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Murales que defienden los derechos de las mujeres, manifestaciones, argumentos que una y otra vez intentan explicar que a la luchar por la igualdad de género no puede, ni debe cesar, libros, pancartas… Los movimientos feministas han atraído una atención significativa en Europa y América del Norte durante los últimos años. Entonces, ¿por qué tantas mujeres jóvenes todavía dicen que no se identifican con el término feminismo? Así lo sugieren encuestas realizadas en Reino Unido y Estados Unidos, en las que, según Christina Scharff, profesora principal en Cultura, Medios e Industrias Creativas en el King’s College de Londres, sólo una de cada cinco mujeres jóvenes se llamaría a sí misma feminista, informa BBC. Además en España el 56% de los jóvenes todavía defiende posiciones machistas, según otro estudio de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD).
Esto podría ser una sorpresa, ya que el feminismo, la defensa de los derechos de las mujeres por la igualdad de los sexos, está en el centro de la atención.
Un día después de que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, asumiera su cargo el 20 de enero de hace dos años, millones de personas en todo el mundo se unieron a la Marcha de Mujeres 2017. Un objetivo clave era resaltar los derechos de las mujeres. Otro momento decisivo llegó cuando más de 80 mujeres denunciaron acoso sexual contra el productor de cine Harvey Weinstein lo que dio origen al movimiento #MeToo. Este cobró en un primer momento fuerza a través de las redes sociales cuando la actriz Alyssa Milano sugirió que cualquier persona que haya sido “acosada o agredida sexualmente” debía responder a su tuit con el hashtag #MeToo, resucitando un movimiento iniciado por la activista Tarana Burke en 2006. Medio millón respondió en las primeras 24 horas y el hashtag se ha utilizado en más de 80 países desde entonces.
Muchas otras famosas han abrazado públicamente el feminismo, incluidas las actrices Emma Watson, que lanzaron una campaña de igualdad con Naciones Unidas y la “guerrera del cuerpo positivo” protagonizada por Jameela Jamil. Movimientos como #everydaysexism y puntos de discusión como la charla de Ted, del autor Chimamanda Ngozi Adichie, ‘Todos deberíamos ser feministas’, son otras iniciativas a favor del feminismo y acciones que han ayudado a llevar el feminismo al centro de la atención general en todo el mundo. Por eso, tal vez sea inesperado que la identidad “feminista” no haya ganado más popularidad entre las mujeres jóvenes en el mundo occidental, indica Christina Schar.
En el Reino Unido ha habido un pequeño aumento en el número de mujeres que se identifican como tales. Una encuesta de YouGov en 2018 desvelaba que el 34% de las mujeres en el Reino Unido respondió “sí” cuando se les preguntó si eran feministas, frente al 27% en 2013.
© Alvaro Barrientos | AP Manifestación en rechazo a ‘La Manada’ en Pamplona.
Una imagen similar en Europa, con menos de la mitad de los hombres y mujeres encuestados en varios países europeos –Francia, Reino Unido, Alemania, Suecia, Noruega, Finlandia– que están de acuerdo en que son feministas. Una calificación que oscila entre el 8% de los encuestados en Alemania y el 40% en Suecia.
A pesar de esto, el mismo estudio indicaba que 8 de cada 10 personas dijeron que los hombres y las mujeres deben ser tratados por igual en todos los aspectos, y que muchos están de acuerdo en que el sexismo sigue siendo un problema. Esto parece representar un cambio en las actitudes a lo largo del tiempo.
Un estudio con 27.000 personas en Estados Unidos reveló que dos tercios creían en la igualdad de género en 2016, en comparación con sólo un 25% en 1977.
Y en una encuesta de 2017 en el Reino Unido, el 8% afirmaba estar de acuerdo con los roles tradicionales de género: que un hombre debería ganar dinero y una mujer debería quedarse en casa, en comparación con el 43% en 1984.
Si muchos creen que la igualdad de género es importante y aún no existe, ¿por qué relativamente pocas personas, incluidas las mujeres jóvenes, se identifican como feministas? Puede ser que no sientan que el término les “habla”, sugiere el sondeo que acota que esa calificación es aún menos probable que atraiga a las mujeres de clase trabajadora.
Casi una de cada tres personas del grado social más alto, aquellas en ocupaciones gerenciales, administrativas y profesionales, se calificó de feminista en una encuesta de 2018. Mientras que uno de cada cinco encuestados, que incluye trabajadores manuales, funcionarios jubilados, trabajadores ocasionales y desempleados.
Pero las personas de bajos ingresos tienen la misma probabilidad de apoyar la igualdad de derechos. Ocho de cada 10 personas de ambos grupos consideraron que hombres y mujeres deben ser iguales en todos los aspectos, cuando se les solicitó participar en una encuesta en 2015.
Esto puede sugerir que los grupos de bajos ingresos apoyan los principios que están detrás del feminismo, pero no están interesados en la palabra en sí y declararse como tales.
La raza también puede dar forma al punto de vista del feminismo. La investigación sobre las opiniones de los millennials en EEUU descubrió que el 12% de las mujeres hispanas, el 21% de las mujeres afroamericanas, el 23% de las mujeres asiáticas y el 26% de las mujeres blancas se identifican como feministas.
Tres cuartas partes de todas las mujeres encuestadas dijeron que el movimiento feminista ha hecho “mucho” o “algo” para mejorar la vida de las mujeres blancas. Sin embargo, solo el 60% dijo que había logrado mucho para las mujeres de otras etnias, un sentimiento compartido por el 46% de las mujeres afroamericanas.
La lucha contra los estereotipos
Otro obstáculo pueden ser algunos de los estereotipos y conceptos erróneos asociados con el feminismo.
En su introducción a la antología recientemente publicada Feminists Don’t Wear Pink y Other Lies (Las feministas no visten de rosa y otras mentiras), la activista Scarlett Curtis se refiere al estereotipo de que las feministas no usan maquillaje, no se afeitan las piernas o no les gustan los niños.
Asegura que estos estereotipos han persistido a lo largo de los siglos. En la década de 1920, las feministas solían ser llamadas spinsters (solteronas) y abundaban las especulaciones sobre sus preferencias sexuales. Casi un siglo después, estos puntos de vista aún mantienen cierto dominio.
Entonces, ¿cómo podría mejorarse la imagen del feminismo? Los expertos insisten en que hay que continuar trabajando para hacer que el movimiento sea más inclusivo.
Sin embargo, para Christina Scharff la sociedad está marchando hacia un buen camino ya que cualquiera que sea la etiqueta que las mujeres decidan adoptar, la indicación de que la gran mayoría de las personas ahora apoya la igualdad, y reconoce que aún no se ha logrado, es alentadora.
Situación en España
La juventud española se encuentra polarizada en sus posturas frente a la equidad de géneros. Un 56% se posiciona en un polo más resistente a reconocer la desigualdad y un 44% se muestra militante frente a estereotipos y creencias machistas. En general, las mujeres son más “conscientes y equitativas” y los hombres más “tradicionales y sexistas” o “negacionistas y conservadores”. Así lo señala el ‘I Informe Jóvenes y Género. La (in)consciencia de equidad de la población joven en España’, realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAD, el Banco Santander y Telefónica.
Los resultados apuntan a que existe una disociación clara en la percepción de la equidad entre mujeres y hombres. Esta disposición hacia los extremos contrasta con los principales indicadores sobre juventud en España, según los cuales las chicas estarían en peores estados de salud, soportarían situaciones de mayor precariedad laboral, tendrían más desempleo, además de soportar mayor presión económica y social por emanciparse antes y por aplazar cada vez más la maternidad.
Según el estudio el colectivo de jóvenes “conscientes y equitativos” no llega a alcanzar a la mitad de la población joven (44%). Es el colectivo que representa más claramente la consciencia y el avance en cuestiones de equiparación de géneros, añade.
© Francisco Seco | AP Protesta feminista en Madrid.
Es un grupo abrumadoramente femenino: dos de cada tres de sus componentes son mujeres, y algo más de la mitad de las mujeres de la muestra forman parte de él. La distribución por edad es bastante equilibrada, aunque es mayor la presencia de jóvenes entre 20 y 24 años que en el resto de grupos. En cuanto a la actividad que realizan, es un tipo en el que destaca la proporción de personas en paro o de quienes sólo estudian. Además, es relevante la menor presencia de jóvenes que se consideran de clase alta y media alta.
Este es el grupo que muestra mayor contundencia al defender las sanciones a empresas que pagan menos a las mujeres por el mismo trabajo. Son quienes más apuestan porque el permiso de paternidad esté equiparado al de maternidad; porque exista una presencia igualitaria de mujeres en cargos públicos y, aunque no aceptan claramente la discriminación positiva, sí que es el grupo que mayor defensa establece de la promoción de la contratación teniendo en cuenta los méritos específicos y no el género.
En contraposición clara se sitúan los y las jóvenes “tradicionales y sexistas” (también cuantitativamente muy relevantes, con un 39%) y el grupo de “negacionistas y conservadores” (17%) que, sin situarse en el machismo extremo, son mucho más proclives a enfatizar los estereotipos diferenciales y a visualizar las relaciones interpersonales de todos los tipos desde los roles más tradicionales de género y el ejercicio de la dominación masculina.