiales tales como: Accesos y comprabilidad, Cuidado del agua, Agua y Biodiversidad y Solidez financiera, que permiten reflejar la importancia de cada variable en la sostenibilidad.

Todo esto es el resultado de creer que se puede construir a partir de las diferencias, que cuando se conectan iniciativas encaminadas a un mismo propósito, toda acción diaria suma para construir la arquitectura de un mundo mejor.

De allí que entre los programas asociados a la sostenibildiad ambiental, la gestión social y financiera, se encuentre el saneamiento del río Medellín, el Gas Natural Vehicular, el mantenimiento de predios, bosques y embalses, el control de erosión, la seguridad de presas y taludes, la gestión hidrometeorológica, el control de emisiones y de vertimientos, y la gestión integral de residuos.

Así mismo, el Grupo EPM impulsa programas para facilitar el acceso al agua potable en sectores de bajos recursos económicos, la electrificación rural y la implementación de proyectos de energía solar, al tiempo que dispone soluciones para que los clientes y usuarios disfruten permanentemente los servicios públicos domiciliarios, satisfaciendo sus gustos, preferencias y necesidades, y en consideración a sus capacidades de pago y disposición.

No se trata solo de ofrecer los servicios, es, además, buscar que todos puedan acceder a ellos, pero, sobre todo, velar porque se haga un uso responsable y consciente, comprender que cada acción individual tiene eco en la sociedad y en el mundo y que impacta la salud, el bienestar, la economía… la vida de los demás.

jueves, 3 de febrero de 2022

Estudio dice que más personas están preocupadas por la naturaleza


América Latina es la región donde se registra mayor cambio de comportamiento.

Millones de personas en el mundo, y especialmente en Latinoamérica, tienen mayor conciencia sobre la crisis ambiental y han comenzado a cambiar su comportamiento de consumo por uno más alineado con productos sostenibles. Así lo revela el informe Un Eco Despertar Global: Conciencia, compromiso y acciones en torno a la naturaleza, encargado por WWF a la Unidad de Inteligencia de The Economist.

La investigación, que analizó el comportamiento en redes sociales y el entorno digital, incluyó 54 países con 27 idiomas distintos; entre ellos, Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Costa Rica, Ecuador, México, Perú y Venezuela.

Según el informe, que analiza los últimos cinco años, en el mundo se registró un aumento del 71 % del número de personas que buscan productos sostenibles; un crecimiento del 65 % de gente que menciona preocupación por la naturaleza en Twitter; una subida del 16 % en las búsquedas de Google, con mayor incremento en Asia y América Latina; y un avance del 13 % en la cobertura de noticias en mercados
emergentes.

Sumado a esto, en ese periodo, más de 159 millones de personas a nivel global han firmado peticiones en favor de campañas relacionadas con la biodiversidad.

Esta tendencia ha sido denominada por WWF como un “despertar ecológico”: cada vez más individuos y consumidores están actuando sobre sus inquietudes y exigiendo acciones sobre la pérdida de la naturaleza y la biodiversidad en muchas formas.El Eco despertar de América Latina

En América Latina, el 96 % de los encuestados consideran que la pérdida de la naturaleza es un problema mundial grave, siendo la cifra más alta de todas las regiones encuestadas.

En Twitter, el volumen de publicaciones relacionadas con la biodiversidad y la pérdida de la naturaleza revela una tendencia al alza en la región, donde la cantidad de mensajes relacionados con estos temas se disparó un 136 % entre 2016 y 2019.

El crecimiento de trinos entre 2016 y 2019 que mencionan a la naturaleza y se originan en América Latina se puede explicar, en parte, por los incendios forestales en la Amazonia: Brasil tiene el mayor número de usuarios de Twitter en la región (12 millones), seguido de México (9 millones) y Argentina (5 millones). El hashtag #PrayForAmazonia apareció en más de 3 millones de trinos.¿Qué hay detrás de los resultados?

“Entre los enormes retos que enfrenta América Latina, están la crisis climática, social y de pérdida de naturaleza, y esto podría explicar ese eco despertar en los latinoamericanos. Sólo en términos de biodiversidad, en los últimos 50 años hemos tenido una reducción del 94% en poblaciones de diferentes especies de vertebrados, como lo muestra nuestro Informe Planeta Vivo 2020. Este despertar es esperanzador porque demuestra un interés creciente y un mayor compromiso, especialmente por parte de los más jóvenes en la búsqueda de un futuro más sostenible”, dijo Mary Lou Higgins, Directora de WWF Colombia.

“Los resultados de esta investigación son muy claros: la preocupación por el impacto que estamos teniendo en el mundo natural está creciendo rápidamente y, en particular, en los mercados emergentes, donde más se están sintiendo los impactos de la deforestación, la pesca insostenible, la extinción de especies y el declive de los ecosistemas”, dijo Marco Lambertini, Director General de WWF Internacional.

El informe también muestra que líderes espirituales, políticos, grupos mediáticos y celebridades han utilizado su voz en favor de la naturaleza, como el Papa Francisco, la BBC y el New York Times, con publicaciones en redes sociales que alcanzan una audiencia combinada de 1.000 millones de personas en todo el mundo.

A pesar de la extraordinaria velocidad de su destrucción, y de que su pérdida representa una enorme amenaza para la economía global y nuestra salud, la naturaleza rara vez ocupa un lugar destacado en la agenda mundial. Por eso, el incremento en la voluntad de las personas por hacer llamados a la acción que muestra el informe, será determinante este año, cuando los líderes mundiales deberán tomar decisiones críticas sobre clima y medio ambiente.