miércoles, 21 de junio de 2023

Derrotar al plástico: el gran reto de la humanidad que se debate en la Unesco


El mar Mediterráneo es uno de los más contaminados del mundo (foto archivo).

En París, 175 países buscan un acuerdo para evitar que el planeta termine ahogado por desechos.

En el emblemático edificio de la Unesco en el barrio VII de París, bajo un clima cálido y soleado de fin de primavera, delegaciones de 175 países están reunidas esta semana en busca de un acuerdo para reducir de manera tajante el uso del plástico, y salvar a la humanidad de una de las mayores amenazas al medioambiente.

El tratado debe estar listo para firma a fines del año entrante, pero si esta semana no hay avances significativos en las sesiones de trabajo en París, es poco probable que el acuerdo tenga el alcance que la crisis del plástico requiere.

Las cifras son aterradoras. Más de 8 millones de toneladas de residuos plásticos son vertidos al mar cada año, mientras decenas de toneladas más terminan en selvas, playas, montañas y en suelos agrícolas y de pastoreo.

Según un reporte del centro de publicaciones y datos Nature Communications, micropartículas y otros desechos de plástico han sido encontrados a 10.000 metros de profundidad en la fosa de las Marianas, en el océano Pacífico, y en algunas de las cumbres más altas de los Alpes en Europa.

La degradación de los desechos plásticos es muy lenta, y aunque no es fácil hacer mediciones, pensamos que se extiende por decenios, véase siglos


Un puñado de naciones, entre ellas Colombia, se ha comprometido a limitar el consumo de plástico y exigir el reciclaje de la inmensa mayoría, con un énfasis en eliminar los productos plásticos de un solo uso.

Al lado de Canadá, Grecia, Italia, Noruega, la República de Corea y decenas de países más, en febrero de 2022, en Brest, Francia, durante la cumbre One Ocean, el entonces presidente Iván Duque empeñó la palabra de Colombia con los objetivos del Compromiso Global de la Nueva Economía de los Plásticos, que persigue reducir en 55 por ciento el uso del plástico antes de 2040.

Es una de las iniciativas claves que la negociación que se surte en París desea incorporar al gran tratado contra los plásticos, con la idea de lograr que los firmantes asuman como obligatoria –y no solo como voluntaria– la ejecución de las metas en plazos verificables.

Este viernes, cuando la ronda de negociaciones culmine en la sede de la Unesco, quedará claro si es posible avanzar hacia un gran acuerdo planetario para poner en cintura la industria y el comercio del plástico,


Cerca de 175 millones de toneladas terminan en vertederos legales de basura, como los rellenos sanitarios cerca de los centros urbanos.

Las cifras del desastre

Según datos de la Ocde –con información consolidada de antes de la pandemia–, más de 460 millones de toneladas de bienes de material plástico son producidos anualmente por las industrias del planeta, de las cuales 431 tienen origen en material nuevo producto de hidrocarburos fósiles como el petróleo, y apenas 30 proceden de reciclar plásticos que ya tuvieron al menos un uso.

En torno a 90 millones de toneladas van a dar a construcciones, o permanecen en uso como parte de vehículos terrestres, aviones, barcos, herramientas, maletas, vasos, platos y cubiertos, así como aparatos electrodomésticos y de alta tecnología.

Cerca de 175 millones de toneladas terminan en vertederos legales de basura, como los rellenos sanitarios cerca de los centros urbanos. Y unos 67 millones de toneladas son incinerados con algún tipo de control ambiental.

El primer objetivo debe ser reducir la producción de nuevos plásticos y de prohibir, lo antes posible, los más contaminantes, los de un solo uso

Pero 85 millones de toneladas son mal gestionados: 37 en descargas salvajes en lugares no autorizados como campos, bosques, orillas de río y playas; 26 millones son incinerados a cielo abierto, 13 se convierten en polución terrestre y el resto, unos 8 millones más, va a dar al mar.

Algo más de 50 millones de toneladas son recuperados con destino al reciclaje, pero apenas poco más de 30 millones (6 % de la producción total de plástico) son efectivamente recuperados con miras a un nuevo uso. Los 20 millones restantes son tratados como residuo de reciclaje.

La situación de los océanos, donde acaba una parte inmensa de estos desperdicios, es dramática. Un comité de expertos de las academias de ciencias, ingeniería y medicina de Estados Unidos concluyó que, para 2019, la cantidad efectiva de plástico llegado al mar cada año rondaba los 8 millones de toneladas en una curva de constante aumento.

En ese mismo año –referencia de la mayoría de estudios al no estar afectado por el freno de producción y comercio durante la pandemia–, en torno a 171 billones de partículas de plástico, con un peso aproximado de 3 millones de toneladas, flotaban en los mares.


Un caballo bebe agua entre residuos de plástico, vidrio y otros materiales en el embalse de Cerrón Grande en Potonico, El Salvador, el 9 de septiembre de 2022.

Aplicar el freno

Superados los dos años de la pandemia, las cifras proyectadas marcan un acelerado crecimiento tanto de producción como de mala gestión de los desechos plásticos. Aunque algunos datos apuntan a un aumento del reciclaje, que habría pasado del 6 al 12 % de la producción, los demás indicadores son alarmantes.

Si los gobiernos del mundo no consiguen poner en marcha acuerdos efectivos y verificables con miras a una menor producción y un mayor reciclaje, para 2060 ya no serán 460 millones de toneladas de producción anual, sino 1.321.

De esa cantidad, más de mil millones de toneladas se convertirían en desechos cada año. Más de la mitad de esa producción, y de esos desechos, proceden de las industrias de China e India, de otros países asiáticos, y de los Estados Unidos.

El 39 % corresponde a bolsas, recipientes como botellas y vasos, empaques, cajas y otros embalajes, que suelen ser productos de un solo uso. Los equipos eléctricos y electrónicos consumen menos del 5 % de la producción mundial de plásticos.

Desde 1950, la humanidad ha producido 8.300 millones de toneladas de plásticos. Esa cantidad sería suficiente para cubrir toda la superficie del planeta, con una capa de polímeros de dos milímetros de espesor, según cálculos de Jeroen Sonke, autor del primer balance cuantitativo de plásticos en el mundo.

Basado en Toulouse, al sur de Francia, Sonke es director de Geociencias del Centro Nacional de Investigaciones Científicos (CNRS, por su sigla en francés), y su gran preocupación es que “la degradación de los desechos plásticos es muy lenta, y aunque no es fácil hacer mediciones, pensamos que se extiende por decenios, véase siglos”.

Con el paso de los años, explica Sonke, “los plásticos tienden a fragmentarse en pedazos más pequeños, hasta convertirse en microplásticos de entre un micrómetro y cinco milímetros”.

Para él, es urgente aplicar el freno. “Vemos con frecuencia en los medios –explicó Sonke a la revista francesa Pour la Science– proyectos de limpieza de la superficie del océano que son simbólicamente interesantes, pero que no traen soluciones realistas pues equivalen a pasar la esponja con la llave del agua abierta”. Y concluye: “¡Hay que cerrar la llave!”.


Cantidades enormes de plásticos y productos químicos elaborados por la humanidad superaron los "límites planetarios" soportables.

¿Por qué es tan difícil?

El plástico se ganó muy rápido un lugar de privilegio en la industria, el comercio y los hogares. Es liviano, maleable y barato: frenar su producción y consumo no es tarea sencilla.

Las delegaciones reunidas esta semana en París se enfrentan a decisiones que incluyen la prohibición absoluta de productos plásticos de un solo uso, una manera de presionar un mayor reciclaje y de lograr que los nuevos productos provengan de plástico ya utilizado.

De manera sorprendente, el liderazgo en ese campo lo tiene un pequeño país africano, conocido hasta hace pocos años por una cruenta guerra. Se trata de Ruanda, donde una ley de 2008 prohibió importar, exportar o utilizar cualquier producto plástico de un solo uso.

En las aduanas aeroportuarias, los agentes revisan las maletas para que nadie lleve ese tipo de productos plásticos. Las sanciones pueden alcanzar seis meses de prisión.

Cobrar una tasa extra al precio de un producto embotellado o embalado en plástico, y que ese dinero sea devuelto cuando el comprador regrese el envase o el empaque, es otra de las iniciativas que, a largo plazo, puede resultar efectiva, pues permitiría llevar a cabo reciclajes masivos, en vez de dejarle esa iniciativa –sin mayor capacidad de control– a cada hogar.

Otra medida que los expertos promueven es la exigencia, en todas las lavadoras eléctricas del planeta, de filtros para microplásticos. Las fibras textiles liberan una enorme cantidad de microplásticos que pasan de la lavadora a los desagües, y de ahí a ríos y mares. Algunas investigaciones indican que 35 por ciento de los residuos plásticos de los océanos tienen origen en las fibras textiles.

Todas estas ideas deben conducir a frenar de manera drástica la producción mundial de plástico. Pero esa ofensiva tiene poderosos enemigos en los países productores de petróleo y gas, utilizados en la producción del plástico, y en la industria petroquímica.

Para 2020, los productos petroquímicos –en especial el plástico– representaban 14 % del uso de la producción de petróleo. Pero según la Agencia Internacional de Energía, con el retroceso en el uso de vehículos de combustión interna, alimentados con gas o derivados del petróleo, los cálculos apuntan a que, para 2050, un 50 % de la demanda de hidrocarburos provenga de la industria plástica.

El lobby de esas industrias, y eventualmente también de los gobiernos de países como Arabia Saudita, Rusia, China, Canadá y Estados Unidos, las primeras cinco potencias petroleras, podría bloquear cualquier acuerdo con metas ambiciosas de reducción de la producción de plásticos.

El anfitrión de la cumbre de París, el presidente Emmanuel Macron, tomó la vocería de más de 50 países que firmaron un llamado a acabar con la polución plástica para 2040.

“El primer objetivo debe ser reducir la producción de nuevos plásticos y de prohibir, lo antes posible, los más contaminantes, los de un solo uso”, planteó en una alocución en video a las 175 delegaciones presentes en París. Este viernes, cuando concluya la cumbre, el mundo sabrá si ha sido posible avanzar hacia allá.