En la actual coyuntura, varios sectores de la economía se mantienen produciendo a través del teletrabajo. Aunque existe gran variedad de definiciones e historias asociadas a este término, debido a su evolución en el tiempo y las diversas realidades locales y sectoriales, es útil tomar el concepto más amplio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT): teletrabajo es el uso de tecnologías de la información con el propósito de trabajar fuera de las instalaciones físicas de las empresas o, alternativamente, laborar a distancia.
Sobre teletrabajo se carece de cifras oficiales en el mundo. Por ello, la OIT hizo una aproximación para 2019, previo a la pandemia del covid-19. Esto lo hizo a partir de encuestas de hogares y varios supuestos, pues en la gran mayoría de los casos no se pregunta por esto en particular. Se encontró que solo 13 países tendrían más de un 15% de empleados en teletrabajo, en particular, laborando desde casa. Para Colombia esa estimación estaba entre un 10% y 15% del total de trabajadores asalariados.
Ahora, debido a la pandemia, la OIT estima una potencialidad del teletrabajo del 18,8% entre los empleados a nivel global; cifra que se eleva hasta el 55,1% entre los países de ingresos altos. En términos de personas, la prospectiva es de 260 millones de trabajadores en el mundo bajo esta modalidad.
Adicionalmente, un sondeo de Randstand en 2020 señala que actualmente, en Europa Occidental se ha logrado flexibilizar el trabajo al menos en un 68%, mientras que China e India han logrado un 84% y 88%, respectivamente.
Las cifras son impresionantes dado que, antes de la emergencia, esta alternativa se veía futurista, exótica y difícil de implementar por retos como el control de la actividad productiva, la seguridad de la información al interior de las empresas, y la dificultad del trabajo en equipo.
En ello, el grado de confianza que pueda tener una empresa en sus empleados es determinante. Además, hay retos personales de llevar a cabo el teletrabajo, como establecer límites entre la vida laboral y familiar, y mantener las condiciones adecuadas de salud y seguridad en el trabajo.
En este contexto y aunque los retos no han desaparecido, la innovación colombiana les está haciendo frente. Para mantener la actividad económica en medio de la emergencia, ahora Colombia teletrabaja. Se ha roto por la fuerza la barrera más importante: la resistencia al cambio tecnológico, debida a la inercia de lo conocido y el costo del experimento. Se ha demostrado una vez más que, cuando se quiere o se necesita, se puede.
Esto abre las posibilidades para el país a los beneficios del teletrabajo como el anhelado incremento en la productividad que se da vía reducción de tiempos y costos de desplazamiento desde y hacia el trabajo. Este es un aspecto trascendental en las grandes ciudades y tiene un impacto significativo en la calidad de vida por las mejores condiciones ambientales, el mayor tiempo para la familia y el descanso, y la menor exposición a riesgos como accidentes de tránsito y hurtos.
Otro gran beneficio del teletrabajo, sobre el que hay poca conciencia, es el incremento en la demanda laboral de personas calificadas. En un mundo globalizado, el trabajo a distancia o virtual implica la aparición de una nueva demanda por mano de obra calificada: el resto del mundo.
Es la oportunidad perfecta para emplear a los jóvenes altamente calificados que ha producido el país y que tradicionalmente engrosan las filas del desempleo, en particular, aquel estructural o de largo plazo. Los jóvenes colombianos están condenados a mantenerse en el desempleo por periodos larguísimos o subemplearse porque, internamente, el país no los demanda aunque sean personal valioso.
El asunto no es menor, pues en la historia reciente, los jóvenes desempleados han representado más de la mitad del desempleo total, con una leve reducción en los últimos años. Para el trimestre febrero-abril de 2020, el Dane reportó 3.365.486 desempleados, de ellos 1.432.801 eran jóvenes de hasta 28 años, lo que equivale al 42,6% del total colombiano. He aquí una de las causas de nuestro desempleo que históricamente ha sido atípicamente alto para la región de América Latina, e incluso para el mundo.
¿Será que Colombia aprovechará el tren del teletrabajo? El Ministerio del Trabajo y el Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones han venido construyendo sus fundamentos para consolidarlo. Además, en la página web www.teletrabajo.gov.co se pone a disposición de empleadores y trabajadores, entre otros materiales, guías de implementación, asesoría jurídica y buenas prácticas en el uso de tecnologías para el trabajo a distancia.
Sin embargo, hay espacio para impulsarlo con más fuerza. Con miras a aprovechar la demanda internacional de trabajo u oportunidades laborales a nivel mundial, se requiere centralizar la información y ponerla a disposición de las personas listas para engancharse internacionalmente de forma virtual. Esto es un Servicio de Empleo Internacional.
Asimismo, a mediano plazo se requiere que el país identifique una línea de especialización para ubicarnos como oferentes de mano de obra calificada y eficiente para el mundo. Para ello, Colombia deberá hacer prospectiva laboral efectiva, reforzar las habilidades en idiomas e interconectividad, fomentar buenas prácticas de teletrabajo, adecuar la normatividad laboral y de seguridad social para permitirle a estos trabajadores jóvenes las oportunidades laborales que internamente no alcanzamos a generar.
Ello incidirá en el crecimiento nacional, puesto que en vez de experimentar una continua fuga de cerebros, como estamos acostumbrados, podremos retener el capital humano que tanto ha costado formar.