EL TIEMPO visitó el parque natural La Macarena el 8 de mayo del 2021. Se observan el bosque talado y la trocha ganadera.
La directora de la Fundación Natura habla sobre la evaluación de degradación ambiental.
Las actividades de ganadería y agricultura han acabado con el 15 por ciento de los páramos de Colombia, esos ecosistemas que proveen de agua a las grandes ciudades. El 40 por ciento de la superficie continental del país presenta degradación de suelos por erosión, y cerca del 50 por ciento de los focos de erosión están en el área hidrográfica Magdalena-Cauca. Y si continúa la deforestación de los bosques, perderemos alrededor de 1,5 billones de pesos del producto interno bruto (PIB).
Estos datos, poco alentadores para un país que lidera en los ranking de biodiversidad, fueron revelados en la primera ‘Evaluación nacional de pérdida de biodiversidad y servicios ecosistémicos’ del Instituto Humboldt y la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (Ipbes). De ahí que los científicos, las comunidades indígenas, los campesinos y los afrodescendientes que estuvieron al frente de la elaboración de este documento aseguren que “el grave deterioro de la biodiversidad nacional pone en riesgo la vida en Colombia”.
La evaluación asegura que la pérdida de vida saludable por factores ambientales representa un costo de casi 10 billones de pesos al año para los colombianos. Y que la contaminación de aire y agua causó 7.600 muertes prematuras en el 2010, con unos costos que ascendieron al 2 por ciento del PIB anual.
Para entender lo que hay detrás de este gran llamado de atención, EL TIEMPO habló con la copresidenta de la evaluación y presidenta de la Fundación Natura, Clara Solano, sobre la construcción de este documento, que ya está en manos del ministro de Ambiente, Carlos Eduardo Correa.
¿De dónde nace la idea de hacer esta evaluación?
Colombia hace parte de la Ipbes, que reúne a 130 países para fortalecer la interfase entre ciencia, política y sociedad. La información producida por los científicos no es usada por los creadores de política pública y a la vez es difícil que esa información sea entendida y acogida por las entidades. Los científicos dicen que la pérdida de biodiversidad está aumentando, y eso genera mayor riesgo a las poblaciones humanas. Entonces, para que la sociedad entienda el problema y tome acciones, la Ipbes pide a los países que hagan estas evaluaciones locales, lo que aquí se hizo bajo la coordinación del Instituto Humboldt.¿Qué tipo de información se usó y cuál fue el análisis?
Hay gran cantidad de información académica y en proceso de publicación que da cuenta de especies y ecosistemas amenazados, impactos del cambio climático, etc. Lo que hicieron estos científicos y las comunidades fue enviar mensajes claros a partir de esa información. Por ejemplo, un hallazgo es que el deterioro de la biodiversidad actual pone en riesgo la vida en Colombia. Y esa afirmación tiene un nivel de confiabilidad alto, porque contamos con buena información y datos que evidencian ese nivel de deterioro.
¿Qué tanto sabemos y qué tanto nos falta?
Nuestras colecciones biológicas tienen cerca de 60 millones de especímenes. Sin embargo, es necesario invertir en el mantenimiento de estas colecciones. Otro hallazgo es que tenemos una gran base asociada a plantas y animales, pero somos pobres en los registros de insectos, hongos y microorganismos. Por otro lado, Colombia es 50 por ciento mar, pero tenemos poca información sobre esa biodiversidad marina. Además, la inversión en ciencia y tecnología es del 0,19 por ciento del PIB: una de las más bajas de la región. Somos un país muy diverso, pero no invertimos en ciencia.¿Qué ecosistemas y especies urge proteger?
Y si no actuamos, habrá un deterioro de la vida
La biodiversidad no está distribuida de manera uniforme en el país. Pero tenemos urgencias; por ejemplo, si sigue la tasa de deforestación, estamos en mayor riesgo. Tenemos que ponerle atención a los ecosistemas amenazados asociados a los bosques secos, solo tenemos el 6 por ciento, y nuestros ecosistemas de agua dulce están en rojo, los datos indican que la pérdida y degradación del sistema hídrico son importantes por la sobrepesca, la contaminación y la degradación de los ríos y humedales.¿Y qué está impulsando ese colapso?
La pérdida y degradación de hábitat, la contaminación atmosférica, la degradación del suelo y del recurso hídrico, la explotación de recursos, el cambio climático y la introducción de especies invasoras son los motores del deterioro de la biodiversidad. La gobernanza ambiental en Colombia se debe fortalecer para gestionar este riesgo, y avanzar en la planificación urbana, el ordenamiento del territorio y en la articulación de los instrumentos de ordenamiento ambiental.
¿Podría explicarnos eso con un ejemplo?
Para el 2050, más del 85 por ciento de la población colombiana habitará las ciudades y esto tendrá un impacto en el agua, que depende de la buena salud de los páramos, de los cuales ya el 15 por ciento están degradados. Por eso es urgente hacer una gestión apropiada al ciclo del agua, porque no solo va a estar en riesgo el abastecimiento de las ciudades, sino la producción agrícola y pecuaria. Si no tenemos una buena gestión, el riesgo es muy alto.Hay datos interesantes sobre el impacto que han tenido algunas comunidades en el cuidado de esa biodiversidad...
La evaluación muestra que las áreas de mayor conservación coinciden a nivel nacional con los territorios propios de comunidades indígenas y comunidades locales como resguardos, zonas de reserva campesinas o manejadas por comunidades afrodescendientes. Pero estos aportes no han sido reconocidos en términos políticos, administrativos y financieros por los entes territoriales a pesar de sus éxitos.De la información que tenemos hoy, ¿qué futuro nos espera?
No fue fácil construir estos escenarios a futuro, pero los factores que serán el centro de la problemática los próximos años son la deforestación, el cambio climático y la contaminación. Y si no actuamos, habrá un deterioro de la vida. Esto nos dice que el cambio debe ser ya y estamos en manos de los tomadores de decisiones, que no solo son los funcionarios públicos sino del sector productivo. Un cambio que se traduce en impulsar nuevas alternativas y discursos con el uso de esta información. Es decir, entender la biodiversidad como oportunidad, no como un problema.