viernes, 5 de enero de 2018

Las nuevas generaciones que se emborrachan menos que las anteriores

Crece la tendencia de jóvenes que se avergüenzan de las borracheras que caracterizaron a las generaciones pasadas. Los expertos dicen que se avecina la ‘sobriocracia’.

 
Aunque los universitarios toman menos, los adolescentes inician su contacto con el alcohol mucho más temprano que antes y en los estratos populares el consumo sigue siendo alto. 

Mario, un economista de 25 años, raramente toma en las fiestas por motivos prácticos: no le gusta el malestar de la borrachera ni levantarse al otro día con la cabeza pesada. Además, la experiencia con sus familiares con el trago no fue la mejor. “Vi muchas veces a mi papá muy tomado y me parece un estado lamentable”, dice. Lo mismo piensa Paola, diseñadora de modas de 24 años, que no es abstemia, pero si de pocas copas, y por la misma razón. “Me parece horrible tomar hasta quedar privada y sin conciencia”, reveló. El caso de Janet, una amiga suya, es aún más drástico. Hasta el día de hoy no ha bebido su primer trago y ya tiene 23 años. 

Todos ellos hacen parte de una generación que toma menos que las anteriores. La semana pasada se dio a conocer el III Estudio Epidemiológico sobre Consumo de Drogas en la Población Universitaria de Colombia y sus resultados ya empiezan a corroborar la tendencia. En comparación con 2012, la prevalencia de consumo de alcohol en hombres en el último mes pasó de 67 a 59 por ciento. En las mujeres la disminución fue de 61 a 55 por ciento.

Pero si bien hay un descenso en alcohol, se ve un aumento en el consumo de marihuana, cocaína y drogas sintéticas. “Bajó lo legal, pero aumentó el consumo de ilegales”, dice Julián Quintero, director ejecutivo de la Corporación Acción Técnica Social, una ONG que ha creado campañas como Échele Cabeza. Para el experto la ‘sobriocracia’ en Colombia es aún muy incipiente, y se observa más entre algunos universitarios de nivel social alto y en grupos cerrados como los llamados Straight Edge, “que no beben, no consumen drogas ni carne y no tienen sexo”.

La tendencia de la sobriedad entre los jóvenes es mucho más clara en países como Estados Unidos y Gran Bretaña, donde se lleva a cabo la campaña Go Sober for October, una invitación a disminuir el consumo de alcohol. Un sondeo reciente realizado en ese país por Eventbrite con más de 1.000 personas mostró que cuatro de cada diez jóvenes ve con malos ojos a alguien borracho y uno de cada cuatro prefiere gastar el dinero en otras cosas. Se calcula que hoy el consumo de alcohol es el más bajo en la historia británica, un tema que tiene preocupada a la industria cervecera. Según el canal de noticias de Estados Unidos CNBC, la firma Goldman Sachs espera que el mercado de esta bebida en Estados Unidos caiga 0,7 por ciento para este año.

Para algunos esto refleja que los jóvenes ya no necesitan ahogar las penas en el licor, pues tienen otras herramientas para manejar el estrés. También creen que se da por la presión social de adoptar un estilo de vida saludable. Quienes no toman reportan que duermen mejor, bajan de peso y sufren menos depresión. Y una serie de aplicaciones como soberistas.com y joinclubsoda.com ya no están dirigidas exclusivamente a adictos, sino al público en general para aconsejar beber moderadamente. También hay festivales como Juice Crawls, creado en Estados Unidos, que ofrecen música y meditación a punta de jugos. Algo similar sucede en un festival itinerante conocido como The Shine, en el que los jóvenes bailan, escuchan bandas musicales y ven películas sin probar un trago. Su fundador, Light Walking, le sentenció al diario inglés The Telegraph que “las noches en que los jóvenes necesitaban trago para socializar cada vez serán más anacrónicas”.

En Colombia, dice Quintero, la tendencia no resulta de una campaña “porque aquí el presupuesto para prevención es menos del 3 por ciento”. Se trata, más bien, de que estos jóvenes están identificando que el alcohol es problemático. “Les dijeron que era la menos dañina de las sustancias, pero ellos se están dando cuenta de que es la que pone los muertos con accidentes, y la que genera más conflictos como riñas, abuso sexual y violencia intrafamiliar”.

miércoles, 3 de enero de 2018

Tres de cada siete niños padece problemas psicológicos asociados al uso excesivo de la tecnología

Un niño entre 8 y 10 años pasa cerca de ocho horas diarias frente a distintos elementos electrónicos y esta cantidad asciende a más de 11 horas en pre y adolescentes, según la Academia Estadounidense de Pediatría.

El uso desmedido de la tecnología y sin supervisión se puede volver una adicción en potencia, particularmente, en niños, está generando depresión, ansiedad y aislamiento social denuncian pediatras, psicólogos y siquiatras en el mundo.

“Las personas que abusan de la tecnología normalmente no tienen vínculos sociales lo suficientemente amplios ni sólidos que permitan entablar contacto directo. Por ello, sus habilidades sociales son pobres; así que el socializar por medio de la tecnología incrementa el problema”, explicó Ana María Reyes Tirado, psicóloga experta.

Es así como la televisión, los celulares, las tabletas y computadores se ha convertido en la “niñera sustituta”, porque los papás prefieren distraerlos con un juego o un video o también porque sus horarios laborales y condiciones los obliga.

Sin embargo, el trasfondo no es el tiempo del que disponen los padres sino las bases de educación y reglas claras frente al uso ya que también “existe constante conflicto con padres por el uso excesivo de la tecnología”, dijo Reyes.

La visión también se afecta, debido a la disminución en el parpadeo, lo que ocasiona la sequedad ocular. Estudios señalan que durante una conversación se parpadea 22 veces por minuto, a diferencia de las siete veces que se parpadea mientras se está frente a una pantalla.

martes, 2 de enero de 2018

Por qué los ‘millennials’ serán más ricos en su vejez?

Los hábitos de los jóvenes en cuanto al ingreso que desean recibir en el futuro harán que tengan una jubilación con más rendimientos que los de la ‘Generación X’ y los ‘babyboomers’.

 

Millones de caracteres y líneas se han escrito sobre esta generación nacida desde 1984 hasta mediados de los 90 sobre sus costumbres de ahorro. Se dice que son egoístas, prefieren viajar en lugar de tener hijos, no quieren casarse y andan pendientes de las mascotas. Si uno les pregunta sobre su pensión, consideran que jamás lograrán reunir lo suficiente y que ese tema no les interesa mucho. 

Son exitosos porque ya no compran una casa para habitarla, sino como una inversión de largo plazo para luego venderla, ganar utilidades y seguir en los negocios. Nuestros jóvenes ni siquiera les gusta ir al banco a abrir una cuenta y todo lo quieren hacer de forma virtual, las compras, los amigos, la lectura, entre otros pasatiempos, lo prefieren hacer por Internet. 

Además, son los más preparados de los últimos tiempos, algunos se recibieron como profesionales con una pesada deuda porque sus padres no tuvieron lo suficiente para pagarles la universidad. Y entraron al mundo laboral con las ganas de recibir salarios acordes a su formación. Sin embargo, muchas empresas salen con la historia de que están en crisis y que solo pueden pagar a un recién graduado máximo hasta $1,5 millones. Los que consiguen trabajo no soportan el maltrato de los jefes y se aburren a los pocos meses. 

Otros dicen que nacieron para emprender y desde jóvenes son sus propios jefes y manejan su tiempo. Lo cierto es que los nacidos entre 1950 hasta 1985 podemos aprender mucho de cómo obtienen su dinero los jóvenes, cómo ahorran y cómo administran su presupuesto. De hecho, los padres millennials en Estados Unidos están en camino a convertirse en los jubilados más ricos en comparación a los ‘Generación X’ y ‘babyboomers’ que tuvieron hijos. 

El dato fue revelado por NerdWallet y publicado en un artículo de Tanza Loudenback para el portal BusinessInsider.com. La investigación concluye que los jóvenes nacidos entre 1984 y 1995 son muy buenos con sus ahorros, especialmente cuando tienen hijos. Los padres ‘milleninials’ (entre 18 y 34 años de edad) están contribuyendo con el 10% de su ingreso para su cuenta pensional. La cifra supera al 8% de ahorro que maneja la ‘Generación X’ (entre los 35 y 54 años) y los babyboomers (mayores de 55 años) que tienen hijos y que ahorran solo un 5% para su jubilación. 

La encuesta reunió las respuestas de más de 2.000 estadounidenses adultos, de los cuales 1.112 eran padres y 874 no tenían hijos. Pese a que tienen el gasto adicional de los hijos, el 84% de padres encuestados dijeron que están contribuyendo a su pensión, mientras que solo el 69% de los que no tienen hijos afirmaron estar haciéndolo. 

Aún así, entre todos los padres encuestados, los jóvenes ahorran un porcentaje más alto de su ingreso, con uno de cada tres millennials que destinan al menos un 15% a su pensión obligatoria. “Los jóvenes están tomando buenas decisiones cuando tienen la oportunidad de ahorrar un dinero de más”, dijo Arielle O’Shea, especialista en inversiones y jubilación de NerdWallet, entrevistado por Business Insider. 

Pese a que la cantidad de dólares que pueden ahorrar es más pequeña que la de otras generaciones anteriores, debido a que su ingreso es inferior, los hábitos financieros de los jóvenes lucen en buena forma. La clave, según ellos, es retirarse más ricos a través de inversiones tempranas y con constancia. 

Hallazgos clave del estudio

Los padres jóvenes se programan para ahorrar más que otras generaciones: según los datos de las entrevistas realizadas entre los 26 y 67 años, la tasa de ahorro de los padres millennials alcanza a ser $1 millón de dólares más alta que la de los ‘baby boomers’ y $400.000 dólares más que la de los padres de la ‘Generación X’

Muchos padres millennial son ‘súperahorradores’: entre los jóvenes que son empleados y padres se encontró que el 38% destina para el ahorro más del 15% del ingreso, mientras que solo lo hace un 24% de los ‘X’ y un 23% de ‘baby boomers’. Casi la mitad de los papás jóvenes (hasta los 34 años) afirmó que su ahorro para la jubilación es más del 10% de su ingreso anual. 

El siguiente gráfico compara el ingreso anual de los millennials y la contribución que hacen para su pensión obligatoria: 


Fuente: NerdWallet

Como se observa, en todos los rangos de ingresos anuales ($40.000 dólares, $60.000 dólares, $80.000 dólares, hasta $100.000 dólares) los padres jóvenes destinan más ahorro, seguidos por la ‘Generación X’ y los mayores de 55 que siguen trabajando. 

Lo que les falta

Sin embargo, todavía hay algunas falencias entre los jóvenes, especialmente los que creen que no van a tener hijos. De acuerdo a otro estudio realizado por PwC (antes Price Waterhouse Cooper), esta generación preparada y ambiciosa todavía tiene grandes dificultades por ejemplo, con la incertidumbre económica y la falta de estabilidad laboral. La deuda de sus estudios es otra carga que los preocupa y como dice Annamaria Lusardi, directora académica de GFLEC en la Universidad George Washington “los jóvenes deben mucho, y saben muy poco. La lucha de los millennials con sus deudas eventualmente se puede convertir en nuestro problema también”.

Entre las tendencias de los jóvenes con sus finanzas personales están: 

#1. Tiene pocos conocimientos financieros: en la encuesta que tuvo en cuenta a más de 5.500 jóvenes, solo el 24% demostró conocimiento básico de finanzas.


#2. Están descontentos con su actual situación financiera: en una escala de 1-10 sobre qué tan contentos están con su situación, el 34% indicó que estaban muy insatisfechos.


#3. Les preocupa la deuda estudiantil: cuando les preguntaron si tenían la habilidad de prepagar su préstamo educativo, más del 54% respondió que estaban preocupados.


#4. Son frágiles económicamente: cerca del 30% de los millennials están por encima de su capacidad para manejar sus créditos y obligaciones.


#5. No buscan asesoría financiera: aunque no tienen la adecuada preparación, solo el 27% de los millennials informó que buscaron asesoría profesional en finanzas para mejorar sus ahorros y para inversión.


lunes, 1 de enero de 2018

'Colombia está lista para una nueva reforma educativa’: Mineducación

Yaneth Giha asegura que este gobierno hace grandes esfuerzos por la educación superior. 


La ministra de Educación, Yaneth Giha, ocupa el cargo desde noviembre del 2017. Su antecesora fue Gina Parody.

Las principales ciudades del país vivieron el pasado miércoles 4 de octubre movilizaciones universitarias para exigirle al Gobierno el uso efectivo de los recursos destinados a la educación superior pública y rechazar el desvío de este presupuesto a las universidades privadas a través del Icetex. 

Frente a esta situación, la ministra de Educación, Yaneth Giha, le explicó a EL TIEMPO qué está pasando en las universidades públicas y le respondió a los principales reclamos que le han hecho.

¿Qué está pasando con las instituciones de educación superior públicas (IES)?

Si hay algo que este gobierno ha considerado importante es potencializar la educación superior pública. Es un mensaje reiterado del Presidente y algo en lo que hemos puesto esfuerzo y muchos recursos. Hemos incrementado sistemáticamente la financiación desde el 2010. 

Uno de los reclamos de las IES públicas es por falta de recursos para funcionamiento... 

Sí, es que su rubro más importante es el pago de docentes, el cual crece por encima de la inflación. Sin embargo, la Ley 30 nos tiene una restricción en eso. De ahí que cuando se dio la adición presupuestal por reforma tributaria, esos recursos se fueron para funcionamiento. Este año aumentamos la inversión en esa área un 11,75 por ciento frente al año pasado, es el crecimiento más grande que ha tenido el rubro desde 1992. Además, ya quedó en la base presupuestal; es decir, de ahora en adelante lo que suban de inversión para funcionamiento será por encima de la cifra de este año.

Tenemos que ser más eficientes: poder dar más resultados con menos, y eso es parte de la tarea de los rectores 

¿Están o no desfinanciadas las IES públicas?

Hay que mirar caso por caso, porque hay unas que no están desfinanciadas. O sea, ¿cuántas han salido a protestar? No son todas. Hay tres casos identificados, las del Atlántico, Nariño y Magdalena que incrementaron su matrícula por encima de 60 por ciento. Yo siempre he creído que hay que hacer dos esfuerzos. Por un lado, mirar el caso de cada IES y ver cómo desde el Gobierno podemos apoyar. Pero también es importante la gerencia interna. Tenemos que ser más eficientes: poder dar más resultados con menos, y eso es parte de la tarea de los rectores. 

Un punto de la reforma tributaria dice que el 40 por ciento del IVA se destinará a educación superior pública, pero al final del documento dice que esos recursos se pueden destinar para financiar el Icetex, lo cual no tiene contento a los rectores...

Ese 40 por ciento va para educación superior pública. Todo.

Sí, pero entonces el Icetex también se puede entender como educación superior...

Exacto, ahora, en ese primer artículo de la Reforma se habla de educación superior pública. Y hay otro artículo que dice que el Fondo de Financiación Contingente al Ingreso puede nutrirse de esos recursos. Unos para las IES públicas y otros para el Icetex, que financia a los jóvenes. Me dicen que estos recursos van para financiar a las privadas, y yo les digo no, es para financiar a los jóvenes. 

¿Por qué esa adición presupuestal no se entrega solo a las IES públicas?

Cualquier país que quiere un sistema de educación superior público sólido tiene que generar diferentes estrategias para poder aumentar la cobertura. Por eso no puede centrarse solo en las públicas, hay que hacerlo en los otros mecanismos para financiar a los jóvenes que quieran acceder. El Icetex, además de Ser Pilo Paga y de los créditos educativos, tiene otros que ayudan a poblaciones como afros, indígenas y víctimas. 

El programa Ser Pilo Paga es una de las quejas de algunos de los rectores. Dicen que se están desviando recursos de la educación pública a la privada. 

Queremos romper esa idea de que ni el estrato ni la ubicación geográfica definen el futuro del joven; por eso, Ser Pilo Paga es una estrategia transformadora. Entonces insisto en que un país con un sistema de educación robusto tiene que tener diferentes estrategias que puedan abarcar las diferentes necesidades. Lo segundo, en cuanto al presupuesto de educación superior, lo que ha pasado en los últimos años es que la bolsa se agrandó. Creció la plata de IES públicas, creció la plata de Ser Pilo Paga, todo creció.

¿Es sostenible el programa Ser Pilo Paga?

Nosotros también hemos considerado el tema. Vamos a llegar a los 40.000 ‘pilos’. Los próximos 10.000 van a tener las mismas condiciones de los anteriores, nada cambia para ellos. Pero, en donde vamos a hacer la diferencia es en el proyecto de ley para convertirlo en política de Estado. Creamos una comisión con rectores de seis universidades: tres públicas y tres privadas. El proyecto ya está listo. Entraría a regir el año entrante. 

¿Qué cambiaría?

Unos artículos ayudan a equiparar cuántos estudiantes van a las públicas y cuántos a las privadas. Además, se incentiva más entrar en las primeras. En cuanto a la sostenibilidad, ponemos un tope en el pago de matrículas y los incrementos solo se pueden hacer con base en el índice del crecimiento de las universidades. 

¿Se requiere una reforma de la Ley 30? 

Yo creo que Colombia, después de 25 años de la Ley 30, está lista para una nueva generación de reformas. Y son las que merece un sistema cuando tiene unos años como los que tiene, pero aún más con los retos que se vienen los próximos años; por ejemplo, llegar a cobertura del 75 por ciento, como la de países desarrollados. Por eso, sí creemos que es importante dejar un paquete de reformas que deberían ser parte de las discusiones de los candidatos presidenciales.

Yo creo que Colombia, después de 25 años de la Ley 30, está lista para una nueva generación de reformas 

¿Cómo qué reformas?

Primero, hay que aclarar que no es reformar toda la Ley 30. Por lo pronto, son los artículos 86 y 87, los que abarcan el financiamiento de las universidades públicas. Otro tiene que ver con la financiación del sistema, y yo creo que la ley que está cursando en el Congreso, que es la de financiación contingente al ingreso, es muy importante para la financiación de los jóvenes que quieren estudiar.

domingo, 31 de diciembre de 2017

Los cinco errores más comunes que comete cuando habla inglés

Mejore su pronunciación y obtenga mayor fluidez en el idioma con estas recomendaciones que le vamos a dar.
 

Aprender inglés no es tan complicado, de hecho es uno de los idiomas más fáciles por la estructura que maneja. Al principio puede ser difícil, pero después de entender cómo es la estructura gramática, nos damos cuenta que es mucho más simple de la que utilizamos en nuestro idioma.

Sin embargo, para los hispanohablantes hay unas lenguas que son más fáciles de aprender porque comparten algunas estructuras y el léxico es similar, estas son aquellas que son del mismo origen, es decir, las romances o neolatinas, como por ejemplo, el portugués, francés, italiano, catalán, gallego, rumano etc. 

Por otro lado, según Beatriz Gabbiani, lingüista de la Universidad de la República, en Montevideo, Uruguay, entrevistada por la BBC Mundo, la facilidad o la dificultad varía en distintos aspectos pues pueden haber similitudes en la forma en la que se escriben o en la forma en la que se pronuncian, y pone un ejemplo “el alemán es fácil en lo que respecta a la pronunciación, quizás más fácil que el francés y el portugués, pero en la escritura, la gramática del alemán es muy diferente a la del español y se vuelve sumamente difícil”. 

Ahora, hay un idioma que sería fácil de aprender para los hispanohablantes, este es el japonés, porque “tiene unos sonidos muy básicos y muy similares a los del español por lo que la pronunciación es muy parecido”, según Martha Varón Páez, profesora de Lenguaje y Cultura de la Universidad del Tolima, Colombia. Varón Páez, citada por BBC Mundo. 

Pero, uno de los más difíciles y que puede convertirse en todo un reto para usted es el chino o el árabe, "primero porque no son lenguas que se hablan de manera cotidiana, segundo porque no hay sistema de medición que le permitan al alumno sentir que está avanzando y tercero porque el español tiene 27 grafías, mientras que el mandarín, por ejemplo, tiene más de 250 mil", enumeró la lingüista.

Esto para que entienda un poco como puede ser su proceso de aprendizaje al momento que decide estudiar un segundo idioma, sin embargo, en esta oportunidad vamos hablar del inglés porque es uno de los que más se busca aprender en Colombia, porque hay bastante material asequible en este idioma y además porque suele ser un requisito laboral para conseguir un mejor ingreso o cargo profesional. 

Hay personas que deciden pagar cursos presenciales o virtuales para certificar un nivel en específico o para mejorar el dominio que tiene del idioma, lo cierto es que además de comprometerse con un curso o institución, es muy importante que haya una práctica constante y un verdadero gusto por estudiar. 

Así tomará el tiempo suficiente diario para hacer ejercicios, escuchar películas y audios o ver videos en youtube, la tarea bien hecha es hacer parte del día a día el idioma, incluso como si usted viviera en un país de habla inglesa. 

Como usted ya sabe son cuatro las habilidades que se requieren en el idioma: speaking, listening, writing y grammar. Todas son importantes en la medida en la que una se acompaña de la otra constantemente, si usted las sabe dominar va a lograr pasar desapercibido entre los nativos o por lo menos podrá ser admirado porque le puso el suficiente cuidado al idioma para aprenderlo.

La pronunciación que es la que vamos a trabajar en esta oportunidad es una parte fundamental, ya que si usted no pronuncia las palabras como debe ser no podrá comunicarse eficientemente y peor no lo van a entender o le van a comprender otras cosas que no son.

Es usual que cuando usted escucha algún diálogo no entienda nada, pero si le pasan el libreto escrito del mismo audio al leerlo si comprenda por lo menos el 90% de la lectura, esto ocurre porque cuando hablamos unimos los sonidos de las palabras. Nosotros pretendemos que los nativos pronuncien palabra por palabra pero esto nosotros no lo hacemos ni en nuestra propia lengua.

En inglés a esto se le llama, Word linking, un ejemplo que pone la página del inglés total es el siguiente: mientras que usted pronuncia por separado What does she do? un nativo diría algo así Wha dasshi do? 

Y es que, si usted se esfuerza en tener una buena pronunciación, tendrá más confianza para comunicarse y podrá evitar las confusiones por parte de su interlocutor. Así entre los consejos que le damos para mejorar su fluidez están:
Escúchese usted mismo: grábese mientras habla y luego compare la pronunciación con un nativo, de esta manera será más fácil corregir sus errores. 
Cante una canción: le servirá para relajarse y mejorar su ritmo y entonación.
Busque a un compañero: otra persona puede evaluar mejor sus errores y retroalimentarlo.
Obsérvese: póngase delante de un espejo y fíjese en cómo coloca los labios y la lengua, a la vez observe cómo lo hacen otras personas y finalmente compare.
Empiece despacio: empiece por las cosas básicas, después siga con los sonidos simples, luego con palabras y finalmente con frases enteras.

Pilas con cometer estos errores

Está es una lista elaborada por Mark Shea, profesor de inglés de la BBC, quien muestra algunos de los problemas con los que se encuentran más frecuentemente los hispanohablantes cuando tratan de aprender inglés, además le compartimos un video de una pareja que a menudo saca tips del idioma para manejar su dominio.

De acuerdo con Shea, lo primero que debe saber es que a diferencia del español que tiene cinco vocales, en inglés hay cerca de 20 formas de pronunciar las mismas, razón por la cual es más común que los hispanohablantes se equivoquen en la unión de las mismas.

Error # 1 - vocales : Hay una gran diferencia entre el sonido “i” y el sonido “e”, básicamente la diferencia es el largo del sonido. Por ejemplo con la palabra ship (barco) y con sheep (oveja). La primera se pronuncia en un solo golpe, mientras que en la segunda debe alargar la vocal, es decir, la pronunciación sería:

Ship = ship

Sheep = shiip 

Otras palabras son beach (playa) o sheet (papel)

Error # 2 consonantes: la forma de pronunciar las palabras con “b” o con “v”. La diferencias en inglés la puede ver en los labios. Cuando pronuncia palabras con “b” debe cerrar completamente la boca y apretar los labios, mientras que con la “v” es con los dientes y el labio de abajo. 

Error # 3 verbos: los principiantes en inglés suelen decir por ejemplo “I no go”, ellos olvidan que en el idioma existen unos auxiliares que indican el tiempo en el que están hablando, tales como: don’t, doesn’t, was, wasn’t entre otros. 

Error # 4 verbos modales: estos verbos dan la intención a algunas expresiones, un ejemplo en español cuando algo es posible es: “puede ser”, las personas suelen traducirlo como “It can be”, lo cual está mal porque en inglés solo se usa can para habilidades, en este caso es mejor usar: maybe, it could be, it might be.

sábado, 30 de diciembre de 2017

Las profesiones digitales toman la delantera

Actualmente, dominar las últimas tecnologías digitales y manejarse con facilidad en ellas es fundamental para conseguir un buen trabajo.


Los expertos en estadística, por ejemplo, pueden optar por el puesto de Analista de Big Data e Inteligencia de Datos.

Hace pocas semanas se conoció que en Colombia, las universidades de los Andes, Nacional, Javeriana, Antioquia y la del Rosario, forman parte de las 500 instituciones universitarias con mayor empleabilidad de egresados, según el QS World University Rankings, la clasificación elaborada y publicada por el grupo Quacquarelli Symonds, especializado en marketing de educación superior.

Sin embargo, más allá de todas las métricas utilizadas por la empresa británica para la publicación de su estudio, existe un factor que está tomando fuerza, cuando de conseguir empleo se trata, independientemente de la universidad de la que se haya egresado.

Las profesiones de hoy avanzan al mismo paso que lo hace el mundo. El incremento y veloz avance de las tecnologías de la comunicación no solo ha propiciado el surgimiento de un nuevo entorno digital cada vez más envolvente, sino que también ha transformado la manera en que las compañías perciben a sus potenciales empleados y cómo estos acceden a la actividad laboral. 

Actualmente, dominar las últimas tecnologías digitales y manejarse con facilidad en ellas es fundamental para conseguir un buen trabajo, tanto o más que hablar con fluidez varios idiomas.

Según el estudio “Top 25 profesiones digitales 2017”, elaborado por el Inesdi Digital Business School, las profesiones de Digital Marketing Manager, Community Manager y Social Media Manager se posicionan como las tres más demandadas por las compañías de hoy, mientras que otros de los perfiles se relacionan más con la programación, la creación de aplicaciones móviles, el SEO o la ciberseguridad. 

Los expertos en estadística, por ejemplo, pueden optar por el puesto de Analista de Big Data e Inteligencia de Datos, con el cual se consigue estudiar grandes cantidades de información para prever pautas y conductas futuras, mientras que los interesados en conocer a los clientes y su impacto en el negocio podrían desempeñarse como Analistas de Inteligencia de Clientes.

Otras profesiones novedosas son las de Director de seguridad de la información, Responsable de Conversión y Captación Programática, Responsable de tráfico web o Diseñador de interfaces y experiencia de usuario, por mencionar varias.

El informe concluye, además, que existe una tendencia creciente a la especialización de estos puestos, en detrimento de algunos que aún son muy generalistas. Es por esta razón que las universidades en el mundo y particularmente en Colombia se han dado a la tarea de incluirla en sus pénsum o, lo que es mejor, de ofrecer títulos profesionales y cursos relacionados. 

Indistintamente del puesto o de la institución que se escoja, una clave en este sector es adaptarse a los nuevos tiempos. Las profesiones digitales vienen a llenar las demandas de los clientes que están evolucionando a la par con la tecnología, y si las compañías de servicios queremos de verdad ser relevantes para ellos, ofrecer experiencias únicas, diferenciales y omnicanales, tenemos que prepararnos para estar a tono con las nuevas realidades. En este sentido, las universidades ya ofrecen cursos en transformación de negocios, marketing digital y gestión de contenidos digitales, por ejemplo, que las empresas demandan cada vez más porque saben que les va a permitir un mayor alcance, conocimiento, fidelización de sus clientes, e innovación.

De este modo, la robótica, la realidad virtual o la inteligencia artificial están a la orden del día en muchos sectores económicos, especialmente en el de la gestión y atención de clientes, y van a marcar las pautas a corto plazo y, como sería de esperar, en el futuro más inmediato.

viernes, 29 de diciembre de 2017

La generación I

Un nuevo libro presenta en sociedad a los nuevos adolescentes de hoy: dependientes, solitarios, poco interesados en ser adultos y lo más preocupante, menos felices.


A un lado millennials. Llegó una nueva generación de jóvenes nacidos a partir de 1995 y que se diferencian de las anteriores por ser los primeros en haber cruzado la adolescencia de la mano de los teléfonos inteligentes y las redes sociales. “Ellos han pasado más tiempo frente a sus pantallas que interactuando con sus amigos en persona, en proporciones mayores que ninguna otra generacion”, dice Jean Twenge, psicóloga de la Universidad de San Diego, California, quien los bautizó iGen. Este grupo no recuerda lo que era vivir sin internet, pues en 2011, al estallar el boom de los celulares inteligentes, los primeros representantes de esta comunidad tenían apenas 7 años. Hoy se calcula que 2 de cada 3 adolescentes tiene uno. Según la experta, ese simple hecho ha afectado su comportamiento, su manera de usar el tiempo libre y sus actitudes frente a la religión, la sexualidad y la política, lejos de sus vecinos generacionales.

El joven iGen promedio de hoy chequea su teléfono más de 80 veces al día, y antes de comenzar el octavo grado ya tiene una cuenta de Instagram. “Los ‘millennials’ crecieron con internet, pero no en la misma intensidad de casi 24 horas”, dice Twenge. Esto ha generado una transformación que se observa en todas las clases sociales, en todos los rincones de Estados Unidos y, aunque las conclusiones no se pueden generalizar directamente a otros países, “estos cambios generacionales están surgiendo en otras culturas en el mundo”. Su más reciente libro, iGen, está dedicado a ellos. Para escribirlo, Twenge entrevistó personalmente a 23 miembros de la generación iGen, de quienes escuchó frases como “prefiero estar viendo Netflix que con mi familia” o “paso más hablando por mi teléfono que con gente de carne y hueso”. Además, revisó grandes sondeos y bases de datos que involucraron a 11 millones de personas, en los que advirtió suficientes diferencias como para establecer que el mundo está ante una nueva generación.

A diferencia de los anteriores que se sienten atraídos por la libertad y la rebeldía, este grupo es más dependiente de sus padres. Usualmente salen con ellos a los centros comerciales, a cine o a cenar. En general, se sienten mucho más cómodos encerrados en su habitación que en un carro o una fiesta. Aún más, la experta se atreve a afirmar que es una generación que crece más lento que las anteriores, con lo que desafía la idea de que estos jóvenes cruzan la adolescencia velozmente al estar expuestos al porno en internet. Aunque admite que es cierto que hoy los niños tienen más contacto con estos contenidos, al mirar su comportamiento y lo que hacen con su tiempo, resulta totalmente lo opuesto. “Tomemos como ejemplo los jóvenes de grado 11, entre 17 y 18 años. Los sondeos dicen que muchos menos de ellos están haciendo todas esas cosas que otros de su edad hicieron en su adolescencia decadas atrás, como tener pase de manejar, probar el alcohol, salir sin lo papás, tener novias, hitos que solían marcar la adultez”.

Según las cuentas de Twenge, solo 56 por ciento de los estudiantes de grado 11 en Estados Unidos tuvieron citas románticas mientras que en otras generaciones esa cifra era de 86 por ciento. Esto ha hecho que ellos tengan menos sexo que sus predecesores. “El joven promedio tiene su primera relación sexual en el grado 11, un año después de lo establecido para la generación X”, dice en su libro. No tienen pase, no son tan asiduos bebedores, no están interesados en conseguir trabajo y dejan a un lado las responsabilidades. Esta generación se comporta como niños: los jóvenes de 18 hoy actúan como de 15 y los de 13 como si tuvieran 10.

Eso los hace estar físicamente más seguros, pues no tienen accidentes de tránsito, embarazos no deseados ni riesgo de hacerse adictos al alcohol, lo cual es una bendición para sus padres. Pero si bien están más protegidos en ese sentido, paradójicamente son mucho más vulnerables en lo emocional, y esto lo pudo constatar la investigadora al encontrar que la tasa de depresión y suicidio viene en aumento desde 2011. “No es exagerado decir que están al borde de la peor crisis de salud mental en décadas”, dice.

Para ella los grandes causantes de esa crisis son los aparatos digitales y las pantallas en todas sus formas, tabletas, teléfonos o computadores. Después de todo, dice la autora, esta generación ha tenido más tiempo libre no solo porque hace menos tareas, sino porque no tienen que trabajar y no les interesa hacer ejercicio. Tampoco dedican ese tiempo extra a actividades familiares porque, como habrán vivido muchos padres, estos niños no hablan con ellos y cuando los adultos les hacen una pregunta contestan con monosílabos. Twenge señala que dedican ese tiempo de ocio a sus teléfonos, a los que consultan por lo general en la soledad de su cuarto y hasta tarde en la noche. Casi todos duermen con el dispositivo bajo la almohada, y ese aparato es lo último que ven antes de dormir y lo primero que miran cuando se despiertan. Algunos pasan hasta 10 horas en chats y actualizando sus redes sociales, y para Twenge eso es demasiado. Por eso sentencia que la insatisfacción en sus vidas está relacionada con el abuso de las pantallas.

Twenge muestra cifras y estudios que apoyan esta idea. Las investigaciones revelan que todas las actividades desarrolladas en pantallas se asocian a menos felicidad. Se ha visto que los niños de sexto grado que pasan 10 horas en sus redes sociales tienen 56 por ciento más probabilidad de considerarse infelices. Lo contrario también es cierto. Aquellos que pasan hasta 10 horas interactuando personalmente, cara a cara, tienen apenas 20 por ciento de probabilidades de sentirse desdichados. Esto aplica también a la depresión. Un estudio con niños de octavo grado mostró que aquellos que ven asiduamente pantallas tienen 27 por ciento más riesgo de presentar síntomas de depresión que los deportistas. Y se ha podido constatar que los niños que pasan más de 3 horas frente a los aparatos tienen 35 por ciento más riesgo de suicidarse. “La tasa de suicidio en los más grandes se elevó a 50 por ciento y se ha triplicado en niñas entre 12 y 13 años”, dice. Estos problemas mentales son más comunes que antes, y “la tendencia empezó alrededor de 2011 o 2012, el mismo año en que el Pew Center encontró que estos aparatos se volvieron ubicuos. Esa simultaneidad es sospechosa”.

El libro ha recibido críticas por tener una visión fatalista de los jóvenes de hoy, y por satanizar la tecnología de la misma manera en que otros en el pasado rechazaron la radio, la televisión y los videojuegos. Además, algunos psicólogos e investigadores creen que la autora salta rápidamente a conclusiones sobre fenómenos sociales que son multifactoriales, por lo que no tiene sentido señalar a las pantallas digitales como únicas culpables. Twenge aclara que sus cifras se basan en promedios y eso significa que no todos los adolescentes se comportan igual. “El promedio de jóvenes de iGen pasa más tiempo en internet que el ‘milennial’ promedio en 2005. Por supuesto, algunos jóvenes iGen pasan menos tiempo en línea así como un

‘millennial’ puede gastar más tiempo en las redes sociales” dice en su libro.

Pero más allá de las críticas, es cierto que el uso excesivo de estos aparatos digitales preocupa actualmente a todos los padres tanto como la droga, el abuso de alcohol y la sexualidad sin protección. La tecnología no es buena ni mala, dicen muchos expertos, pero el uso continuo de estos aparatos a diario sí está alimentando una epidemia de obesidad, y en las noches, otra de insomnio. De manera que hay motivos para preocuparse. Poner reglas es complicado porque los mismos padres son adictos a sus propios teléfonos inteligentes, en algunos casos porque les divierte Facebook, pero en otros porque el aparato es una herramienta clave para el trabajo, cuando no el medio para obtener sus ingresos. Según Noel Janis-Norton, autor del libro Calmer, Happier Screen Time, no es recomendable prohibirlos totalmente, sino restringirlos en ciertos momentos como antes del colegio, durante las comidas y a la hora de dormir. “Cuando los padres son firmes y consistentes, los jóvenes responden bien y dedican su tiempo libre a hacer otras cosas en las casa”.

Otros recomiendan más calma porque la tecnología no tiene que ser algo malo. Sin embargo, señalan la importancia de propiciar encuentros con sus hijos para cerciorarse de que son felices. Twenge, por su parte, reitera que la solución está en poner límites porque cree que el exceso de teléfono es dañino y genera consecuencias nefastas en la salud emocional y en las habilidades sociales de los niños. “Una hora está bien, pero más de tres está demostrado que aumenta estos problemas”. Agrega que esta es la oportunidad para que los adultos también revisen su propio consumo de redes sociales. Y recomienda, sobre todo, estimularlos a ser independientes. “Tenemos que cuidarlos, pero no tanto. Si quiere salir solo o quiere manejar, déjelo. Ya tiene 18 años y esas experiencias ayudan a madurar”.