sábado, 5 de marzo de 2022

Explican las migraciones desiguales entre los mamíferos de América


Juan Carrillo estudió el ‘gran intercambio biótico’, cuando animales cruzaron el itsmo de Panamá.

La llama, uno de los mamíferos más emblemáticos de Suramérica, principalmente de la región andina de Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Chile y Argentina, no es tan autóctona como comúnmente se piensa. De hecho, su origen se encuentra a varios kilómetros de ahí, en territorio norteamericano.

Este es un hecho que los biólogos conocen bien gracias al estudio del denominado Gran Intercambio Americano, un proceso que se caracterizó por masivas migraciones de grandes mamíferos entre América del Norte y del Sur cuando el Istmo de Panamá surgió en medio del océano como un puente que unió estas dos masas de tierra.

Durante el Gran Intercambio, junto con la llama, llegaron al sur desde el norte otros animales, como cusumbos, venados, tapires, ciervos, osos, lobos, jaguares, pumas y caninos. Al mismo tiempo, desde el sur se desplazaron hacia el norte especies propias de este hemisferio como los megaterios (conocidos popularmente como perezosos gigantes), el gliptodonte (un ancestro de gran tamaño de los armadillos actuales), zarigüeyas y micos.

Pero, contrario a lo que se podría pensar, este intercambio, que ocurrió durante varios millones de años, no fue equitativo. El resultado final fue que mientras una gran cantidad de especies colonizaron el sur, un número considerablemente menor hizo lo propio en el sentido opuesto.

La desproporción es tal que, mientras en Suramérica el 45 por ciento de las especies de mamíferos tiene ancestros del norte, en la mayor parte de Norteamérica, solo el 10 por ciento de las especies tienen ancestros del sur.

Desde que este desequilibrio fue reconocido, hace más de 40 años, los paleontólogos han tratado infructuosamente de descifrar las razones a partir de los registros fósiles de las especies en ambos continentes. Y, ahora, finalmente, la investigación de un colombiano podría tener una respuesta satisfactoria.

Él es Juan David Carrillo, biólogo de la Universidad Nacional de Colombia con una maestría y doctorado en paleontología de la Universidad de Zúrich, en Suiza. Carrillo, quien está afiliado al Museo de Historia Natural de París, y colaboradores, analizaron más de 20 mil registros fósiles de los últimos 23 millones de años, tanto en América del Norte como del Sur.

Carrillo clasificó los fósiles de acuerdo con su ubicación geográfica y, usando métodos estadísticos, encontró que el desequilibrio biótico durante el Gran Intercambio pudo tener su origen en un episodio de extinción que tuvo lugar en las latitudes más australes, en la zona que hoy conocemos como la Pampa y la Patagonia. Esta extinción habría llevado a que una cantidad menor de animales pudiera desplazarse hacia el norte.

“Encontramos que, en el Plioceno, entre 5 y 2,5 millones de años, ocurrió una alta extinción de mamíferos en Suramérica, que redujo la cantidad de especies nativas y por lo tanto las que podían migrar hacia Norteamérica. Esta extinción probablemente ocurrió en el sur del continente ya que la mayoría de los fósiles provienen de latitudes altas, y no de los trópicos”, dice Carrillo y agrega que la causa de esa extensión es aún desconocida.

Es posible que los carnívoros que llegaron del norte fueran depredadores más efectivos, contribuyendo a la extinción de animales suramericanos

“Pensamos que pudo haber sido una combinación de factores, pues en el sur del continente este periodo se caracterizó porque las temperaturas empezaban a ser más bajas y el clima más seco, y el paisaje de pasto de las pampas empezaba a extenderse, por lo que muchas especies pudieron no adaptarse a estos cambios”, indica el científico.

Otro factor que pudo influir fue el hecho de que muchos de los mamíferos depredadores originarios del norte, como los tigres dientes de sable y los caninos, tenían cerebros más grandes y dientes carnívoros más desarrollados, que les ayudaron a depredar especies suramericanas.

“Antes del intercambio, los depredadores en Suramérica eran marsupiales, un grupo de animales que incluye las zarigüeyas, mientras que en Norteamérica los animales carnívoros pertenecían al grupo de gatos, perros y osos. Es posible que los carnívoros que llegaron del norte fueran depredadores más efectivos, contribuyendo a la extinción de animales suramericanos”, asegura Carrillo.

El paleontólogo, cuya investigación fue publicada recientemente en la revista Proceeings of the National Academy of Sciences, agrega que otra posibilidad es que los animales de Norteamérica hayan traído nuevos parásitos y enfermedades.

De acuerdo con Carrillo, el siguiente paso de la investigación será tratar de entender mejor las razones de la extinción, así como investigar detalles de cómo ocurrió el intercambio, principalmente en los trópicos, de dónde se conocen menos fósiles, pero hay una gran biodiversidad.

“Es importante seguir encontrando y describiendo los fósiles en los países latinoamericanos, incluyendo a Colombia, porque es la única manera de entender cómo estos eventos del pasado lejano influyeron en la biodiversidad que vemos en el presente", apunta.