Debido mayoritariamente a las restricciones de movimiento impuestas por la pandemia de COVID-19.
La caza furtiva de rinocerontes se redujo un 53 % en la primera mitad de 2020 en Sudáfrica, el país que alberga la mayor colonia de estos animales del mundo, debido mayoritariamente a las restricciones de movimiento impuestas por la pandemia de COVID-19, informó este viernes el Gobierno.
En el primer semestre del año, Sudáfrica solo tuvo que lamentar la muerte de 166 ejemplares, frente a los 316 que habían muerto en el mismo periodo de 2019 a manos de los furtivos.
Estas cifras -una muy buena noticia dentro de las devastadoras consecuencias que está dejando la pandemia- dan continuidad a la tendencia de reducción de la caza furtiva que Sudáfrica ha logrado asegurar en los últimos dos años.
"Los esfuerzos están dando fruto", señaló este viernes la ministra de Medioambiente del país, Barbara Creecy, al presentar los últimos datos de la estrategia gubernamental de protección de los rinocerontes.
La ministra, de hecho, tachó de "impresionante" la reducción experimentada, aunque reconoció que es consecuencia directa de las limitaciones de movimiento impuestas tanto dentro del país como a nivel internacional por la pandemia de COVID-19.
"A medida que se han ido levantando gradualmente las medidas de confinamiento, los incidentes de caza furtiva han crecido lentamente", puntualizó.
La mayor parte de las muertes (88) se produjeron, como es habitual, en el parque nacional Kruger (noreste), una de las mayores reservas naturales de África y hogar de la mayor parte de la población sudafricana de rinocerontes.
El descenso de las muertes en los últimos dos años parece cambiar por fin la grave tendencia de explosión de la caza furtiva que se había registrado en la última década y que ponía en serio peligro la supervivencia de la especie a medio plazo.
Concretamente, las alarmas empezaron a sonar en 2008 -en 2007 solo habían muerto 13- y en 2014 se alcanzaron las cifras más preocupantes, con 1.215 rinocerontes cazados.
Los cazadores buscan sus cuernos, que se venden sobre todo en los mercados asiáticos, donde se le atribuyen propiedades curativas y afrodisíacas.
En el mercado negro, el cuerno alcanza valores de entre 60.000 y 80.000 dólares por kilo.
En Sudáfrica se estima que viven unos 20.000 ejemplares, lo que supone de lejos la mayor colonia de estos animales en el mundo.