Craneo de mastodonte. Estos mamíferos llegaron de Norteamérica, y se adaptaron en Suramérica.
Depósitos de fósiles de estos animales extintos reposan bajo el río Cauca.
La semana pasada los vallecaucanos se sorprendieron con el particular descubrimiento con el que se topó un grupo de areneros del río Cauca, en el sector que se conoce como el Paso de la Torre, cerca a Yumbo. Extraer del cauce material que se emplea para construcción es una actividad que realizan tradicionalmente familias por generaciones, en esta ocasión la pala con la que hacen este trabajo les trajo también algunos dientes y una vértebra que se cree pertenecían a un mastodonte, una especie extinta que caminó por ese territorio hace miles de años.
Aunque la noticia despertó la curiosidad de la población, lo cierto es que estos hallazgos son más comunes de lo que se cree. De hecho, desde hace unos 30 años Gheny Krigsfeld, un odontólogo apasionado por la naturaleza y los minerales, se ha dedicado en su fines de semana a recorrer el valle geográfico del río Cauca en busca de los restos fósiles que frecuentemente se encuentran los areneros. Una colección que los expertos estiman puede corresponder a unos 300 individuos diferentes de mastodontes, unos gigantes similares a los elefantes actuales, aunque más grandes y cubiertos de un pelambre que les permitía vivir a temperaturas más bajas.
De ascendencia rumana y judía, la familia de Gheny llegó a Cali huyendo de la segunda guerra mundial. Aunque su nombre y sus rasgos europeos revelan su conexión con los Balcanes, su marcado acento lo hace tan caleño como el pandebono y tan colombiano como cualquiera, con un amor profundo por el territorio y su estudio, que lo ha llevado como paleontólogo y naturalista aficionado a interesarse por los minerales y los fósiles que se ha encontrado en el camino, desde el primer molar de mastodonte con el que se cruzó por casualidad y que lo cautivó también como odontólogo.
Gheny Krigsfeld, un odontólogo apasionado por la naturaleza y los minerales.
En la época en que vivieron estos mastodontes si usted se paraba en Cali todo lo que vería en el valle sería un bosque seco que iría desde Toro hasta Puerto Tejada y humedales gigantescos
“No lo conocía, me interesó mucho, lo empecé a estudiar y me di cuenta de dónde los sacaban, empecé a ir a los sitios, a colectar por aquí y por allá. Se puede decir que casi todos los sábados yo los dedico jugando, hago mis expediciones, ya sea de minerales o de fósiles o de cualquier otro elemento”, comenta este hombre de 78 años que después de décadas de hacer ciencia de manera independiente y de tocar sin éxito varias puertas en varias instituciones en busca de apoyo para profundizar en la investigación de estos especímenes, finalmente es uno de los coautores de una publicación reciente que recoge la caracterización de los depósitos en los que bajo el río Cauca permanecen los restos de estos magníficos animales que caminaron por el Valle.
Junto a Carlos Jaramillo, investigador del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales y una de las autoridades en paleontología en Colombia, y científicos de la Universidad Icesi (Cali), la Universidad del Norte (Barranquilla), la Universidad de São Paulo (Brasil) y de la empresa Subsuelo3D (Bogotá),Una tierra de gigantes
“En la época en que vivieron estos mastodontes si usted se paraba en Cali todo lo que vería en el valle sería un bosque seco que iría desde Toro hasta Puerto Tejada, todo el Valle, y humedales gigantescos. Hoy en día el 98 por ciento de todo ese bosque ha sido reemplazado por caña, un cambio gigantesco en el paisaje y todavía no entendemos muy bien el efecto que ha tenido en el ciclo hídrico del Valle del Cauca, en lo que llueve sobre Cali y los pueblos que están al norte y al sur sobre el río Cauca, el efecto que está teniendo la gran cantidad de nutrientes que son añadidos a todos estos cultivos para que crezcan, comparado al nivel de nutrientes que había en el último glaciar, cuando vivieron estos mastodontes”, explica el doctor Jaramillo sobre algunos datos acerca de la riqueza de este territorio a los que pudieron acceder gracias al estudio.
Más allá de identificar si estos animales eran o no mastodontes, que definitivamente lo son, el propósito de la investigación se centró en estudiar cómo son los depósitos de estos restos que se encuentran bajo el río Cauca, información fundamental para reconstruir cómo es la geometría de los cuerpos rocosos donde están los restos de los animales y qué edad tenían. Una tarea supremamente difícil al encontrarse bajo tierra y bajo el río, un lugar de difícil acceso para excavar.
Fósiles de mastodontes.
Con el apoyo de The National Geographic Society y gracias al desarrollo de tecnología nacional que han adelantado los geólogos e ingenieros de Subsuelo3D, los científicos emplearon técnicas de sonido y de electricidad para identificar el tipo de roca que hay bajo el río en las zonas donde suelen aparecer los restos de los mastodontes, con esos datos construyeron, mediante algoritmos computacionales, modelos en 3D para recrear lo que no eran capaces de ver directamente con sus ojos y ponerle un contexto a los fósiles.
“Contratamos dos tipos de palas durante una semana, estuvimos las 24 horas sacando material, hasta que logramos extraer pedazos asociados a estos fósiles para datarlos usando carbono 14. Por eso sabemos que tienen 14.000 años, es decir, a finales del último glaciar es la imagen de cómo era el paisaje en Cali en esa época. Y todo fue hecho por alguien que no era científico, que solo tenía curiosidad, energía y constancia para hacer esto durante 35 años”, comenta Jaramillo sobre el incansable trabajo de Gheny que sembró la semilla que hizo posible esta investigación.
Adicionalmente, los investigadores evaluaron el tipo de vegetación que dominaba la región examinando muestras de polen, porque descubrir más sobre este territorio puede también ayudar a desenredar uno de los grandes misterios de la paleontología: ¿por qué estos grandes animales, originarios de Norteamérica, no empezaron a migrar hacia Suramérica sino millones de años después de que se conectaran estas dos partes de lo que hoy es el continente americano con la formación del istmo de Panamá?
Los investigadores ayudaron a curar una colección que estiman abarca a 300 individuos diferentes.
Hallar restos fósiles de mastodontes en el río Cauca es algo usual, sin embargo hay que recordar que estas piezas no tienen valor comercial por considerarse patrimonio nacional.
Los investigadores contrataron palas con las que se extrae arena del Río para construcción, para ubicar el depósito de fósiles.
Carlos Jaramillo junto a Gheny Krigsfeld.
Los investigadores ayudaron a curar una colección que estiman abarca a 300 individuos diferentes.
Hallar restos fósiles de mastodontes en el río Cauca es algo usual, sin embargo hay que recordar que estas piezas no tienen valor comercial por considerarse patrimonio nacional.
“Cuando Panamá colisionó con Suramérica, estos dos continentes que habían estado aislados por casi 100 millones de años se vuelven a unir, se unió Gondwana, que es Colombia y Suramérica, con la Laurasia, que es Norteamérica, y se produjo algo que se ha llamado el Gabi, el Great America Biotic Interchange o el gran intercambio americano de fauna y flora, entonces muchas plantas y animales se movieron del sur al norte y del norte al sur”, explica Jaramillo.
De este proceso, una de las especies más icónicas son los mastodontes, que se movieron de Norteamérica y llegaron a adaptarse y ocupar todo Suramérica, por eso, según detalla el paleontólogo, los encontrábamos en Colombia por todas partes, desde el páramo hasta en los bosques en el Putumayo. “Lo que no se sabe muy bien es qué hizo posible que estas migraciones ocurrieran, por qué algunos animales migraron y otros no, y cuándo migraron”, comenta el experto.
El interrogante se mantiene porque lo que muestra la evidencia geológica es que por lo menos desde hace 10 millones de años ya había una conexión física entre el norte y el sur del continente, estableciendo un camino por donde estos animales podrían haber pasado que ya para hace cuatro millones de años era completamente permanente. Sin embargo, los expertos señalan que la mayoría de las migraciones de mamíferos, como los mastodontes, ocurrieron solo hasta hace 2 millones de años. Por eso la pregunta es: ¿Qué los llevó finalmente a comenzar a moverse hacia nuevos territorios?
Siempre estamos a la caza de alguna compañía que, por ejemplo, vaya a construir una piscina para truchas, que nos permita profundizar más. El día que encontremos un depósito va a ser muy interesante
“Pensamos que el detonante de gran parte de las migraciones, especialmente de norte a Suramérica, fue el cambio climático tan gigantesco que ocurrió a principios del Pleistoceno, que es el clima que tenemos hoy en día, y es cuando estas glaciaciones y desglaciaciones empezaron”, asegura el doctor Jaramillo. Esto puede haber generado un cambio en los paisajes de Centroamérica y del noroeste de Suramérica, dejando, donde antes existían bosques húmedos tropicales unas sabanas, paisajes abiertos preferidos por los mastodontes para migrar.
Pero es una hipótesis que apenas se ha puesto a prueba por la ciencia, debido a que el registro fósil del Plio-Pleistoceno, como se le conoce a esta época, de esas regiones no ha sido suficientemente estudiado, como pasa con los fósiles del Valle del Cauca. Por eso el descubrimiento de Gheny Krigsfeld en el río Cauca es tan importante, porque son depósitos de fósiles que corresponden a uno de esos posibles corredores por donde viajaron los mastodontes para convertirse en habitantes permanentes del sur, por lo menos hasta su extinción.
Pese a este potencial, esta investigación es solo el comienzo y, aunque los hallazgos de Gheny son la prueba de la densidad de fósiles de estos animales que posee el Valle del Cauca, encontrarlos en un lugar más alejado del río y de la actividad de los areneros marcaría la diferencia a la hora de poder obtener más información de ellos. “Así vamos a poder encontrar el depósito y verlo con nuestros ojos, pero para eso necesitaríamos bajar unos 12 metros en la tierra. Siempre estamos a la caza de alguna compañía que, por ejemplo, vaya a construir una piscina para truchas o cosas de este estilo que nos permita profundizar un poquito más, sacar los depósitos y volver a tapar y construir el lago. El día que encontremos un depósito va a ser súper interesante”, concluye Jaramillo.