Expertos dicen que los niños deben descansar y romper con la rutina, no saturarse de actividades.
La tendencia es inscribir a los niños en cuantos cursos y actividades haya.
Suena la campana y los niños salen corriendo de clase. Terminó un año académico más –o por lo menos un trimestre– y llegaron las vacaciones de diciembre y enero. Ellos quieren descansar, pasar tiempo con sus amigos, no tener que preocuparse por tareas o exámenes. Pero muchos padres de familia se toman la cabeza, se desesperan al saberlos desocupados en casa y no saben qué hacer con ellos.
La tendencia es inscribirlos en cuantos cursos y actividades haya, como clases de fútbol, ballet, artes, música y muchas más. Pero esto implica otras responsabilidades para los pequeños: seguir despertándose temprano y tener gran parte del día ocupado, y se puede perder la sensación de estar realmente en vacaciones.
Un estudio publicado por el Instituto Tecnológico de Producto Infantil y Ocio (España) en el 2015 identificó que los niños de esta generación tienen menos espacios de ocio que los de la generación de 1990, y que están mucho más recargados de responsabilidades y actividades extraescolares que los de otras épocas. Y por eso, añade dicha institución, surge el llamado estrés infantil. Aunque no son pocos los estudios que recalcan la importancia de las actividades extracurriculares en el rendimiento académico.
Y los cursos vacacionales, del tipo que sean, siempre serán una opción válida y muy útil.
Hay que romper la rutina
Expertos consultados por EL TIEMPO afirman que llenar a los niños de actividades durante las vacaciones no es precisamente un descanso, pues no se rompe la rutina. Las vacaciones son un tiempo para levantarse tarde, descansar, jugar al aire libre, compartir con amigos y hacer esas cosas que no son posibles en la cotidianidad. Incluso, aburrirse es una buena opción.
De hecho, la investigadora Teresa Belton, de la Universidad de Educación y Aprendizaje Permanente de la Universidad de East Anglia (Reino Unido), en un artículo del ‘Cambridge Journal of Education’, asegura que los niños necesitan de los momentos de aburrimiento, porque es en estos cuando se generan las mejores ideas. Saturar al niño con actividades y con miles de cosas no es recomendable.
En esto coincide Diego Caballero, padre de dos niñas. Dice que en las vacaciones sus hijas juegan al aire libre, practican deportes y se la pasan en el parque del barrio con sus amigos. Y aclara que les permiten ciertas licencias como que se levanten y bañen más tarde.
Descansar es más que necesario, debe ser obligatorio. Neila Díaz, directora de la especialización en psicología educativa de la Universidad de la Sabana, explica que las cosas se ven de una manera distinta cuando se presenta un cambio de actividad. “Cuando estás en una actitud de descanso se procesa más tranquilamente y la gente puede ser más creativa”, afirma.
De hecho, Díaz considera que uno de los problemas de los que sufrimos los colombianos es que no sabemos descansar. En Europa, por ejemplo, cuando los colegios salen a vacaciones los profesores se desconectan totalmente al igual que los estudiantes.
Bajo esa misma premisa, Julián de Zubiría, experto en educación y rector del Instituto Alberto Merani, dice que no está de acuerdo con las tareas en vacaciones para los niños. Asegura que los colegios se equivocan al poner a los estudiantes a estudiar más durante su tiempo de descanso. “Deben hacer actividades diferentes, recreativas, grupales, practicar deportes, ir al teatro, a conciertos”, considera el experto.
Pero como el mismo De Zubiría explica, lo ideal de hacer esas actividades es que sea con los padres porque lo más importante en las épocas de descanso es que compartan en familia y se aproveche el tiempo.
Ángela Fernández tiene dos hijos: un adolescente, Federico, y una niña de 9, Isabela, y parece que se hubiera asesorado de estos mismos expertos. Dice, por ejemplo, que en enero se inscribirá con su hija en clases de natación. “Aprovecho este tiempo de vacaciones –dice– para recuperar esos vínculos con mis hijos que se rompen por la cotidianidad”.
Isabela, en el poco tiempo que lleva de vacaciones ha hecho muchas cosas, entre otras, visitar a las abuelas. Ellas le están enseñando a tejer porque quiere ser diseñadora de modas, y ahora empezará a hacer galletas de Navidad para venderlas entre sus allegados.
La madre dice que no está de acuerdo con saturar a los niños con miles de cursos y dice: “Conozco casos de mamás que meten a sus hijos en muchas actividades porque no se los aguantan en la casa”.
Y es que una cosa es inscribir al niño en un curso de fútbol y otra es sacar un balón de fútbol con él y jugar. De Zubiría se muestra preocupado porque, “no se ven muchos padres jugando con sus hijos ni yendo a actividades culturales”, y afirma que esto no ayuda a su desarrollo.
Lo que los niños pueden hacer
Aburrirse. En nuestra sociedad hay fobia al aburrimiento. La presión para que seamos productivos todo el tiempo es tan fuerte que inclusive genera que en estas épocas festivas los psicólogos reciban pacientes que les tienen pánico a las vacaciones. Sin embargo, diversos estudios e investigaciones demuestran que los momentos en los que no hay nada que hacer se estimula la creatividad al igual que la imaginación. De ahí la importancia de que los niños no sean sobreestimulados con actividades y que tengan tiempo para estar solos.
Dormir y dormir. ¿Qué tiene que ver dormir con aburrirse? Pues que ambos espacios cada vez son menores por la presión de la sociedad para ser productivos. Sin embargo, dormir bien y largo tiempo es bueno. El Instituto del Sueño dice que los niños de 2 a 10 años deben dormir 10 horas y a partir de la adolescencia debe ser un promedio de 7 a 8 horas.
Jugar al aire libre. Además de ser un espacio en el que los niños se ejercitan, también se desarrolla la creatividad porque permite la exploración y el descubrimiento. Jugar al aire libre también desarrolla la autonomía y brinda seguridad y confianza en sí mismo, y permite generar vínculos sociales.
Compartir con la familia. Los padres son los más importantes, pero no los únicos. Que el niño visite a sus abuelos, a sus tíos, a sus primos y a toda la familia es fundamental para su desarrollo. Además es un buen plan. Los espacios con los amigos siempre serán importantes.
Planes creativos. Invente con sus hijos una piyamada o cocinen juntos sus platos favoritos e invite a los amigos a casa. Los viajes siempre serán una muy buena opción, pues sirven para afianzar los vínculos. Y si quieren que hagan un curso o algo parecido, que sea un tema que a ellos les interese. Siempre, conciliar con ellos.