15.000 años de antigüedad.
Ese es el tiempo que tenían los primeros restos de perros que hemos encontrado.
En concreto, 15.000 en Europa y 12.500 en Asia.
Fueron los primeros huesos que se relacionaban con el perro y no tenían ninguna relación con el lobo.
15.000 años en los que hemos construido una relación con el perro que va más allá de ser unidireccional.
De la misma manera que tú les apartas mucho a ellos, ellos también lo hacen contigo.
Es lo que Edward O. Wilson describe en su Teoría Biofilia.
¿Has escuchado hablar de ella?
Según esta teoría hace mucho tiempo que quedaron lejos de ser ese apartado de la familia.
Hoy sabemos que forman parte de nuestra familia multiespecie.
Y como te decía antes, tú le aportas a ellos y ellos nos aportan a nosotros.
Lo que explica esta teoría es que los seres humanos tendemos a sentir una conexión innata con el resto de seres vivos.
Con animales humanos, con animales no humanos y también con plantas.
Y eso es lo que ha logrado que nuestra relación con el perro sea tan profunda.
Fíjate en lo que pasa en tu mente cuando estás con él.
Cuando estás cerca, tu mente se siente feliz y eso le lleva a segregar oxitocina.
Es decir, la hormona de la felicidad.
Esta hormona consigue que te sientas mejor y además reduce los niveles de estrés.
Y como tu compañero no te juzga por tus habilidades, por tu pasado o por tu aspecto, el vínculo que se crea es puro e incondicional.
Lo que conlleva una relación de seguridad y emocional que se convierte en uno de los principales sostenes de nuestra vida.
Por eso es tan frustrante para tantas y tantas personas cuando la relación con su perro no es como la hubieran deseado.
Y por ese motivo hemos creado el Club Antrozoología al Día para que puedas rodearte de otras personas que sienten este vínculo con la misma fuerza y que están dispuestos a cuidarlo.