Dejar de lado el discurso polarizado y no caer en los peligros de la manipulación son algunos de los puntos expuestos en una carta escrita para hacer un llamado a la unión.
Esto es lo que piden los jóvenes a la sociedad colombiana
Cientos de jóvenes de 20 colegios públicos y privados de Bogotá se reunieron, durante 2017, en un Seminario Intercolegiado con el fin de analizar el proceso de paz en Colombia. Al final, escribieron esta carta dirigida que reproduce Semana Educación.
Ante los acontecimientos que vivimos en el país, y teniendo en cuenta el próximo debate electoral presidencial y parlamentario, como jóvenes estudiantes de secundaria en Colombia queremos transmitir un llamado a la reconciliación, a la unión, a la consolidación de un proyecto nacional conformado por todos.
A los jóvenes, para que sigamos proponiendo y moviendo este país desde los cimientos con opiniones, críticas y propuestas desde el espíritu rebelde que nos caracteriza; a los medios de comunicación, para que informen de manera objetiva y enriquezcan las opiniones de todos los colombianos; a los candidatos políticos, para que aporten nuevas ideas, para que hagan conciencia del momento histórico que fijará el curso del país en un futuro; a las alternativas políticas nacientes, para que se hagan oír, para que propongan desde diferentes puntos de vista y nutran el debate nacional; al sector educativo en todos sus niveles, para que se construya una cultura humana y de paz; a las comunidades religiosas, por el papel que desempeñan en la población colombiana y su importancia como motor social. Y, por último, a los líderes comunitarios, por lo que aportan desde sus poblaciones y las voces que intentan hacer visibles.
Por un futuro informado adecuadamente
Notamos que los medios de comunicación se limitan a mostrar los hechos por una sola cara, al difundir, en muchas ocasiones, ideas que contribuyen a la polarización de la sociedad, sesgando la opinión de muchos colombianos e impidiendo el desarrollo de un criterio propio. Les proponemos que trabajen por ser neutrales e imparciales, que asuman con responsabilidad su rol fundamental en la construcción de ideas. Colombia necesita que aporten elementos de juicio con el fin de cumplir con su función de ser fiscales sociales, y presenten diferentes puntos de vista a la audiencia, para que sea esta la que decida y no a la que se le imponga un modo de pensar. Nosotros, como jóvenes colombianos, queremos la oportunidad de decidir, de interpretar los hechos y poder asumir una postura propia frente a ellos.
Líderes políticos: la responsabilidad es no polarizar más
Ustedes, líderes políticos de diferentes partidos que se han convertido en referentes para diversos sectores de la población civil llevan consigo la responsabilidad de mantener la cohesión social y actuar haciendo honor a dicho propósito.
Es su deber abrir caminos para el diálogo y el debate –con argumentos, sin ataques personales– en los que se deje de lado el discurso polarizado y se asuma la responsabilidad de fomentar la unión nacional y la participación política, sin estigmatización ni distinción étnica y social, con nuevas voces para un nuevo país.
Educación: cambio para la reconciliación
La paz no se construye por sí sola, se crea a través de un trabajo entre las instituciones y nosotros mismos. Por esto, queremos pedir al sistema educativo colombiano que forme personas más tolerantes e incluyentes; que aprendan a respetar las diferencias y a convivir con otros a pesar de tener opiniones distintas, sin necesidad de violentarlos; que apoyen la independencia de criterio y el uso de una postura propia. Así mismo, que enseñe a las nuevas generaciones a dudar, a sensibilizarse por su país y a no caer en los peligros de la manipulación.
Que les indique a los niños que el perdón es un gran pilar, que deben aceptarse los errores propios y de los demás, pero sin olvidar nuestra historia; a interesarse por su país y a participar en las decisiones que se tomen.
La espiritualidad y el perdón: aportes para la reconciliación
Las comunidades religiosas han promovido el desarrollo sociocultural y político, además de la creación de un sentido de identidad dentro de los colombianos. Teniendo en cuenta que ocho de cada diez colombianos se consideran creyentes, no se puede pasar por alto el papel fundamental que cumplen las comunidades religiosas en la sociedad colombiana.
La espiritualidad –punto esencial en la religión– posee un papel reparador, el cual busca evitar los rencores y llama al perdón. Gracias a este, el dolor se analiza de forma diferente; se ve como un impulso que, guiado por la esperanza, sirve como motor para la construcción de un mejor país.
Les hacemos un llamado para que dicha influencia sea utilizada para apoyar procesos que aporten a la construcción de la paz. Más allá de respaldar un partido político, que secunden un objetivo en favor de toda la sociedad.
Líderes sociales: no se encuentran solos
Debemos destacar el papel que han desempeñado los líderes sociales de cada uno de los rincones del país, como voces que deben ser escuchadas para atender las necesidades de la comunidad colombiana. Pero su importancia ha sido minimizada y hasta violentada.
De 2014 a 2017, las amenazas a estas personas aumentaron significativamente. Este año, la Defensoría del Pueblo presentó una cifra de más de 136 homicidios, 33 atentados y 27 agresiones en su contra.
A ustedes les pedimos que no se rindan, que sigan luchando. Son defensores de los derechos de trabajadores, campesinos y ciudadanos. Les agradecemos por ser capaces de alzar su voz por todos los colombianos, por arriesgarlo todo, incluso sus vidas.
Esperamos que, aun con esta decepcionante situación, no lleguen a perder la esperanza de un cambio, ya que Colombia los necesita.
Juventud: de la indiferencia a la acción
Jóvenes rebeldes, soñadores, esperanzados, indiferentes. Esta carta va dirigida a ustedes, a nosotros, que como pares, miembros de una nueva generación de colombianos, hemos actuando de manera pasiva ante uno de los momentos más trascendentes en nuestra historia.
Colombia cuenta con una población juvenil llena de pasión, disposición y proactividad. Sin embargo, en gran medida, la indiferencia, la desesperanza y la impaciencia han impedido el cumplimiento de nuestros objetivos.
Contamos con una capacidad de indignación extraordinaria, con altos niveles de empatía y emocionalidad; somos eufóricos, reaccionamos con rapidez y eficacia; buscamos que nuestras voces sean escuchadas, tenemos exigencias y peticiones. Pero junto a esta facción eufórica y apasionada convive otra indolente y desinformada que aún no logra sensibilizarse y a la que invitamos a participar.
Debemos abandonar la suposición de que el cambio es imposible y reconocer el poder transformador inherente a nosotros. La juventud es portadora de cambios, ideas, progreso e innovación.
Debemos asumir que las transformaciones llegarán con nosotros de la misma manera en que lo hicieron los jóvenes que impulsaron el movimiento de la Séptima Papeleta. Sigamos soñando, sintiendo y trabajando por concretar nuestros proyectos e ideas para Colombia y creamos que un mejor futuro es posible.