En Doradal se encuentran al menos 50 de estos animales en libertad.
Aunque carismáticos, estos mamíferos son una amenaza importante para la flora y fauna local.
El pasado 31 de octubre se conoció la noticia de un nuevo ataque de un hipopótamo a una persona en la vereda Nápoles, del corregimiento Doradal de Puerto Triunfo, en Antioquia. Una situación que encendió de nuevo las alarmas sobre el peligro que pueden representar estos animales para las poblaciones que habitan en zonas cercanas a donde se ha distribuido esta especie.
Desde su llegada al país en los años 80, cuando fueron introducidos ilegalmente al país por Pablo Escobar cuatro animales, su presencia en la cuenca del río Magdalena ha crecido considerablemente. Estudios estimaban para 2017 entre 40 y 60 hipopótamos y calculaban un aumento entre 80 y 90 para 2018 y 2019. Los expertos dicen que para 2034 podríamos estar hablando de miles.
Algunos científicos argumentan que tomar medidas para controlar esta especie invasora es necesario para preservar la biodiversidad local de una cuenca tan importante como lo es la del río Magdalena. Estos son algunos aspectos que ellos consideran. Invasión biológica
El hipopótamo común es un gran mamífero que habita en el África subsahariana, un lugar en el que esta especie tiene condiciones naturales que ayudan a regular el tamaño de su población como, por ejemplo, periodos de sequía en los que se reduce la concepción de crías y aumenta la tasa de mortalidad al escasear las fuentes de alimentación y al proliferar enfermedades causadas por el calor.
Controles naturales que no existen en el Magdalena medio, lo que ha favorecido la permanencia de los paquidermos en estos ecosistemas, como explica Germán Jiménez, profesor del departamento de Biología de la Pontificia Universidad Javeriana, quien desde hace 14 años sigue de cerca este tema. "No tienen con quién competir por alimento, espacio, refugios o territorios. Eso va a permitir que esta especie invasora consiga recursos y de esta manera tenga la posibilidad de en el tiempo aumentar sus poblaciones. Esas son las primeras fases de la invasión biológica".
En la medida en que crecen en número, la especie se convierte en competidora frente a especies nativas que consuman los mismos recursos, en el caso del hipopótamo, que es herbívoro, potencialmente competirá con otros animales herbívoros de la región.
Manatíes, nutrias y otros animales en peligro
Los manatíes pueden verse amenazados por la presencia de los hipopótamos.
Foto:
Fundación Omacha
La simpatía que despiertan los hipopótamos quizá ha jugado un papel importante en el debate que se despierta cada vez que se pone sobre la mesa el tema de cómo debe darse el control de esta especie introducida en el territorio colombiano. Pero en medio de esta discusión también debe hacerse referencia a las especies nativas de flora y fauna que se pueden ver potencialmente afectadas por la presencia de estos animales en la cuenca del Magdalena.
Una de ellas pueden ser los manatíes que habitan en la región de la costa atlántica, una especie que actualmente está en peligro de extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), cuyas poblaciones se extienden inclusive al interior del río Magdalena. "Esa especie particularmente se ve afectada porque vive en esos ecosistemas que pueden ser habitados por el hipopótamo", explica el profesor Jiménez.
Junto a los manatíes, la invasión de los hipopótamos puede impactar otras especies que habitan en las fosas que hay a lo largo de la zona del Magdalena, como las nutrias de río, peces e incluso las plantas que crecen en la cuenca debido a una actividad que se conoce como pisoteo, en la que el peso de estos grandes animales –que pueden ser toneladas– daña a su paso la flora presente en donde caminan.
A esto se le suman los efectos de la materia orgánica que dejan los hipopótamos en el agua, entre tierra y materia fecal, que también puede contribuir a la intoxicación de plantas y animales que habitan en el río y los lagos donde están los paquidermos.Crecimiento poblacional
En un artículo publicado en 2019 en la revista Oryx, el profesor Jimenez y sus colegas hicieron por primera vez una estimación del crecimiento poblacional en los que a través de unos modelos se proyectaba que para el 2050 se podría estar hablando de la presencia de miles de hipopótamos en el país. "Estamos hablando de aproximadamente unos 1.400 a 2.000 individuos para ese momento".
A comienzos de este año, Jiménez junto a otros científicos, como la profesora Nataly Castiblanco, Ph .D. en Ecología y Desarrollo Sustentable, publicaron un nuevo artículo en la revista Biological Conservation, en la que reportan de nuevo estimaciones sobre el crecimiento de la especie invasora, que continúa siendo sostenido: bajo la situación actual crece a una tasa anual del 14,5 por ciento y alcanzará su máximo crecimiento para 2034, con una población superior a 1.400 individuos con los que el país deberá lidiar.
Las dificultades de la esterilización
Para Claudia Jiménez, profesora de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Nacional y experta en el área de reproducción animal, aunque los procesos de esterilización podrían ser una alternativa para controlar a estos animales y salvarlos, el factor económico sigue siendo una limitante para poder completar esta tarea en la totalidad de la población de hipopótamos.
"El problema es que tienes que tener identificada claramente a la población para poder aplicar los dardos a cada uno de esos individuos, si hay animales que se quedan sin vacunar el efecto no es el deseado", explica la veterinaria.
A lo que se le suma la longevidad de la especie, que puede alcanzar hasta 40 y 50 años, un periodo en el que estos animales continuarían impactando los ecosistemas donde se han introducido.
En esta materia, la Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los Ríos Negro y Nare, Cornare, comenzó el mes pasado el primer plan piloto experimental de inmunocastración, utilizando el medicamento GonaCon donado por la Agencia USDA APHIS (Animal and Plant Health Inspection Service) de Estados Unidos.
Con el reciente ataque, nuevas dificultades de este proceso se hicieron evidentes: en el accidente se vio involucrada una madre hipopótamo ya había sido inyectada con el GonaCon, pero al momento de la inyección ya tenía a su cría y representantes de Cornare señalaron que no cuentan con los medios necesarios para saber cuántas hembras hay embarazadas.No hay cifras certeras
Para el profesor Jiménez, una de las cosas en las que es necesario avanzar es recopilar la información exacta de cuántos son y dónde están los hipopótamos, pues hasta el momento estudios como los que él ha adelantado se basan en estimaciones poblacionales.
"Necesitamos salir y contar realmente cuántos están por fuera de la Hacienda Nápoles; al tiempo, tratar de mirar cuántos de estos individuos pueden capturarse y confinarse en ciertas áreas", señala el investigador, quien añade que solo se puede hablar de capturar y confinar porque la cacería de control está prohibida por la ley, pero se debe tener en cuenta que ambas medidas tienen unos costos económicos muy altos, que pueden rondar incluso los 80 millones de pesos por animal.
"A mí me preocupa que en un país como Colombia, donde tenemos unas prioridades de conservación con nuestras especies nativas, estemos pensando que esos presupuestos que le deberíamos destinar a la conservación de nuestras propias especies se lo dediquemos a una invasión biológica", señala el experto.
Aclara que con esto no busca ser un asesino de hipopótamos, como muchas veces han tildado en redes sociales a los científicos que se han manifestado sobre el tema. "Solo estoy accediendo al sentido común y a la racionalidad para decir que en nuestra biodiversidad debe primar ese escenario de poderla conservar sobre otras especies, de poderla cuidar, porque es nuestro futuro, es nuestro capital natural.