Más de la mitad de áreas protegidas de África anularon o redujeron las operaciones contra la caza.
El año pasado fueron asesinados cinco guardabosques del parque Virunga, en la República Democrática del Congo, durante una emboscada.
El covid-19 no solo amenaza la salud humana: la pandemia frenó los esfuerzos de protección de la naturaleza en el mundo, especialmente en África, advirtió el jueves la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Las áreas protegidas tuvieron que limitar o detener temporalmente sus actividades: algunas suspendieron las patrullas contra la caza furtiva, sus actividades de protección y de educación o bien suprimieron empleos debido a la caída de los ingresos turísticos, según la UICN, una de las oenegés más importantes a nivel mundial en materia de preservación de la biodiversidad.
Su artículo, publicado en su revista Parks, se basa en 10 investigaciones en línea llevadas a cabo en 90 países de todos los continentes, excepto la Antártida.
Concretamente, más de la mitad de áreas protegidas de África debieron anular o reducir las patrullas y las operaciones contra la caza furtiva, así como sus actividades educativas y de divulgación.
En Asia, estas medidas afectaron el 25% de las zonas protegidas. En América del Norte y del Sur, en Europa y Oceanía, la mayoría pudo mantener sus actividades principales, pese a los cierres y la pérdida de ingresos procedentes del turismo, según la UICN.
"No hubo un fuerte aumento de la caza furtiva tal y como la entiende la gente, como la de los rinocerontes", puesto que la pandemia imposibilitó la exportación al extranjero de los cuernos debido a la caída del transporte internacional, explicó a la AFP Adrian Philips, coeditor de esta edición especial de la revista Parks.
En cambio, "hubo un alza de la caza furtiva a otro nivel", especialmente para comer. "Los guardabosques fueron confinados o perdieron su trabajo (...) Comunidades pobres, que dependían del turismo, se dieron cuenta de que no podían sobrevivir sin esta caza", agregó Philips.
Precariedad de los guardabosques
Una investigación llevada a cabo en más de 60 países mostró que 25% de los guardabosques se vieron confrontados a una reducción o aplazamiento de sus sueldos y que 20 por ciento perdieron su empleo debido a los recortes que propició el covid-19.
Esta situación afecta en especial a América Central y el Caribe, América del Sur, África y Asia. En América del Norte y en la región del Mediterráneo surgieron otras problemáticas: la ausencia de turistas benefició a la naturaleza en lugares habitualmente muy frecuentados, pero en algunos casos los animales se acercaron a las zonas habitadas, suscitando nuevos desafíos.
En el Mediterráneo, además, algunas reservas sufrieron una avalancha de visitas al término de los confinamientos, debido a un incremento del turismo nacional. "No podemos permitirnos que la crisis actual comprometa todavía más nuestro medioambiente", indicó Rachel Golden Kroner, de la oenegé Conservation International, citada en el comunicado.
"La ciencia nos muestra claramente que debemos actuar urgentemente para preservar mejor" la naturaleza y los espacios protegidos, considerados como "uno de nuestros mejores aliados contra la emergencia de nuevas pandemias", indicó Mariana Napolitano Ferreira, de WWF Brasil.
Los autores del artículo buscaron también sacar lecciones de la pandemia y proponen por ejemplo crear un "fondo de emergencia" en África para mantener las actividades esenciales de conservación de la naturaleza y ayudar a las poblaciones locales vulnerables. Instan además a diversificar los recursos financieros para que las poblaciones no dependan únicamente del turismo internacional y a usar masivamente las tecnologías de vigilancia, como los drones.