Las cifras muestran que los jóvenes cada vez leen más. Mientras las sagas juveniles y los cómics ganan popularidad en el mercado, varias entidades adelantan campañas y estrategias para enamorarlos de la lectura.
Eventos como la Parada Juvenil de la Lectura (izquierda), que se lleva a cabo en Medellín desde 2009, reúnen a los jóvenes en torno a los libros. Los planes de lectura del gobierno nacional y las alcaldías también le apuntan a crear niños lectores.
El sábado 15 de julio, aproximadamente a las dos de la tarde, cerca de 26.300 personas –casi todas jóvenes– comenzaron a llegar a la UVA de la Imaginación, una plazoleta del barrio San Miguel, en el oriente de Medellín. Durante 16 horas continuas disfrutaron de toldos llenos de libros, películas proyectadas al aire libre, charlas con escritores, conciertos, talleres de escritura y lecturas colectivas. Unos pocos llevaron carpas para pasar la noche y descansar cuando los venciera el sueño. Algunos prefirieron estar un rato y luego regresar a sus casas. Y otros amanecieron en medio de música, libros y discusiones literarias.
No era la primera vez que algo así ocurría. De hecho, se trataba de la novena edición de la Parada Juvenil de la Lectura. Desde 2009, este encuentro anual se convirtió en cita obligada de los amantes de los libros y la cultura en la capital de Antioquia, pocas semanas antes de la Fiesta del Libro y la Cultura, la segunda más importante del país, que empieza a mediados de septiembre.
El éxito del evento, palpable en cada nueva edición, muestra una tendencia que comenzó hace unos años: los jóvenes están leyendo cada vez más. De hecho, según la última encuesta de consumo cultural que el Dane publicó a finales de 2016, los niños de entre 5 y 11 años leen en promedio 3,2 libros al año, mucho más que el resto de la población (que solo alcanza 2 libros). Además, el 62 por ciento de los jóvenes entre los 12 y los 25 años han leído libros durante el último año, casi el doble que los demás grupos de edad.
“Los jóvenes están impulsando el mercado. Esta revolución no es exclusiva de Colombia, pero aquí la hemos capitalizado bastante. Comenzó con ‘Harry Potter’ y desde entonces no ha parado”, dijo a SEMANA Enrique González Villa, presidente ejecutivo de la Cámara Colombiana del Libro, poco después de la Feria del Libro de Bogotá. Lo prueba la gran cantidad de sagas juveniles tipo Crepúsculo (2005), Los juegos del hambre (2008) o Divergente (2011) que empezaron a aparecer primero en las librerías y después en el cine. Es tanto su éxito, que incluso en Colombia hay escritores como la caleña Carolina Andújar (Vampyr, 2009), que solo escriben libros dedicados a los jóvenes y tienen mucho éxito.
A eso también ha ayudado el crecimiento de otros formatos, con un lenguaje más cercano a las nuevas generaciones, como las novelas gráficas y los cómics. Como explica Elena Gómez, directora editorial de Penguin Random House, “hay un público joven que nos está llevando a adaptar propuestas de nuevos contenidos y de otros formatos a los libros. El mundo del internet nos abrió las fronteras y hemos tenido que aprovecharlo”. De hecho, los libros más vendidos en las últimas ediciones de la Feria del Libro de Bogotá tienen temáticas juveniles: Chupa el perro, del youtuber Germán Garmendia, en 2016, y Parceros, de Tatán Mejía y Maleja Restrepo, en 2017. Como si eso fuera poco también está el fenómeno de los booktubers, jóvenes con muchos seguidores en YouTube que usan sus videos para reseñar libros y hablar de literatura.
Pero el aumento de las cifras también tiene que ver con que muchas entidades, públicas y privadas, se han puesto en la tarea de promover la lectura juvenil. Hoy, de hecho, la mayoría de las campañas prolectura hacen énfasis en las nuevas generaciones. Leer es mi Cuento, el plan nacional de lectura del Ministerio de Cultura, por ejemplo, comenzó con una estrategia dirigida a la primera infancia (que incluía formar a cuidadores, mamás y madres comunitarias) y hoy tienen campañas para que los jóvenes lean en vacaciones, en los colegios y en las bibliotecas municipales, que además cuentan con herramientas tecnológicas.
Gracias a ese plan han entregado 179 bibliotecas –hoy pocos municipios del país no cuentan con una–, han distribuido más de 17 millones de libros y han digitalizado otros 32.000, que hoy cualquier persona puede encontrar gratuitamente. Además, las casas de interés social incluyen una biblioteca con títulos juveniles e infantiles. “La idea es crear lectores desde pequeños y hacer todos los esfuerzos para que no pierdan ese hábito cuando sean jóvenes. En ellos hay un potencial extraordinario para el futuro de la lectura”, cuenta Consuelo Gaitán, directora de la Biblioteca Nacional y una de las abanderadas del plan.
Otra estrategia, en este caso de Fundalectura y la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de Bogotá, consistió en crear un espacio para los jóvenes en las cinco bibliotecas públicas más grandes de la ciudad. Esas salas reúnen cómics, novelas gráficas, sagas juveniles y manga. El resultado ha sido tan positivo que el nivel de préstamo y uso de material es más alto que el del resto de la biblioteca.
Pero la verdadera clave para acercar a los jóvenes a los libros, según varios expertos, ha sido quitarle a la lectura esa aura de actividad académica y culta que muchos le daban. Por eso, desde hace unos años ha crecido la entrega de libros gratuitos (como la serie Libro al Viento) y los espacios de lectura en lugares no convencionales: en Bogotá ya hay 8 bibliotecas en portales de TransMilenio y 71 paraderos para libros en los parques. Y la mayor parte de ellos son infantiles o juveniles.
Una filosofía similar mueve a la Parada Juvenil de la Lectura que se realiza en Medellín. Comenzó luego del fracaso de un festival para jóvenes lectores y con la filosofía de mezclar los libros con otras actividades al aire libre. Los organizadores se unieron con colectivos teatrales e inventaron actividades como Libros Libres, que busca que tomen libros gratis, los lean y luego los dejen en algún punto de la ciudad para que los encuentre otra persona. Guillermo Cardona, quien estuvo al frente de la primera edición, recuerda que “fue una puesta en escena con un estilo fresco, tranquilo e irreverente en el que los jóvenes fueron los protagonistas”. Así, han logrado acercar a muchos a la lectura.
Y aunque algunos critican, por su contenido, los libros que leen los jóvenes, para los expertos lo importante es que se acerquen a la lectura. Generalmente, con el paso del tiempo muchos de ellos migran a libros con mejor calidad. En ese mismo sentido, la Biblioteca Nacional sacó hace unos días una nueva campaña llamada Lee lo que Quieras, pero Lee, que busca que muchos jóvenes descubran que pueden hacerlo por gusto y afinidad, no por obligación. Y que, de hecho, muchos ya lo hacen cuando leen cómics, revistas, blogs e incluso algunas cosas en las redes sociales.
Convencerlos es clave porque como dice Diana Rey, directora de Fundalectura, “cuando uno encuentra esa conexión con la lectura, es muy difícil que se rompa. Ser lector es algo que difícilmente se abandona”.