Las personas pueden visitarlo de manera turística o como voluntarios.
Este es el caso de la torre Frying Pan o torre Sartén. Un hotel calificado como ‘el más terrorífico del mundo’, el cual alberga muchos huéspedes al año en Carolina del Norte, Estados Unidos.
La historia detrás de la torre
Como era de esperarse, esta edificación no se construyó como un hotel, pues estar en un planchón en medio de la nada no parece la idea más rentable.
Esta era, en un inicio, un faro con plataforma en la que los guardacostas cuidaban a las embarcaciones que navegaban por el lugar.
Lo anterior se debía a que en esa zona los barcos naufragaban constantemente, por lo que se decidió construir una estructura de cuatro patas que pudiera darle un poco de estabilidad a la superficie, alumbrara la costa y disminuyera las olas.
Algunas de las actividades incluyen el buceo.
Foto:
Pagina oficial Frying Pan
No obstante, los vientos, huracanes y mareas altas eran tan fuertes que Frying Pan quedó en desuso tras más de 10 años de prestar su ‘terrorífico’ servicio al país americano.
Los 20 guardacostas que permanecían allí se fueron, la luz del faro dejó de funcionar y la estructura se empezó a deteriorar.
¿Cómo se convirtió en un hotel?
Para 2009, el faro y su plataforma se encontraban en venta a menos de $1.500.000 para quien quisiera adquirirla. Según el blog de viajes ‘Inhabitat’, fue un año después que Richard Neal hizo una oferta mucho menor a la inicial: $265.000 si cerraban el trato ese mismo día.
El ingeniero de sistemas adquirió la plataforma y empezó con la reforma, la cual tuvo colaboración de voluntarios y fue financiada mediante donaciones.
En ocasiones especiales hay show de fuegos artificiales.
Foto:
Pagina oficial Frying Pan
Lo que parecía una terrible idea, se convirtió en una mina de oro, pues Neal cobra 600 dólares por dos noches de alojamiento en el lugar, lo que equivaldría a unos $2.300.000.
“La torre funciona con turbinas eólicas y energía solar para la electricidad. Cuenta con sistema de filtración de agua potable e Internet de alta velocidad para comunicaciones”, afirma la página oficial del sitio.
Para llegar al hotel, los visitantes tienen que ir en barco o en helicóptero. Una vez allí, las embarcaciones pueden ser llevadas hacia arriba con un arnés o aterrizar tranquilamente en la plataforma.
De acuerdo con el medio ‘Clarín’, “antiguamente había una escalera de caracol que iba desde el mar hasta el helipuerto. Ya no existe. Se la llevó un huracán”.
Los huéspedes pueden pasar máximo dos noches.
Foto:
Pagina oficial Frying Pan
Los visitantes pueden elegir entre habitaciones con vista al océano y con camas dobles o suites con camas tamaño king. El precio, además, incluye la comida que consuman en el establecimiento, pero no el transporte o el servicio de limpieza a la habitación.
Entre las actividades que se pueden hacer está la pesca desde la cima de la torre, golf hacia el mar con pelotas biodegradables, películas en el interior, billar, esnórquel, buceo en el arrecife protegido que está en la parte de abajo de la torre y espectáculos de fuegos artificiales.
¿Es realmente peligroso?
El golf con pelotas biodegradables pretende cuidar el mar.
Foto:
Pagina oficial Frying Pan
De acuerdo con la página oficial, las instalaciones son sencillas, pero bien equipadas contra cualquier accidente. “El área de mantenimiento mantiene nuestra batería y sistemas de comunicación secos y fuera de los elementos protegidos de las inclemencias del tiempo. Esta área también alberga nuestros grandes generadores de respaldo, fuentes de combustible y herramientas y equipos para reparaciones y mantenimiento”, afirman.
En adición, si lo que usted quiere no es precisamente descansar, puede inscribirse en el programa de voluntarios de esta compañía y así ayudar a restaurar y mantener en funcionamiento la Torre del Sartén. Pintura, cocina y soldadura son las actividades más requeridas.
Quienes quieran participar solo deben cubrir sus gastos de transporte y asistir a las capacitaciones programadas, pues la comida y el alojamiento corren por cuenta de la compañía. Es tanta la llegada y salida de este personal que, hasta el momento, no se han contratado empleados a tiempo completo que ejerzan estas labores.
Sin embargo, una salvedad muy importante es que, en caso de accidente, la torre no se responsabiliza de nada, ya que los voluntarios tendrán que firmar una exención de responsabilidad antes de ir a laborar.