sábado, 27 de mayo de 2023

Muertos por sobredosis de drogas en EE. UU., un tema que va en ascenso


Chisako Kakehi asesinaba a sus parejas con pastillas de cianuro.

La llamada ‘pandemia silenciosa’ fue catapultada por los opioides, presentes en el 75 % de decesos.

Hace un par de meses, los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) y el Centro Nacional para las Estadísticas en Salud (NCHS) presentaron cifras escalofriantes sobre las muertes que se vienen presentando en Estados Unidos por sobredosis de drogas. Según ambos, durante el período entre diciembre de 2019 y diciembre del 2020 perecieron por esta causa un poco más de 90.000 personas. El número más alto de decesos por sobredosis en toda la historia y con el incremento interanual más grande registrado: el 30 por ciento con respecto al mismo lapso entre 2018 y 2019.

Tan oscuro era el panorama que el fenómeno adoptó su propio nombre: la ‘pandemia silenciosa’, en comparación con la del covid-19, y de la que todo el mundo habla.

Pero hace unos días los CDC y el NCHS hicieron una nueva actualización de las cifras, y los resultados son aún peores y más alarmantes. De acuerdo con estos, entre abril de 2020 y abril de 2021 hubo más de 100.000 muertes por sobredosis. Otro nuevo y lamentable récord histórico.

Pero las estadísticas, que representan un nuevo incremento de más del 10 por ciento en solo estos tres meses (desde la última evaluación), podrían ser aún más altas, ya que el sistema de salud tarda tiempo en clasificar la muerte de una persona como consecuencia del abuso de drogas y se estima que los datos van al menos 6 meses retrasados con la realidad. Es decir, a este paso, en el 2021 podría ya haberse registrado otro incremento del 30 por ciento de decesos causados por sobredosis. Y de acuerdo con expertos, la cifra real podría estar cercana a las 120.000 personas.

Para poner en contexto este devastador dato solo basta con revisar los de años anteriores. En el 2010, hace 11 años, el número no superaba las 40.000 personas muertas. En otras palabras, los decesos por abuso de sustancias se habrían triplicado en la última década.

Pero lo más dramático de todo es que la escalada es más bien reciente. Si bien las muertes ya venían al alza desde entonces, se habían estabilizado a partir del 2016 y antes venían cayendo, pues entre ese año y el siguiente se presentó una reducción del 2 por ciento.

Otro dato que ilustra la magnitud del problema es el que surge cuando se compara la situación de EE. UU. con la de otras naciones desarrolladas. Según los CDC, en el 2019, las muertes por sobredosis en EE. UU. fueron equivalentes a 21,1 por 100.000 habitantes. Cuando en Europa las tasas más altas, que son las de Suecia y Noruega, son de 5 personas por 100.000 habitantes. Mientras que en España, Italia y Francia, es inferior a 1 persona. Y esto, sin contar el salto que se presentó entre el 2020 y el 2021.

Es enorme, es histórico,
no tiene precedentes
y es una vergüenza

Y aunque las cifras que siguen a continuación no sean comparables, pues corresponden a años diferentes, sí reflejan muy bien la magnitud del problema que afronta la superpotencia. Durante el 2019, según los reportes oficiales más recientes, en toda la Unión Europea –que suma 447 millones de personas tras la salida del Reino Unido de ese bloque– murieron por sobredosis 5.100 personas. Es decir, casi 20 veces menos que en Estados Unidos, con el corte a abril de 2021. Un país que, además, tiene una población menor: 330 millones de habitantes.

“Es enorme, es histórico, no tiene precedentes y es una vergüenza”, decía hace poco Daniel Ciccaron, profesor de medicina de la Universidad de California.

El fenómeno tiene varias explicaciones. Y la primera está asociada a la pandemia del covid. De acuerdo con Nora Volkow, directora del Instituto Nacional para el Abuso de Drogas, hay una clara relación entre la llegada del virus y el aumento de las muertes.

Por un lado, sostiene, la pandemia limitó el acceso a medicinas que se usan para tratar a los adictos a opiáceos, como la metadona y naloxona. Y por el otro, las políticas de distanciamiento social hicieron más difícil el trabajo de los grupos de apoyo que acompañan a estos adictos. Además, sostiene Volkow, el desempleo y las penurias económicas que causó la pandemia empujaron a más gente a las drogas.El origen de esto

Pero detrás de todo esto hay otra poderosa razón que ya se ha documentado ampliamente. A partir de los años 90, muchos doctores en el país comenzaron a recetar opioides para manejo de dolores crónicos bajo el supuesto, empujado por los laboratorios, de que el riesgo de una adicción a la sustancia era bajo. La realidad, sin embargo, era todo lo contrario y los pacientes terminaron adictos a drogas como Oxycontin, que llegaron al mercado negro y abrieron la puerta para un mayor consumo de heroína, que se puede conseguir por menor precio.

En el 2007, Purdue Pharma, laboratorio que producía la droga, llegó a un arreglo con las víctimas de esta pandemia luego de reconocer que desinformó al público y a los médicos sobre los efectos adictivos de su sustancia. Desde entonces avanzan varias demandas en todo el país contra Pharma y otros laboratorios.

La semana pasada, sin embargo, estas empresas se anotaron una victoria luego de que la Corte Suprema de Justicia de Oklahoma desechara una sentencia previa de un juez del estado, en 2019, que había ordenado a la firma Johnson & Johnson pagar casi US$ 500 millones en compensación por desinformar al público. Decisión que fue interpretada como un golpe entre quienes piensan que los laboratorios son los responsables de la crisis actual y deben responderle a la sociedad.Biden toma medidas

Aunque la admisión de Purdue Pharma y las demandas provocaron un cambio en la manera como los doctores recetan medicinas para el dolor crónico y otras dolencias, la epidemia no para de crecer. Y fue por esto que la administración de Joe Biden anunció una nueva estrategia para tratar de frenarla que hace énfasis en la “reducción del daño”.

No podemos dejar que
el trauma del covid
nos haga olvidar que
estamos perdiendo a 100.000 ciudadanos
al año por sobredosis

Entre otras cosas, esta incluye fondos para distribuir jeringas entre adictos y pruebas caseras para detectar la presencia de fentanilo en las mezclas que consumen los adictos y que ha incrementado la letalidad.

El fentanilo, un poderoso opioide sintético que es 100 veces más potente que la morfina y unas 50 veces más fuerte que la heroína, puede ser mortal incluso en muy bajas proporciones, pero se viene usando cada vez más como un ‘aditivo’ en ‘cocteles’ con heroína, cocaína y otras drogas.

Así mismo, el plan hace énfasis en prevención del uso de drogas y atención a los adictos y sus familias, al igual que en una iniciativa para combatir la sobreprescripción de opiáceos como tratamiento médico.

De igual forma, se está considerando la idea de establecer ‘casas de consumo’, donde los adictos pueden utilizar drogas, pero bajo supervisión médica. Un concepto que se ha venido implementando con éxito en Europa, pero que fue bloqueado por la administración Trump en el 2017.

“El nuevo plan busca tres cosas para atacar una epidemia como esta: prevenir, tratar a los que ya la tienen y mantener con vida a los que no se pueden tratar. No podemos dejar que el trauma del covid nos haga olvidar que estamos perdiendo a 100.000 ciudadanos al año por sobredosis. Cada vez que escucho ese número me dan escalofríos”, dice Keith Humphreys, psiquiatra de la U. de Stanford que asesoró a la Casa Blanca en esta nueva estrategia.Crece en hispanos

La información preliminar que maneja tanto el NCHS como los CDC incluye otras estadísticas interesantes. Por ejemplo, más de la mitad de las muertes que se han registrado fueron como consecuencia del abuso de opiáceos sintéticos, particularmente el fentanilo, que se produce ilegalmente en México y China principalmente. Pero también se registró un aumento del 46 por ciento en decesos por uso de estimulantes sintéticos como la metanfetamina y de un 38 por ciento por abuso de cocaína.

En general, la mayoría de los muertos por sobredosis de drogas –el 70 por ciento durante el período estudiado– fueron personas de raza blanca. Pero se presentó una variación importante en la comunidad hispana, que pasó de representar menos del 10 por ciento de los muertos antes de 2019 a más del 12 por ciento en 2020. De 1.600 fallecimientos de hispanos en el primer trimestre del 2019 se pasó a casi 3.000 en el tercer trimestre del 2020. Es decir, se duplicaron los casos. En comparación, el aumento entre personas de raza blanca fue solo del 20 por ciento.

Todavía no existe una explicación puntual sobre esto, pero sí se sabe que la comunidad hispana ha sido una de las más afectadas por el covid-19 y la recesión económica que produjo. Y es allí donde las autoridades tienen puestas las esperanzas. La teoría es que al menguar la pandemia del covid y volver la estabilidad económica, los números comenzarán a caer o a estabilizarse. Y a eso se sumaría la nueva estrategia de la Casa Blanca.

El problema, afirma Ciccaron, es que las adicciones a estas sustancias son tan fuertes que es muy difícil ‘curar’ a una persona que cayó en los opioides. La tasa de recuperación para un consumidor de heroína, por ejemplo, es menor del 10 por ciento. Y a lo largo de esta pandemia se crearon miles de nuevos adictos.

Lo cual quiere decir, afirma Ciccaron, que en Estados Unidos se seguirán muriendo personas en el futuro próximo y a niveles nunca antes vistos. Toda una tragedia que, como los números lo indican, ha dejado de ser silenciosa.