Los candidatos presidenciales y quienes, a futuro, ejerzan el gobierno deberían aprender de los errores que se cometieron con el programa Ser Pilo Paga, SPP, que sin duda es una muy buena propuesta de política educativa, pero cuya planeación y ejecución terminaron en contravía del desarrollo de la educación superior del país.
Puntos a favor de la política:
La población beneficiaria del programa SPP justifica la creación y el desarrollo de esta propuesta. El estudiante de la Universidad de los Andes Juan Felipe Penagos y el profesor Roberto Zarama encontraron que entre los años 2012 y 2013, cerca de 17.000 bachilleres que provenían de hogares SISBEN 1, 2 y 3 lograban ubicarse entre los mejores en las pruebas SABER 11, pero la mayoría de ellos, a pesar de ser pilos, no ingresaba a la educación superior, al año siguiente. Para responder a esta necesidad, se determinó financiar, cada año, la matrícula y el sostenimiento de 10.000 estudiantes pilos, en instituciones de educación superior con acreditación en alta calidad. En 2017 asisten más de 30.0000 y en 2018 se completará la meta de 40.000 estudiantes pilos.
Los recursos destinados a SPP demostraron que la calidad cuesta e invertimos poco en educación superior. las mejores universidades cobran (Andes, Rosario, Javeriana) o gastan (nacional) más de $20 millones por estudiante año, mientras que la nación le transfiere a la mayoría de las universidades públicas menos de $5 millones de pesos año por estudiante, cifra que las universidades completan con recursos regionales, estampillas, extensión y cobros de matrícula a sus estudiantes, entre otros. Por ejemplo, el presupuesto para el año 2017 de la Universidad Popular del Cesar es de $75 mil millones de pesos ($38 mil presupuesto de la nación) y ésta atiende a 13.700 estudiantes en pregrado, menos de $6 millones por estudiante año. Imposible alcanzar programas de alta calidad con este tipo de recursos.
Puntos en contra:
El profesor Gabriel Yañez Canal, de la UIS, sostiene que las universidades públicas en el proceso de selección de sus estudiantes, terminan imponiendo obstáculos a los pilos para acceder a sus programas, esta razón explicaría, en parte, porque ellos terminan en la educación privada. Según el Espectador, el 83.8% de los estudiantes pilos seleccionó universidades privadas, el 15,6 % universidades públicas y el 0,6 % en instituciones de carácter especial. las 5 universidades privadas preferidas por los pilos son: Javeriana (2.541, 8 %), La Salle (1.881, 6 %), los Andes (1.869, 6 %), Pontificia Bolivariana (1.741, 6 %) y Jorge Tadeo Lozano (1395, 5 %). Para evaluar, ¿cuál es la valoración de lo público de los estudiantes y sus familias?
De acuerdo con los resultados, hasta 2017, del programa SPP en matrícula y recursos asignados a las universidades, se puede inferir que en el año 2018 más del 90% de los recursos del programa SPP irán a las universidades privadas, es decir con recursos públicos se fortaleció la educación privada. De acuerdo con el proyecto de presupuesto nacional de 2018, el 22% del total de los recursos para educación superior se destinarán al programa SPP, cerca de $700.000 millones para atender a los 40.000 pilos. Así mismo, para los 800.000 estudiantes de las instituciones de educación superior públicas sólo se proyectaron cerca de $3.1 billones.
La Universidad de los Andes por los 1.869 estudiantes pilos recibe en el año 2017 $49.065’428.800, es decir, $26.2 millones por estudiante, por favor, comparen con las cifras de la Universidad del CESAR, antes citadas, situación que se aplican al resto de universidades regionales.
El programa SPP no genera nuevos cupos a la educación superior. Anualmente terminan 600.000 estudiantes el grado 11, más de 250.000 de los estudiantes no acceden a la educación superior, luego crear 10.000 cupos adicionales no afecta la cobertura de este nivel educativo.
Las universidades públicas han creado 402 nuevos cupos, entre 2010 y 2016, sin estímulos y con escaso apoyo financiero, el programa SPP debió ser una oportunidad para triplicar, con los mismos recursos, estos 10.000 cupos e incentivar procesos de acreditación y de calidad en las universidades regionales públicas.
No está bien que el programa SPP contribuya al fortalecimiento y a la seguridad financiera de las universidades privadas, sin que estas pongan nada a cambio. Más grave, que contrate a una de ellas para evaluar el programa SPP.
Tampoco estuvo bien que el gobierno, cuando sustentaba la reforma tributaria, anunciará nuevos recursos para financiar a las universidades públicas y luego los desviará al programa SPP.
Los recursos públicos deben apoyar el desarrollo regional y jalonar al sector rural, el programa SPP atrae a los pilos a las grandes ciudades donde están las mejores universidades.
No hay que acabar con el programa SPP, está bien que la política pública se concentre en los pobres y busque que la educación sea un punto de encuentro social, donde confluyan ricos y pobres, pero ha sido tal la improvisación y el cúmulo de errores de política contra lo público, que el gobierno logró unir a universidades públicas, sindicatos, docentes y estudiantes.