Investigadores concluyen que su presencia ahuyenta a las ratas, y por eso rara vez las atrapan.
Los investigadores grabaron con cámaras todos los movimientos de los gatos y de una colonia de más de 100 ratas.
La creencia popular dice que los gatos son el enemigo natural de ratas y ratones. Pero al parecer, ser buenos cazadores de roedores no es una de las cualidades del felino.
Un nuevo estudio realizado en Nueva York (Estados Unidos), que puso microchips en un grupo de estos animales, analizó las interacciones entre ambos y concluyó más de una sorpresa.
Aprovechando que un grupo de gatos callejeros invadieron un centro de reciclaje de desechos de la ciudad, los investigadores grabaron con cámaras todos los movimientos de los felinos, así como de una colonia de más de 100 ratas que vivían en el lugar.
Así determinaron que las ratas lograban evitar a los gatos y solo se registraron dos muertes en el periodo de estudio, que se extendió por 79 días.
“Al igual que cualquier presa, las ratas sobreestiman los riesgos de la depredación. En presencia de los gatos, ajustan su comportamiento para hacerse menos visibles y pasan más tiempo en sus madrigueras”, explica el doctor Michael Parsons, investigador de la U. de Fordham y autor principal del trabajo, publicado en la revista científica 'Frontiers in Ecology and Evolution'.
A su juicio, esto genera interrogantes sobre la conveniencia de tener gatos para controlar ratas, considerando los riesgos que ello supone para la vida silvestre, como aves y otros animales salvajes de menor tamaño.
Junto a investigadores de la Universidad de Sídney (Australia), Parsons sugiere que los gatos prefieren presas más pequeñas e indefensas, lo que los transforma en una amenaza para los ecosistemas urbanos.
El objetivo del estudio fue “saber si el número de gatos presentes en un lugar influiría en la cantidad de ratas observadas, y viceversa. También nos interesaba si la presencia de gatos tenía algún efecto sobre ciertos comportamientos comunes de las ratas o su dirección de movimiento”, dice Parsons.
Al analizar los videos (en total 306), los investigadores observaron que, en presencia de gatos, las ratas pasaban menos tiempo al aire libre y más tiempo escondidas.
“La presencia de gatos resultó en menos avistamientos de ratas el mismo día o el día siguiente, mientras que la presencia de humanos no afectó a los avistamientos de ratas. Ya sabíamos que el peso promedio de las ratas era de 330 gramos, mucho más que un pájaro típico de 15 gramos. Como tal, esperábamos una baja tasa de depredación en las ratas, y nuestro estudio lo confirmó”.
Por el contrario, la cantidad de ratas observadas en un día determinado no predecía la cantidad de gatos presentes al día siguiente. “No estamos diciendo que los gatos no perseguirán a las ratas de la ciudad, solo que las condiciones deben ser adecuadas para que ocurra. El gato debe tener hambre, no tener otra fuente de alimentos menos arriesgada y, por lo general, necesita el elemento sorpresa”, plantean los autores.
Parsons aclara que al ver menos ratas, la gente asume que es porque los gatos las han matado, pero en realidad se debe a que las ratas cambian su comportamiento.