martes, 14 de abril de 2015

Siete razones por las que los niños deben ayudar en el hogar

Investigaciones demuestran los beneficios académicos, emocionales y profesionales de dichas tareas.

Empiece por algo pequeño y vaya agregando
Empiece por algo pequeño y vaya agregando "niveles".

Las exigencias actuales para medir el éxito de los niños –desde la escuela primaria hasta la admisión a la universidad– han eliminado las tareas del hogar de las prioridades de muchos padres jóvenes.
Según una encuesta reciente de Braun Research, el 82 por ciento de los padres consultados (sobre una muestra de 1.001 personas) reportó haber realizado esas tareas de chicos, pero solo 28 por ciento de ellos se las reclama a sus propios hijos. (Lea también: Así permea la cultura de la ilegalidad a los más pequeños)

Con la presión de tener que aprender mandarín, presidir el club de ajedrez o conseguir un galardón escolar, las tareas del hogar son desplazadas por los imperativos de la construcción de una hoja de vida.
Sin embargo, no es tan claro que estas actividades constituyan un mejor uso del tiempo de los niños. 

“Los padres de hoy quieren que sus hijos pasen más tiempo haciendo cosas que les sirvan para alcanzar el éxito en su vida adulta, pero, irónicamente, dejaron de pedirles que hagan algo que es un probado indicador de éxito: las tareas del hogar”, dice Richard Rende, un psicólogo de desarrollo de Paradise Valley, Arizona, coautor de Raising Can-Do Kids, de próxima publicación.
Décadas de investigaciones demuestran los beneficios académicos, emocionales y profesionales de dichas tareas. Estas son las mejores maneras de motivar a sus hijos para que colaboren en el hogar:
Cuide su lenguaje. Un estudio publicado por Child Development encontró que agradecer a los niños por “ser una gran ayuda”, en lugar de por simplemente “ayudar”, incrementa significativamente su deseo de colaborar en casa. El estudio determinó que lo que motivaba a los niños era la idea de crear una identidad positiva, el ser reconocidos como alguien que ayuda.
Planifique los horarios. Marque las tareas en el calendario junto con la lección de piano y la práctica de fútbol. Esto indica consistencia de propósitos.
Como jugando. Al igual que los videojuegos, empiece por darle algo pequeño para hacer y vaya agregando “niveles” de responsabilidad, desde ordenar la ropa a ganar el derecho de usar la lavadora.
Separe la mensualidad de las tareas. El pago de dinero a cambio de hacer las tareas del hogar convierte un acto altruista en una transacción comercial y disminuye así la motivación y el desempeño.
Discriminar bien el tipo de tarea. Para desarrollar conductas prosociales como la empatía, las tareas deben ser una rutina y no estar focalizadas en el autocuidado (limpiar el propio cuarto o hacer la cama), sino en el de la familia (barrer la casa o lavar la ropa). Incluir a los niños en la elección de las tareas los incentiva a hacerlas.
Cambie su modo de hablar. Para mejorar la colaboración de los niños, Rende sugiere que en lugar de decirles “haz tus tareas”, les diga “hagamos nuestras tareas”, no como un deber, sino como una manera de cuidar de los demás.
Dele buena publicidad. No relacione las tareas con el castigo. Siempre que se refiera a ellas, hágalo de forma positiva o al menos neutra. Si se queja de tener que lavar los platos, también sus hijos se quejarán.

lunes, 13 de abril de 2015

Por qué Finlandia tiene el mejor sistema educativo?

La escolaridad empieza a los siete años, los alumnos participan más que el profesor y solo el 10 por ciento de las tareas son para la casa.

 
El 90 por ciento de los colegios son públicos y no realizan selección de estudiantes. De hecho, los niños se matriculan en la institución más cercana, donde conocen a compañeros de todas las condiciones sociales y aprenden a convivir sin discriminar.

Leer se enseña desde los siete años, no antes. Algunos expertos afirman que a esa edad, en la que empieza la escolaridad básica en Finlandia, existe madurez suficiente para desarrollar el gusto por estudiar. La socialización es lo único que se estimula en el año obligatorio de preescolar.

También hay una mística en este sistema: los miembros de la comunidad académica tienen un alto sentido de responsabilidad. Profesores, directivos y estudiantes cumplen con lo que se espera que hagan, sin necesidad de ser vigilados constantemente.

Los alumnos participan activamente en las clases, incluso más que el profesor. De esta forma, los niños que necesitan ir más despacio que sus compañeros, reciben atención especial del docente en la misma aula. No son obligados a repetir cursos ni a separarse de sus amigos, lo cual afectaría su autoestima.

Además, pueden tener el cabello y las uñas como mejor les parezca. No es obligatorio vestir uniforme y pueden quitarse los zapatos cuando estén en el salón. Las evaluaciones no consisten en repetir de memoria los conceptos, sino en aplicarlos a la resolución de problemas prácticos.

Realizar actividades extracurriculares es igual de importante que la educación oficial, por lo que pasan pocas horas al día en el colegio. Solo el 10 por ciento de las tareas son destinadas para la casa y el año escolar dura menos que en la mayoría de países del mundo.

Para ser profesor en Finlandia es necesario tener un magíster en educación. Además, acceder a un pregrado en pedagogía está reservado únicamente para quienes tengan los mejores promedios. Lo anterior permite que quienes ejercen la profesión están realmente interesados en la investigación y contribuyen a mejorar la calidad educativa. El docente es una de las figuras más respetadas, valoradas y queridas.

La preocupación no es estar de primeros en un ranking ni ser mejor que los demás. No existe un escalafón docente, así como los alumnos tampoco son comparados ni segregados.

domingo, 12 de abril de 2015

Pare oreja, cuidado con los audífonos

Casi el 40% de jóvenes están expuestos potencialmente a niveles excesivos de ruidos en discotecas, conciertos y eventos deportivos.

Probablemente le ha sucedido que las cosas que escucha a través de sus audífonos pueden ser audibles con facilidad para las personas que van a su lado, en consecuencia la gente piensa que está sordo o está en el camino de serlo. Esta expresión no está lejos de ser verdad, ya que cuando expone sus oídos a altos volúmenes afecta a las células pilosas, los vellos internos responsables de llevar los impulsos eléctricos del oído al cerebro.
La audióloga Clemencia Barón Castañeda asegura que es común que los jóvenes usen auriculares casi como una extensión de su cuerpo, pero tanto la frecuencia como la potencia del sonido durante muchas horas afecta, sin duda, la salud auditiva. Esto luego se traduce en otros trastornos como estrés, insomnio, falta de atención e irritabilidad nerviosa.
"Lo recomendable es que los reproductores de música no superen el 60% de su capacidad de volumen. Su uso debe ser por periodos cortos para dejar descansar el oído, también se debe limitar la exposición a ruidos molestos, ya que a más decibeles (medida del sonido), menor es el tiempo que una persona soporta escuchar", señala.
La especialista agrega que cuando la persona pide que le repitan, que le hablen más duro o que le suban más volumen del acostumbrado al radio o al televisor es un síntoma de pérdida auditiva que debe se motivo de consulta antes que los efectos sean irreversibles. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 1.100 millones de jóvenes en el mundo están en riesgo de sufrir pérdidas de la audición a causa de prácticas inseguras de escucha.

Los cuidados
La higiene interna y externa de los oídos debe convertirse en un ritual. La especialista Clemencia Barón indica que el uso de audífonos debe ser de uso personal, ya que por este medio también se propagan infecciones.
"Los auriculares hay que higienizarlos con una gasa impregnada de alcohol o una toallita húmeda, ya que las bacterias se pueden pasar de un oído a otro. Por lo general cuando hay infección también se presenta secreción de materia, acompañada de un fuerte dolor y es indispensable asistir al médico para indicar qué tratamiento seguir".
La audióloga de Med-El , compañía que se encarga de investigar la pérdida auditiva, aconseja no automedicarse y menos con antibióticos, ya que estos son tóxicos parta el oído y pueden generar sordera.

Para escuchar bien
1. El lavado de oído se recomienda para las personas que producen mucha cera, pero solo se pueden hacer dos o tres veces al mes. Elija siempre gotas de glicerina y un algodón para taponar el oído y lograr su efecto.
2. No realice lavados cuando hay dolor de oído. En este caso puede haber una perforación del oído interno.
3. No use copitos, hacen más daño que beneficio, porque llevan la cera a un punto donde no sale por sí sola y se crean tapones de cerumen muy difíciles de extraer.
4. No preste los audífonos, son un objeto tan personal como un cepillo de dientes.
5. No se lleve objetos a los oídos, estos elementos representan grandes focos de infección.
6. Evite grandes exposiciones al ruido.
7. Utilice los manos libres o audífonos por periodos cortos e intermitentes en el día.

Opiniones
¿Usa audífonos con frecuencia y los higieniza antes de ponérselos?
Maité Ortíz
Todos los días los uso y limpio cada ocho días.
María Fernanda Orbes
Me los pongo todos los días y los higienizo cada ocho días con un líquido especial.
Ximena Ramírez
Los uso todos los días y también los limpio diario con pañitos antibacteriales.
Marlon Rincón
Uso muy poquito los audífonos y nunca los limpio.
María Camila Escobar
Los uso cada semana y nunca los higienizo.

sábado, 11 de abril de 2015

Grita a sus hijos?

Cuando a los chicos se les reprocha, pega, critica o grita, se les dice que solo se ve lo malo en ellos. Así se sentirán rechazados.


Un día mientras Ale Velasco, maestra en educación especializada en lenguaje entre padres e hijos, ofrecía una conferencia en Monterrey (México), un señor le preguntó: ¿Qué puedo hacer para que mi hija obedezca?.
Ella lo interpeló: ¿Que obedezca a la primera?. ¡Sí, a la primera!, dijo él. Y Ale, directora del programa Auxilio, tengo hijos, de Discovery Home and Health, le respondió: Si tu hija te obedece a ti a la primera, obedecerá al novio que la invita al hotel, a la amiga que le ofrece droga, al maestro que la lleva a lo oscuro.
Velasco explica que el problema de gritar, pegar o agredir a un hijo y educarlo para que obedezca, es que se le enseña que cualquiera tiene el poder de mandarlo. Si el padre o la madre dan una orden de manera inadecuada, los niños lo verán como un capricho y se sentirán humillados por el abuso de poder. Y se defenderán con el arma del débil: la desobediencia.


1. No tendrá criterio.
Hay que ponerse en los zapatos de los hijos, para lograr empatía y mostrar el respeto que se exige de los demás para con uno mismo. Los padres no deben dar la impresión a los hijos de que son objetos para ellos, o cosas de las que pueden disponer a su antojo. Los hijos deben ser tratados con respeto. Con gritos, insultos o castigos físicos, no podrán ir formando su propio criterio.

Para que aprendan a decir no y a elegir acertadamente, sus padres les deben dar un nivel de confianza en su capacidad de juicio, permitiéndoles conversar sobre cualquier problema. Los padres que someten a sus hijos a la sumisión les hacen daño, porque al llegar a mayores no sabrán qué hacer con tanta libertad y responsabilidades.


2. Perderá iniciativa, respeto.
El maltrato físico y el emocional dejan profundas secuelas en la auto imagen de la persona. El niño acabará por no distinguir cuando de verdad ha cometido una falta grave y les perderá el respeto a sus padres, ya que estará cansado de que lo regañen por cualquier cosa.

El autoritarismo o abuso de la autoridad anula la individualidad y la iniciativa de quien la sufre. Cuando los hijos de padres autoritarios crezcan serán rebeldes y rechazarán cualquier forma de autoridad, serán intolerantes o muy sumisos, incapaces de disentir por temor a las represalias, dispuestos a obedecer sin chistar.


3. Dañará su autoestima.
Descargar con los hijos las frustraciones de la vida cotidiana, hará que esos enojos que usted desborda a diario sean guardados por estos y expresados con furia más adelante. Las palabras cortantes, pronunciadas en momentos de frustración pasajera hieren la autoestima del niño y le generan dudas sobre sus capacidades.



4. Será presa del abuso.
Mediante los gritos, los golpes, las bofetadas, los pellizcos, la burla, el niño aprende a temer a la persona que ejerce violencia y cree, erróneamente, que la única manera de reaccionar frente a los conflictos es la agresión física o verbal. Un padre que castiga a su hijo por haber mentido, está equivocado, los golpes no curan el vicio de mentir, lo potencian. La mentira se cura con la eliminación del temor que la provoca.


5. Cortará la comunicación.
Ale Velasco cuenta que una vez un joven de secundaria le pidió a su mamá: “Por favor, no me veas con ojos de demonio”. Cuando somos asaltados por la ira o la tristeza, nuestros gestos dicen lo que sentimos. Los padres deben llamar la atención de sus hijos sin necesidad de gritarles, para alcanzar un amor firme con límites. De lo contrario sus hijos cortarán toda comunicación con ellos. Hay que hablar de cada problema y encontrar la solución. No dejar acumular nada.

viernes, 10 de abril de 2015

Cómo estimular jugando?

¿Cómo estimular jugando?

Puesto que en el desarrollo de la capacidad intelectual no intervienen sólo factores genéticos, sino también, y entre otros, emocionales, ambientales, o educativos, puede incidirse en alguno de estos últimos para «despertar» aptitudes o capacidades en el niño. Por supuesto, el contacto afectivo es fundamental pero, además, podemos llevar  a cabo algunos ejercicios de estimulación durante, sobre todo, los dos primeros períodos de desarrollo de la inteligencia, e incluso con niños algo más mayores, ya en el período operatorio-concreto. Mediante el juego, y de forma espontánea, los niños experimentan y realizan procesos de asimilación y acomodación intelectual. Aquí es donde podemos intervenir, poniendo a su alcance materiales y estímulos adecuados para favorecer esos procesos. Por ello es importante dar siempre a estos ejercicios un carácter lúdico, que facilite la comunicación entre nosotros y el niño, y no forzarle nunca si no quiere participar en ellos.

A los seis meses

A esta edad, el niño se encuentra en una etapa en la que ya es capaz de conocer el entorno a través de su cuerpo. Los objetos que están presentes en su vida cotidiana (cajas, llaves, papel, pelotas…) cobran aquí importancia porque, poco a poco, no sólo aprenderá a reconocerlos cuando los vea, sino a saber de su existencia aunque no los vea. El ejercicio propuesto para los niños de 6 meses es intentar ayudarles a descubrir el mundo a  través de los sentidos, al tiempo que se introduce, paulatinamente, el concepto presencia-ausencia. Puede utilizarse cualquier objeto,  siempre que sea lo bastante grande para que el niño no se lo trague.
  1. Mostramos al bebé, por ejemplo, una pelota, situándola frente a él varias veces hasta que la reconozca. Dejamos que la toque y que se la lleve a la boca.
  2. Tomamos la pelota y la ponemos debajo de un trozo de tela o un pañuelo, siempre delante del niño, dejando que él lo vea.
  3. Señalamos la tela, con la pelota escondida debajo, y le decimos al bebé, suavemente, que la pelota está ahí.
  4. Después, levantamos el trozo de tela y le mostramos cómo, efectivamente, la pelota se encuentra debajo.
  5. Podemos repetir esta acción varias ocasiones hasta que el niño acabe levantando él mismo la tela. Si no lo hace, volvemos a empezar con el ejercicio desde el principio, evitando siempre cansar al bebé. Podemos esperar unas horas, o unos días, para recomenzar el juego.

De cuatro a cinco años

En esta fase, durante el período intuitivo, el niño se encuentra en el denominado «pensamiento mágico», y mediante la experimentación y la manipulación en juegos espontáneos va descubriendo, entre otras cosas, el concepto de reversibilidad, es decir, que la substancia se conserva aunque cambie de forma. El ejercicio que proponemos aparece pautado, pero lo podemos integrar como una parte de una actividad más general, como la de jugar a tiendas, en la que, por ejemplo, los trozos de plastilina que representan los alimentos tan pronto pueden convertirse en peras, como en tomates, como en costillas de cordero o cualquier otro tipo de producto.
  1. Mostramos al niño un trozo de plastilina sin deformar aún.
  2. Hacemos con ella, ante sus ojos, una bola.
  3. Convertimos la bola en una «salchicha», a la vista del niño.
  4. Mostramos la «salchicha» al niño y le preguntamos: «¿crees que hay ahora la misma cantidad de plastilina que antes, cuando era una bola?». Tanto si contesta afirmativamente como si dice que no, le pedimos que razone su respuesta.
  5. Cogemos la «salchicha» y la convertimos de nuevo en una bola.
  6. Volvemos a preguntar al niño si cree que hay la misma cantidad de plastilina que antes, y tanto si la respuesta es correcta como si no lo es, le pedimos de nuevo que la razone.

De siete a ocho años

Durante el paso del período intuitivo al período operatorio-concreto, el niño aprende a asumir, en los juegos pautados, una serie de reglas o normas que todos deben seguir y que no ha inventado él, a diferencia de lo que sucede en los juegos de dramatización, en los que las reglas las marca él mismo. Aprende a tener en cuenta a los demás, lo que implica un nuevo nivel evolutivo que se aleja de la etapa de pensamiento egocéntrico, en la que el niño se siente único. En este caso y a esta edad, más que un ejercicio concreto se trata de enseñar al niño juegos reglados, como el parchís, el tres en raya, juegos de naipes, etc. Y es importante hacerlo, puesto que, en ellos, el hecho de tener que contar con las jugadas del otro estimula la capacidad de anticipación de situaciones, poniendo en relación las acciones del niño con las de los otros, al tiempo que le obliga a respetar turnos y a asumir los propios errores.

  1. Presentamos el juego al niño y le explicamos las reglas que deben seguir los jugadores. Le mostramos algunos ejemplos del proceso.
  2. Iniciamos el juego adoptando tanto el papel de jugador como el de árbitro. Al tiempo que jugamos con el niño, le podemos explicar estrategias posibles o errores que no deben cometerse.
  3. Debemos intervenir si el niño pretende saltarse los turnos o rectificar una jugada anterior. Es importante que se sigan las reglas establecidas al principio.
  4. Al final del juego, hay que comentar con el niño cómo ha ido, si creemos que hubiese podido variar alguna jugada para hacerlo mejor, o si hay algo que no le haya quedado claro.

jueves, 9 de abril de 2015

Aprendiendo a hablar, de las palabras a las frases

Aprendiendo a hablar, de las palabras a las frases

Posiblemente el lenguaje es la habilidad que presenta una evolución más espectacular en el período de 1 a 3 años. Vamos a repasarlo detenidamente.
  • El niño de un año posee un vocabulario limitado a dos o tres palabras que aplica a personas u objetos próximos. Se trata de palabras formadas a partir de monosílabos que repiten la misma vocal: «papá», «mamá», «tata», «nene». Sin embargo, ya es capaz de comprender gran parte de lo que se le dice, sobre todo si se trata de órdenes sencillas. También es capaz de comunicarse con los demás y expresar sus deseos mediante ademanes y gestos. Por ejemplo, suele conocer la forma de negar, tanto verbal como gestualmente.
  • A los 18 meses, el niño ha ampliado extraordinariamente su vocabulario, tanto en lo que respecta a la comprensión como a la expresión. Muchas de las palabras que utiliza son para él meros sonidos sin un significado concreto. Emplea básicamente sustantivos que le sirven para designar a personas y objetos de su entorno, así como adjetivos con los que expresa las cualidades de dichos objetos o personas. Además, el niño también es capaz de señalar diferentes partes de su anatomía (nariz, ojos, cabello, etc.), si el adulto se lo enseña.
  • Hacia los 2 años, el niño empieza a usar los verbos. Ya es capaz de construir frases de tres o cuatro palabras que expresan una acción, pero aún habla de sí mismo en tercera persona. Ha perdido ya la jerga y se complace en escuchar y repetir el vocabulario que conoce u oye. Reconoce animales, objetos y personajes en sus cuentos. Él mismo puede, a su manera, contar sus propias experiencias pasadas, pero lo hace en presente, sin tener todavía noción temporal. A esta edad, el niño también sabe expresar verbalmente que quiere hacer pipí o caca. Además, la mayoría de los niños está preparada para usar el orinal o el inodoro.
  • Hacia los 2 años y medio, el niño es capaz de pronunciar su nombre y  sus apellidos. Es también a esta edad cuando adquiere el concepto de posesión. Así, el niño identifica sus juguetes y sus enseres personales. Rápidamente aprende a emplear los pronombres posesivos (mío, mi, tú, etc.) y adquiere gran importancia su propio ego, el «yo».
  • Hacia los 3 años, el niño triplica el vocabulario que poseía a los 2 años y la emisión de las palabras se hace más precisa. En este momento, se dan las máximas diferencias individuales. Hay niños que hablan perfectamente y otros que todavía tienen algunas dificultades de pronunciación o de construcción. Todos ellos dedican mucho tiempo a ejercitar su lenguaje y usan el soliloquio y el juego dramático. Con ellos imita todo lo que ve a su alrededor y lo traduce en frases y en auténticas representaciones teatrales. Empleando estos medios de expresión comunica su malestar o su alegría e incluso compone narraciones extensas sobre sus vivencias personales.  para imitar la manera de hablar de los adultos. También son capaces de entablar las primeras conversaciones con otros niños.

 Recuerda…

  • El desarrollo normal del lenguaje sigue una evolución que debe ser valorada con flexibilidad, sin olvidar nunca que cada niño es un ser diferente y con unas características propias.
  • Las niñas suelen empezar a hablar más precozmente y mejor que los niños.
  • Hay que tener presente que lo importante no es cuándo empieza a hablar el niño sino cómo lo hace.
  • Muchos niños tienen dificultades para pronunciar algún sonido. Hay que intentar corregir esta mala pronunciación, sin recurrir nunca al castigo.
  • Para estimular el desarrollo del lenguaje es bueno hablar mucho a los niños e invitarles a explicar sus cosas con preguntas.

Un consejo


Es muy recomendable hablar siempre a los niños, aunque ellos todavía no hablen o su lenguaje sea limitado, ya que su capacidad de comprensión siempre va muy por delante de su capacidad expresiva. El niño consigue captar el significado de nuestras palabras sólo por la entonación y entiende muchas de las expresiones de los adultos. Gran parte de su atención se centra en observar y explorar el comportamiento de los mayores. Incluso es capaz de detectar cuándo los adultos conversan sobre él. Por consiguiente, conviene cuidar el lenguaje y los temas de conversación en su presencia.

miércoles, 8 de abril de 2015

9 cosas y alguna respuesta que debes saber sobre los tests psicotécnicos

9 cosas y alguna respuesta que debes saber sobre los tests psicotécnicos

  • Test es un término de origen inglés que sirve para denominar un examen o una prueba psicológica.
  • Un test es una herramienta útil en el trabajo del psicólogo, pero nunca debe considerarse como un valor absoluto en sí mismo.
  • Por muy bien diseñado que esté un test, sólo podrá valorar el rendimiento intelectual de la persona en un momento determinado.
  • La valoración de un test se realiza sobre un universo cerrado, y hay que tener en cuenta que siempre puede mejorarse su realización y su concepción, tanto mediante sugerencia de personas a las que se les ha pasado como a través de estudios de especialistas.
  • Una de las críticas más frecuentas y acertadas de los tests psicológicos es la de que están sobrevalorados, tanto en su prestigio social como, a menudo, en su uso profesional para diagnosticar, seleccionar y clasificar a las personas.
  • En las escalas de inteligencia que tabulan el denominado Cociente Intelectual (CI) se evalúan rendimientos de los niños en un momento dado de su desarrollo intelectual.
  • Los tests que se hayan pasado colectivamente a niños menores de 12 años no tienen validez porque a esas edades tienden a copiarse unos a otros y es difícil saber si todos han entendido bien las preguntas.
  • Los tests psicométricos son los que realizan una valoración cuantitativa de una determinada habilidad o conocimiento, pero también pueden medir la inteligencia general.
  • Los tests proyectivos o de personalidad realizan una valoración cualitativa del individuo, es decir, analizan el carácter o el perfil de la persona.

¿Pueden los tests convertirse en un elemento de discriminación entre los seres humanos?

El test es sólo un instrumento más en el contexto del estudio psicológico, y como tal debe ser entendido. Sin embargo, es cierto que esto no siempre se tiene en cuenta, y que tanto el especialista, como los padres o el entorno social pueden valorar los resultados de un test de manera no sólo diferente, sino incluso alejada a la de su verdadera función. En la historia de los tests existen numerosos ejemplos de utilización discriminatoria de los mismos. Por ello es importante no olvidar nunca que los tests son útiles para intentar valorar objetivamente determinados aspectos tanto de la psicología infantil como de la de los adultos, pero que no deben considerarse como verdades inamovibles y menos aún como pruebas discriminatorias.

¿Cómo puedo saber si el test que le están pasando a mi hijo es el más adecuado y que se utilizarán correctamente los resultados?

Al igual que el pediatra cuenta con unos baremos medios de talla, peso, etc., el psicólogo utiliza los tests para establecer cuáles son, en un momento determinado, las habilidades intelectuales, motrices o psicosociales del niño. Existen muchos tipos de test y el psicólogo sabe, en cada caso, qué es realmente lo que cada uno de ellos valora y cuáles son los resultados normales, como también conoce qué test debe pasar a los niños para determinar la posible existencia de problemas. De todos modos, los psicólogos siempre utilizan otros medios complementarios para efectuar una valoración final, como entrevistas personales o información sobre el historial del niño.

¿Cómo pueden ayudar estos tests a las escuelas?

En muchos casos, el test puede ayudar a la escuela a establecer planes de estudio mejores y más efectivos, o a conocer el nivel de aprendizaje de los alumnos. En algunos casos, sobre todo cuando cuenta con un psicólogo propio, éste puede decidir pasar algún test individual a algún niño si se ha observado que presenta problemas de relación con sus compañeros o en el seguimiento de las clases. Y lo normal es que se informe a los padres no sólo de que va a llevarse a cabo sino también de los resultados obtenidos. Los tests pueden ser muy útiles en las escuelas, pero la tranquilidad de los padres respecto al uso que se haga de sus resultados depende exclusivamente de la confianza que tengan depositada en el centro de enseñanza. En cualquier caso, siempre es recomendable acudir a él para hablar con los profesores o con el psicólogo ante cualquier duda que pueda surgir al respecto.

Por otro lado, no debemos olvidar que si nuestro hijo no obtiene los resultados esperados en la escuela también puede ser por una falta de hábitos de estudio. Desde Superpadres.com hemos creado una Guía de hábitos de estudio para que los padres sepamos como estimular y apoyar a nuestros hijos en la adquisición de estos hábitos.