Así lo acordaron Ministerio de Educación y Fecode tras el reciente paro de maestros. Expertos de distintas áreas opinan, mientras que la educación finlandesa discrepa de la estrategia.
“El niño llega atrasado”, indica María Gemma Moreno, directora del Jardín Infantil Burbujitas, de Manizales, al preguntársele por aquellos niños que comienzan a estudiar en primero de primaria, es decir, sin pasar antes por la educación preescolar.
“El jardín les desarrolla habilidades y bases para que pasen bien a la básica primaria”, agrega. Esa labor, actualmente en manos de jardines infantiles privados y del Bienestar Familiar, quiere asumirla ahora la educación pública.
El Ministerio de Educación y la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode) firmaron un pliego de peticiones para poner fin al reciente paro nacional de maestros. El punto cinco del acuerdo establece la creación de dos grados de preescolar en los colegios públicos del país: prejardín y jardín.
Deuda de 20 años
No obstante, esta medida ya estaba contemplada en la Ley 115 de 1994, que supeditaba la apertura de estos dos nuevos grados al aumento de la cobertura del nivel de transición al 80% en el país. Este último es actualmente el único grado con el que cuenta el nivel de preescolar.
La razón de que todavía no se implementen es que, precisamente, la cobertura del 80% no se ha alcanzado, de allí que el compromiso del Gobierno Nacional y Fecode sea lograrla en el 2021, de tal manera que los grados jardín y prejardín puedan ofertarse desde 2021 y 2024, respectivamente.
Para Alexánder Gómez, secretario general del sindicato Educadores Unidos de Caldas (Educal), la apuesta por la educación inicial es clave, pues los frutos se recogen en los grados superiores. “Una buena formación desde los primeros años permite que tengamos jóvenes diferentes cuando se gradúen en undécimo, cuando afronten la educación universitaria y el mundo laboral. Estas bases deben inculcarse en los primeros grados”.
El Ministerio de Educación le indicó a LA PATRIA que el compromiso pactado con Fecode estará articulado a la política de primera infancia y al principio de atención integral. “Es una deuda de más de 20 años. Esto permitirá que los niños más pequeños también disfruten de la gratuidad de la educación en el país”, señaló.
Más temprano
La creación del prejardín en la educación pública implica que los niños inicien sus estudios a los tres años. Actualmente, lo hacen a los cinco en el grado transición. Para averiguar sobre qué implicaciones tiene el cambio, LA PATRIA consultó a Liliana González, directora de la Maestría en Desarrollo Infantil, de la U. de Manizales, quien dice: “No es bueno ni malo. Esto depende de cuáles son las competencias y logros que se diseñen para estos cursos”.
González también añadió que la medida podría ser beneficiosa para madres y padres cabeza de hogar, quienes en muchos casos dejan sus hijos al cuidado de personas no idóneas y que no responden por su cuidado y alimentación.
En esto coincide con el psicólogo Jorge Hernán López, quien explica: “La familia modificó sus roles básicos. Antes, las madres se dedicaban al hogar. Con la inclusión de la mujer al mercado laboral aparecen unas implicaciones: quién cuida a los niños, en qué momento, qué tipo de educación les brindamos. Por ello es que hoy el preescolar se convirtió en una necesidad, con los niños estudiando a temprana edad”.
La clave está en una formación dirigida para las edades tempranas. “Los niños que cursan preescolar no reciben un aprendizaje común y corriente como en primaria. La enseñanza está fundamentada en el juego, se trabaja la motricidad fina, básica, se imparten valores. También se inculcan saberes de prematemáticas, prelenguaje, todo con estimulación. Esto es mucho mejor que tenerlos en la casa frente a un computador o una tableta para 'desencartarse' de ellos”, añade.
Para Diana Carolina Manjarrés, también psicóloga, los pros y los contras de iniciar una educación a los tres años los define cada familia. “En ocasiones los ingresan muy pequeños, porque los padres no tienen una red de apoyo. Puede ocurrir que el niño es agresivo, pues no ha interactuado con otros y entonces lo matriculan. Hay otros que piensan que la edad correcta para comenzar los estudios son los cinco años. En últimas, los padres definen los pros y los contras”.
También añade: “Todo depende de la estrategia de educación del jardín, pues esto impactará en la formación de los niños. En función de esto será bueno que los niños de tres años desarrollen sus habilidades. Si no hay una pedagogía efectiva no sé qué tan acertado sea para ellos permanecer en un ambiente así”.
María Gemma Moreno, directora del Jardín Infantil Burbujitas, amplía sobre las características que debe brindar esta educación: “Hay que enseñarles valores, cómo socializar con los otros. Ellos son esponjitas y lo que aprenden a esta edad les servirá para el resto de la vida. Aprenden contextos, observación, crítica y reflexión del entorno”.
Plata y maestros
Alexánder Gómez sostiene que la apertura de los grados debe acompañarse con recursos y maestros especializados, si se quiere garantizar una enseñanza de calidad: “Hablamos de vincular niños al sistema público, lo que representa unos costos. No solo se requieren infraestructuras, baterías sanitarias, mobiliario acorde con estas edades, sino educadores especializados en la atención de la primera infancia”.
¿De dónde saldrá el dinero?, Gómez responde: “Estará ligado a la discusión de la comisión de alto nivel creada para revisar la financiación de la educación. Se espera una propuesta específica para el primer semestre del 2018, que desde nuestro punto de vista debe contemplar las reformas de los artículos 356 y 357 de la Constitución Política sobre los dineros para la educación pública. Esto no solo para beneficiar al nivel de preescolar, sino también los otros niveles”.
Según Gómez, es asunto de articulación que la educación estatal pretenda asumir la responsabilidad de la formación inicial. “El iniciar el aprendizaje desde los tres años permitirá articular el proceso educativo con los demás grados, conformando un engranaje pedagógico. Esto con el ánimo de generar unas condiciones específicas de conocimiento en los niveles de preescolar, unas bases fundamentales para los siguientes niveles de educación básica y media”, comenta.
Mónica González, madre de Valeria e Isabella
Foto | Cortesía | LA PATRIA
“A Valen la matriculé en un jardín cuando tenía dos años. Me lo recomendó una EPS. Se volvió más independiente y abierta, pues antes era retraída. A Isabella la matriculé cuando tenía un año, también por recomendación de una EPS que me alertó de que podría desarrollar autismo. Además porque estaba a cargo de una persona que no era adecuada. En el jardín interactuó con niños, empezó a hablar. Hoy es una niña sana. Recomiendo la formación inicial”.
Marly Giraldo, madre de Pedro
“No consideré necesario meterlo a una guardería, pues no quería perderme las mejores etapas de ser madre. Yo quería estar ahí y por eso conseguí trabajos pequeños para no dejarlo solo en la casa por mucho tiempo. Cuando comenzó preescolar a los cinco años, él estaba muy entusiasmado. Me dio más duro a mí que a él. Estuvo dispuesto a aprender, era un niño muy aplicado. Se adaptó perfectamente y no tuvo inconvenientes”.
Otra visión
“Un niño de cuatro años necesita jugar, no ir a la escuela”, con esta contundencia se expresó el decano de la Facultad de Educación de la Universidad de Helsinki, Jari Lavonen, durante una entrevista con el diario español La Vanguardia. La institución está en Finlandia, país reconocido en el mundo por la excelencia de su sistema educativo. Ante la pregunta de qué ocurre con los padres que trabajan y no saben qué hacer con sus hijos, Lavonen respondió que tienen jardines infantiles estatales, pero con una formación lúdica.