martes, 13 de febrero de 2018

Anticípese a las rabietas


Hay que explicarle al niño que es válido sentirse triste o frustrado. Disciplina positiva.

Lo animo a recordar sus pataletas cuando era niño. El escándalo en la calle, en un almacén o cuando asistía con sus padres a misa. Cualquier escenario era válido para llamar la atención u obtener lo que deseaba.

Por ejemplo, el papá de Luisito recuerda una rabieta memorable de su hijo a quien siempre le gustaron las tractomulas de juguete. “Mi hermano le ofreció comprarle una, pero el niño se antojó de la más costosa, que tenía carrocería y tráiler. Decidió no comprarla, pero al salir del almacén, Luisito lo pateó en repetidas ocasiones. Fue tal la pataleta que logró el objetivo, mi hermano le compró el juguete”.

Repete su palabra

Esta reacción no fue la acertada, asegura la experta en disciplina positiva Carolina Guzmán García y explica que con los niños siempre se habla en serio y lo que se les promete hay que cumplirlo.

“Lo que debemos hacer con un niño es anticipar. Le decimos antes cuales serán las condiciones, por ejemplo advertirle que podemos comprar algo de X precio y si el niño no sabe leer nosotros le diremos ese sí puede o ese no se puede”.

Agrega que al comienzo el tío incumplió, porque no le dio otras opciones como mostrarle otras tractomulas que sí estuvieran en su presupuesto.

Respecto a la reacción del niño, aclara que si bien es grosera, resulta natural porque le falló, pero recalca que en este caso hay que ayudarle a regular la emoción y expresarla de manera adecuada, sin pegar ni patalear. Pero para llegar a esto, el adulto debe acudir a la anticipación y respetar su palabra.

Según la experta, esta metodología de crianza positiva pretende darle al niño un buen trato y combina la amabilidad, respeto por el menor y firmeza, que busca el respeto en el adulto.

Recalca que esta última debe aplicarse sin excederse en palabras o acciones para que no se convierta en autoritarismo. “La gente cree que firmeza es hablar duro, gritar o reaccionar con actitudes en el rostro o con las manos, lo que hay que buscar son herramientas donde haya un respeto efectivo al adulto, a su palabra, a sus acciones y hacia el niño que mira con un buen trato y amabilidad el momento en que se interrelaciona con él.

¿Qué hacer cuando hay una rabieta?

1. Validar ese sentimiento. Explicarle que es válido llorar, sentirse triste o frustrado, porque a uno como adulto también le pasa.

2. Aprender a controlar esa emoción. No se puede manejar de una manera que agreda al otro, le pegue al adulto o interrumpa en medio de la pataleta.

3. Explicarle. Hay que desconectarnos de esa situación y buscar otro espacio.

4. Hablar con él. Preguntarle qué cree que lo relaja, si pintar, si estar en un sitio solo, que lo acompañemos o si quiere que lo abracemos, es decir, darle el apoyo para que supere esa rabieta.

5. Siempre debe haber acompañamiento con modelaje. Muchas veces los adultos terminamos haciendo la misma rabieta que ellos. Les decimos: no llores y manoteamos, no grites y lo hacemos gritando, es un mensaje confuso: decimos una cosa y hacemos otra.

¿Y si es en público?

Es difícil, porque tenemos varios ojos encima y como papás nos debemos controlar. Podemos buscar un espacio para hablar con él, salirnos de esa situación para que el niño vuelva a conectarse. Mediante las neuronas espejo logramos que el niño recapacite y vuelva en sí y no permitir que estas neuronas nuestras se dejen llevar por la rabieta y terminemos haciendo lo mismo en público.

¿Cómo se aplica la anticipación?

Cuando vamos a un centro comercial y si ya ha pasado que el niño hace pataleta, antes le podemos decir: si haces una rabieta nos tenemos que retirar, nos vamos para la casa, hay que desconectarlo de esa situación. La anticipación ayuda a prevenir, porque cuando ya está en la pataleta es difícil de manejar, lo que sí es claro es que ni con golpes o gritos va a parar.

Un error frecuente es la amenaza, “si te portas mal...”

Estamos acostumbrados a amenazar, castigar y premiar. Son como las tres herramientas reinas de los padres de familia, porque con ellas cortan de inmediato el comportamiento. Lo que tenemos que usar son herramientas menos convencionales y más eficaces, como la anticipación o las preguntas abiertas: qué necesitamos para salir, para que cambiemos el sermoneo y generemos autonomía. El niño es el que dice: para salir necesito llevar un saco, para acostarme debo cepillar mis dientes y que estén limpios. De esta manera desarrollamos habilidades de por vida, autonomía.


“Los padres de familia somos los llamados a mejorar el trato con nuestros hijos, porque finalmente lo que van a hacer cuando formen su hogar es replicar el modelo que nosotros les dimos. Si desde pequeños los acostumbramos a los gritos, a los golpes, a las amenazas y demás herramientas que no van con la dignidad de una persona eso es lo que van a hacer con sus hijos”.

Neuronas espejo

Están en el cerebro. Son todos los comportamientos empáticos o no empáticos que copiamos de los demás. Por fortuna, tenemos la capacidad de revertirla y así obtenemos una neurona espejo de calma y tranquilidad que se copie en el niño.

Por ejemplo, cuando una persona bosteza, estas neuronas hacen que los demás también lo hagan. O cuando vamos a cruzar la calle vemos que alguien la cruza y ni siquiera miramos el semáforo porque lo hacemos siguiendo al otro.

Disciplina positiva

* Basada en la amabilidad y firmeza

* Tiene un sentido de conexión

* Es efectiva a largo plazo

* Desarrolla habilidades para la vida, entre ellas, autonomía