Las competencias socio-emocionales cada vez toman mayor importancia dentro de la educación de los menores.
Es muy importante que los niños expresen su estado de ánimo y que los padres sepan cómo actuar.
Estos son algunos consejos útiles que formula la Secretaría Distrital de Educación, a través del programa 'Emociones para la vida', con el fin de que los padres y cuidadores contribuyan a la comunicación asertiva, la resolución de conflictos, la regulación y el manejo de las emociones en los niños y niñas de 1° y 5° de primaria.
Entender lo que sienten
Lo primero es ayudar a los menores a entender lo que sienten, antes de juzgarlos por sus actos.
Recuerde que las sensaciones corporales siempre acompañan a las emociones, como sentir calor o frío, la tensión muscular o la velocidad del latido del corazón.
Lo siguiente es enseñarles a identificar señales de rabia como apretar la mandíbula o cerrar los puños.
Es importante que expresen su estado de ánimo diciendo, por ejemplo, “me siento triste”, “estoy asustado” o “me siento desilusionado”.
Para manejar estas emociones es necesario que aprendan tácticas como respirar profundamente, relajar los músculos o contar hasta diez imaginando algo positivo, para así disipar los pensamientos negativos.
Aprender a tener en cuenta a los demás
Cuando el menor logre identificar y regular sus emociones, el siguiente paso es conversar sobre la importancia de aprender a tener en cuenta otros puntos de vista, para que así puedan entender a los demás menores desde las mismas emociones y tengan en cuenta las necesidades de los demás.
Para incentivar esta práctica, cuando lean cuentos o vean películas, indague al menor sobre los puntos de vista de los diferentes personajes, “¿qué piensa este personaje y qué piensa este otro?”.
Es importante que los niños aprendan a escuchar a los demás y expresarse de manera asertiva, para aprender a manejar los conflictos de manera pacífica.
Es cualquier caso es vital preguntarles a los menores qué les pasa, mirarlos a los ojos y repetir con sus propias palabras lo que están tratando de decir. Esto contribuye a validar sus emociones y ellos sentirán que los están escuchando.
El ejemplo empieza en casa
Los conflictos son normales en los menores y deben ser vistos como oportunidades para el aprendizaje. En vez de buscar culpables preguntando cosas como “¿quién empezó?”, puede realizar preguntas que ayuden a conciliar la situación, como “¿qué pasó?”.
Recuerde que en ninguna circunstancia se debe recurrir a la violencia o a las agresiones físicas. Es importante que los menores aprendan a través de ejemplos cotidianos cómo las acciones agresivas siempre empeoran los conflictos.
El ejemplo que les dé a los niños y niñas es fundamental durante el proceso de aprendizaje puesto que ellos siempre reproducen los comportamientos que ven en casa. Por lo tanto actúe con calma, trate de no gritar, ni decir cosas hirientes y analice qué tanto controla usted sus emociones.