El segundo semestre de 2020 será la prueba de fuego para la educación universitaria que deberá apresurar su nueva hoja de ruta más basada en lo digital que en edificios y campus
La crisis desatada por el covid-19 no dejará a ningún sector de la economía inmune y las universidades no son la excepción, que al igual que las empresas fueron forzadas a implementar la educación virtual a las carreras para poder terminar el primer semestre de este año. A las empresas, por su parte, les correspondió aprender a teletrabajar no solo para no quedarse paradas, sino para proteger a sus empleados de un inminente contagio. Y esas dos herencias del coronavirus (telestudio y teletrabajo) obliga a empresarios y educadores a cambiar su hoja de ruta para la próxima década. Está claro que la virtualidad ya tuvo su prueba de fuego los pasados meses de marzo y abril y le han abierto la mentalidad a las viejas empresas y universidades sobre las posibilidades que tienen al no basarse solo en las plantas físicas, oficinas, edificios y campus para tener éxito en sus mercados.
En el corto plazo solo se ven disminuciones en las inscripciones, pocos matriculados y por ende caída en los ingresos que provocarán recortes de gastos y congelaciones salariales, la razón es que “el orden mundial ha cambiado” y la nueva realidad debe empezar por allí: las universidades. Dice The Wall Street Journal que el “MacMurray College sobrevivió a la Guerra Civil, la Gran Depresión y dos guerras mundiales, pero no a la pandemia de coronavirus. La escuela privada de artes liberales en el centro de Illinois anunció recientemente que cerrará sus puertas para siempre en mayo, después de 174 años”. Ese caso se verá con más frecuencia -antes de cerrar el año- en países como el nuestro en donde abundan las universidades (más de 200), las escuelas técnicas, las corporaciones y toda suerte de institutos que han visto en la gran demanda de profesiones y oficios una oportunidad para hacer negocios, crear fundaciones dedicadas al urbanismo y otras para hacer política desde el paraguas que brinda un “centro educativo”.
Dice WSJ que “las escuelas enviaron a los estudiantes a casa cuando el coronavirus comenzó a extenderse, y nadie sabe si volverán al campus en otoño. Algunas universidades dicen que las clases de conferencias grandes y los espacios compartidos de vida y comedor no pueden regresar (...) Toda fuente de financiación está en duda. Las escuelas enfrentan déficit de matrícula. Las instituciones públicas están reduciendo drásticamente los recortes presupuestarios, mientras que las familias se preguntan si vale la pena pagar por una escuela privada si los estudiantes tendrán que tomar clases en línea, desde casa”. Las universidades estadounidenses confiesan que “cuando creamos modelos, no tenemos una variable llamada virus” y esa imprevisión se verá en el flujo de ingresos para el próximo semestre. En Colombia, las universidades son el único sector que aún no ha pedido rescate, pero sus estudiantes si lo empiezan a hacer porque existe la percepción (infundada o no) que no es lo mismo la educación presencial que la virtual.
Las universidades son ante todo espacios de aprendizaje en medio de la socialización de personas muy jóvenes, la virtualidad educativa calza muy bien en los posgrados, pero no en los pregrados, no obstante, algo deberán hacer las universidades colombianas para que este segundo semestre no sea el peor en su historia en términos de matrículas, un hueco que se veía venir.