Muchas veces se ha hablado de disminuir el tiempo de duración de las carreras en Colombia para seguir el modelo internacional. Pero realmente qué consecuencias traería esto. FP le cuenta.
Mientras que en países como Estados Unidos, Francia y España las carreras de pregrado duran entre tres y cuatro años, en Colombia muchas de las Instituciones de Educación Superior Acreditadas ofrecen carreras con más de cinco años de duración.
Por ejemplo, una carrera de Ingeniería en Estados Unidos puede durar hasta cuatro años, mientras que en Colombia hay universidades donde seis años es el mínimo de permanencia para la misma profesión. Otras como Derecho, Comunicación Social y Diseño son de 10 semestres de estudio, mientras que en Europa solo basta con siete u ocho.
Es decir que mientras que las personas salen con un título universitario colombiano a los cinco o seis años, en otras partes del mundo alguien podría haber obtenido un pregrado y una maestría en el mismo tiempo.
Y a pesar de que el modelo se ha perpetuado por mucho tiempo, ya existen universidades como Los Andes y la Universidad del Rosario que ven en esta medida un camino a seguir y han venido implementando varios cambios.
Algunos de los beneficios que traería el acortar las carreras sería la eliminación de materias obsoletas que muchos profesores aún piensan son primordiales, pero que para el estudiante de hoy, uno mucho más involucrado con procesos tecnológicos, son innecesarias.
Otro aspecto es que se crea un sistema de educación modular que le facilita a las personas ir acomodando su educación a sus preferencias o a sus necesidades, y además les permite involucrarse más en procesos prácticos que desarrollan sus habilidades particulares.
¿Qué dicen los educadores?
El rector de la Universidad del Rosario, José Manuel Restrepo Abondano, dice que este tipo de transformaciones supone una profunda reflexión de reforma curricular porque no se trata de acortar por acortar sino de realmente lograr que la formación integral se logre en esos cuatro años.
Segun el rector, lo más importante es transformar completamente las metodologías de aprendizaje y de enseñanza, “porque el estudiante se convierte en un actor mucho más protagónico del proceso de aprendizaje, el profesor es un facilitador pero realmente el estudiante juega un papel mucho más fuerte que la cátedra tradicional”.
Esto quiere decir que el E-learning se vuelve fundamental. “Se deben transformar este tipo de estrategias pedagógicas y encontrar los medios para que eso se facilite, eso significa una biblioteca distinta, con más componentes electrónicos, incentivar el uso de sistemas de gestión tecnológica para administrar la clase (learning management systems) o sea plataformas donde se da el acceso a avances de la cátedra desde medios electrónicos”, afirma el académico.
Entonces se trataría de un conjunto de transformaciones culturales y de herramientas pedagógicas y didácticas que pueden hacer este cambio posible. Restrepo dijo a FP que “si todo eso se hace yo creo que es exitoso. Si no, sería una reforma que no tendría mucho sentido”.
Para Juan Martín, director de Cerem Business School, esta idea no es tan descabellada ya que la educación virtual no es el futuro sino el presente. “Sentir miedo o desconfianza por algo que no se conoce es completamente normal, pero se debe estar abierto a todas las posibilidades que el mundo brinda hoy y más si son posibilidades que permitirán un crecimiento personal y profesional. A la educación virtual no hay que verla como algo que está en el futuro porque simplemente ya está aquí, así que se debe perderle el miedo y aprovechar”.
¿Qué impactos tendría a futuro que las carreras fueran más cortas?
Según el Rector, las universidades tienen que rediseñar sus programas de maestría y diseñar programas coterminales donde la maestría se toca con el pregrado, “eso significa la posibilidad de que el estudiante tenga más fácilmente una vinculación entre un pregrado y una maestría, lo que es un gran un valor agregado”.
Podría significar que un estudiante tenga un plus y que además entre al mundo laboral más fácilmente. A pesar de los beneficios que traería este modelo, hay quienes se oponen. Andrés Rodríguez Gutiérrez, Ph.D y profesor de pregrado y posgrados en derecho de la Universidad Santo Tomás, Universidad de La Sabana y de los Andes, entre otras, dice que no cree que se pueda replicar el modelo extranjero.
“Ese modelo que es a cuatro años, como es el caso francés por ejemplo, no necesariamente podría funcionar acá, porque son dos culturas diferentes, dos escenarios diferentes. Aquí muchas de las personas que estudian también trabajan, eso hace que sí sean necesarios los cinco años para cada una de las carreras, mientras que en Europa o en Estados Unidos, pese a que también hay gente que trabaja y estudia al mismo tiempo, no es un número tan alto como las personas que trabajan acá, aquí en Colombia el porcentaje es más alto, mantener los 5 años sería más prudente”.
Otro punto que toca es que “en Colombia hay demasiada oferta de programas y profesionales. Al haber programas más cortos de menos años, eso favorece que haya una sobreoferta, es decir más profesionales, y eso no facilita la situación laboral de los profesionales actuales”.
El profesor resalta que de todos modos, los 5 años si debieran tener mayor profundidad de estudio, mayor énfasis, rigor y disciplina. “Entre más años, más especializada debería salir la persona. Muchas veces nos quejamos que algunos sectores y algunos profesionales en Colombia no son muy buenos, entonces reducir un año o dos podría repercutir en la calidad de los profesionales”.
En todo caso, sin duda las carreras de 7 y 8 semestres se muestran como una tendencia que viene cogiendo fuerza en el país. Colombia quiere ser un país competitivo en el ámbito académico, y es probable que promoviendo carreras más estructuras, fuertes en las bases y especializadas en enfoques, tenga más probabilidades.
En vez de seguir promoviendo carreras ambiguas donde se ve mucha materia ‘de relleno‘ y el estudiante tiene más probabilidades de desertar una posibilidad sería la de crear una cultura de alrededor del aprendizaje virtual en donde el estudiante se enganche inmediatamente con una especialización o posgrado y tenga muchas más competitividad en el ámbito profesional.