Lo que consumen tus mascotas es un factor importante para su salud-
Ese olor desagradable que proviene de la boca está asociado con la proliferación de bacterias.
Quizá en alguna oportunidad su mascota haya bostezado o haya tenido muestras de afecto, como besos o lamidos, y haya notado un olor desagradable proveniente de la boca del animal.
Conocido también como halitosis, el mal aliento es ese olor desagradable que procede de la boca, asociado con la presencia y proliferación de bacterias que se encuentran en la lengua, dientes, encías o mejillas del animal. Estas, aunque normales, causan estragos cuando se acumulan excesivamente o se acompañan de enfermedades como placa, sarro, cálculo, etc.
Causas de mal aliento
Este va más allá de ser un problema estético o incómodo para convertirse en una preocupación relacionada con enfermedades y no exclusivamente con la falta de higiene.
Razas. Las pequeñas y las braquicéfalas (como pekinés pug, french poodle, Yorkshire terrier, bulldog francés, Boston terrier, etc.) son más propensas al mal aliento, ya que los dientes están más pegados entre sí debido a la conformación ósea de la cabeza.
Genética. Anomalías como los dientes supernumerarios (en la cual el animal tiene un exceso de dientes de formas diferentes al de uno normal) o dientes que salen en orden inadecuado.
Poca higiene. Favorece la acumulación de residuos alimenticios, el desarrollo de sarro, placa bacteriana y enfermedad periodontal, e incluso a la pérdida dental.
Diabetes. Aparte de un consumo excesivo de agua y un aumento de la frecuencia y el volumen de las micciones, esta genera un olor dulce (afrutado) del aliento.
Otras enfermedades. Relacionadas con el sistema digestivo (como gastritis, úlceras gastrointestinales, dilataciones esofágicas, etc.), respiratorio (como rinitis o sinusitis), renal (como la insuficiencia renal, cálculos, etc.), o enfermedades del hígado.
Presencia de cuerpos extraños, masas o tumores en la cavidad oral.
Infecciones del tracto digestivo o respiratorio causadas por bacterias, virus u hongos.
Comportamientos inadecuados. Como la coprofagia (consumo de heces de otros animales o de sí mismos) o el consumo de basura o material descompuesto.
Todos los hábitos de higiene, incluido cepillar sus dientes, son fundamentales para su buena salud.
Clave, la alimentación
Aunque todos los alimentos generan residuos, son los húmedos y blandos (como la comida casera o el alimento enlatado) los que más se acumulan en la boca, propiciando la proliferación bacteriana.
La alimentación es importante para el desarrollo de los dientes, ya que aporta nutrientes indispensables como el calcio, potasio, fósforo o vitaminas como la A, K y C, entre otros.
No hay que desconocer la importancia del agua limpia y fresca, ya que reduce el acúmulo de residuos de comida y evita el mal aliento (cuando esta no es potable o está en malas condiciones).
¿Cómo prevenirlo?
Lo más efectivo es el aseo periódico: mínimo, cada tercer día para remover los restos de comida y evitar las bacterias. Aunque a muchos animales les molesta, si se hace desde que son pequeños, en la adultez lo tomarán más naturalmente. Use productos diseñados para mascotas, ya que la crema dental de uso humano contiene elementos tóxicos como el flúor. Existen cepillos de dientes para animales, con cerdas suaves, mangos largos (para alcanzar premolares y molares), o que se adaptan al dedo del amo.
Un buen complemento son los enjuagues bucales especiales para adicionar al agua de bebida y que no generan toxicidad al ser ingeridos (ya que las mascotas no pueden expulsarlos como lo hacen las personas). También existen objetos para morder como huesos o juguetes que ayudan a reducir el sarro y la placa, y sirven como distracción.
Finalmente, pero no menos importante, hay que dar una alimentación balanceada y de calidad, y usar snacks que ayuden a mejorar el aliento.
¿Cómo tratarlo?
Lo más importante es la prevención; sin embargo, si el problema está presente y no cesa con el aseo, hay que recurrir al veterinario para determinar la causa y tratarla.
La profilaxis dental, como cualquier procedimiento médico, tiene riesgos, ya que requiere anestesia general. Será el veterinario quien guíe al propietario y haga exámenes clínicos para evaluar la salud general del animal.