Las violencias sexual e intrafamiliar las ponen en riesgo. También son asesinadas.
La niña en casa no siempre está segura. En el mundo se reproducen los mismos escenarios de violencias intrafamiliar y sexual, discriminaciones y estigmatizaciones que atravesará la vida de una niña para siempre.
Por ejemplo, en violencia sexual hay 100 mil casos han sido examinados desde 2015 en el Instituto Nacional de Medicina Legal. Y en violencia intrafamiliar, cuando son adolescentes empiezan a ser más violentadas en los hogares, la ocurrencia es un 8% superior que en los varones.
Muchas de las causas de las violencias contra las mujeres y las niñas son por discriminación de género, en las normas sociales y estereotipos sobre los roles de las mujeres y de los hombres que perpetúan esa discriminación y esas violencias.
A las niñas, desde antes de nacer se les estigmatiza y se les ve con debilidad, según un informe de Alianza por la niñez colombiana, que reúne a varias organizaciones. Es común que a una embarazada se le expresen frases como “las niñas son más calmaditas”, “tienes el pelo terrible, eso es que es una niña”, “estas más hormonal, seguro es una niña”.
Son estos patrones los que continúan para las mamás y en especial si son mamás adolescentes. Según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud del 2015, 17.4 de cada 100 adolescentes entre los 15 y los 19 años están embarazadas. En departamentos como Vaupés, el promedio asciende al 46.7% de las adolescentes. Cada año, en Colombia, nacen cerca de 121.000 bebés de niñas y adolescentes.
Entre 2015 y 2020, 12 niñas fueron asesinadas por ser niñas. El 67% de estas muertes violentas, figuran como causa indeterminada, según Medicina Legal.
Enfoques diversos
Con estas cifras redundantes de año a año, el reto se cimienta en poner a las niñas en la agenda pública. “Tener enfoque de género es entender que niñas y niños aunque tienen los mismos derechos, gozan de estos de manera desigual, una vez se tiene esa claridad se diseñan medidas para abordar esa desigualdad, lo cual, muchas veces, se traduce en acciones afirmativas y en diseñar acciones para que las desigualdades estructurales se transformen”, explica Marcela Henao, asesora de género de la Fundación Plan, miembro de la Alianza por la Niñez Colombiana.
Está también en los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Dice que no deben existir formas de discriminación contra las mujeres y niñas, no como un derecho humano básico, sino porque además es crucial para el desarrollo sostenible.
Se ha demostrado que empoderar a las mujeres y a las niñas tiene un efecto multiplicador y ayuda a promover el crecimiento económico y el desarrollo a nivel mundial.
“Tener un enfoque de género es importante porque el principio de igualdad atraviesa a todos los derechos y debe verse reflejado en acciones puntuales que les permita, particularmente a las niñas y a las adolescentes, vivir en plenitud su ciudadanía sin violencias”, afirma Henao.
Asesinadas
El derecho a vivir libres de violencia, empieza por el derecho a la vida. En Colombia, el feminicidio fue tipificado como un delito autónomo por la ley 1761 de 2015, que lo define como el asesinato de una mujer por su condición de mujer o por motivos de su identidad de género.
Las niñas también son asesinadas por estas circunstancias. Medicina Legal reporta que desde el 2015 y hasta el 2020 (parcial), 12 niñas han sido asesinadas por el hecho de ser mujeres, feminicidio. Sin embargo, otras 10 fueron asesinadas alrededor de violencia sexual, 39 dentro de la violencia intrafamiliar y el 67% de todos los casos, figuran como motivo indeterminado.
Henao amplía la explicación: “Muchas de las violencias que viven las niñas y las mujeres están normalizadas y nos cuesta, como sociedad, sancionarlas. Muchos de los feminicidios vienen de violencias que en la mayoría de casos las mujeres han denunciado sin que haya habido respuesta alguna. Los hombres que han cometido feminicidios asesinan también a las niñas como forma de venganza”.
Violencia sexual
Entre 2015 y 2020, unas 100 mil niñas fueron evaluadas en Medicina Legal por presunto abuso sexual, es decir unos 60 casos diarios en promedio. Sobre ellas recae más del 80% de toda la violencia sexual del país.
El delito sexual está constituido por actos y amenazas que atentan contra la dignidad y libertad sexual de una persona ejercido mediante el uso de la fuerza física o engaño, con el propósito de imponer una conducta sexual en contra de su voluntad.
“Desafortunadamente las múltiples formas de la violencia sexual permean la vida de las niñas. En el colegio sufren hostigamientos por parte de sus pares quienes inventan "juegos" para levantarles la falda, espiarlas cuando van al baño, tomar fotos de su cuerpo y circularlas, etc”, ilustra Henao.
Y como si fuera poco cuando crecen en la calle reciben piropos que no son más que otra forma de acoso que aumenta la percepción de inseguridad del espacio público. En casa, muchas de ellas son violadas y/o acosadas por hombres de la familia o personas cercana, quienes abusan de su confianza y lesionan, no solo el cuerpo de las niñas sino también su dignidad y autoestima”
Violencia intrafamiliar
La violencia intrafamiliar se da entre miembros de la familia y muestra un ejercicio del poder que ejerce el más fuerte en dinero, en fuerza, en dominio, sobre el más débil. Cada día, según Medicina Legal, 30 niñas y niños asisten a un examen forense por violencia dentro de sus hogares.
La diferencia en género se visibiliza desde los 10 años y hasta los 17 años, cuando las niñas sufren este tipo de violencia en mayor porcentaje: entre los 10 y los 14 años de edad, son el 36.08% frente a los varones que son el 33,26%, brecha que se agranda cuando se analizan las edades entre los 15 y los 17 años donde la ocurrencia es 27,59% contra 19,4%.
Las múltiples violencias que enfrentan las niñas en la vida cotidiana tienen todo que ver con la socialización de género y las normas estrictas de género que les imponen. Cuando las niñas cuestionan estas normas y deciden construir una vida que se aparte del mandato tradicional, quienes las rodean, las sancionan.
Por ejemplo, si las niñas alzan la voz en lugar de guardar silencio, si cuestionan la desigualdad en la casa en relación con sus hermanos, si eligen sobre su cuerpo y su vida, si denuncian...las sancionan. “Las personas adultas tenemos que cuestionar nuestras propias creencias para poder acompañar la crianza y la educación desde una apuesta más justa y en el marco de los derechos”, concluye, Henao Álvarez.