Cuando Federico Ávila se dio cuenta que su hijo consumía no le tembló la mano para denunciarlo en su propio colegio. Tras contar su historia en La W, ahora emprende una lucha para que las instituciones educativas cumplan la ley y activen protocolos más eficientes frente a estos casos.
Todo comenzó con un brownie de marihuana: el testimonio de un padre con su hijo en las drogas
Federico Ávila ya no vive con su hijo. Del joven que denunció cuando solo tenía 14 años por consumir marihuana, conserva una imagen esperanzadora. Una ilusión que se atrevió a compartir esta semana cuando le contó a todo el país el drama que vivieron él y su esposa cuando descubrieron a su hijo comiendo unos brownies hechos con esta sustancia. Su hijo no tenía ni siquiera la mayoría de edad y por eso, desesperado, tratando de encontrar ayuda, fue hasta el colegio y le contó a las autoridades escolares lo que había descubierto.
Jamás pensó que esa acción lo distanciaría de su hijo. Pero hoy reconoce que esa valentía de padre protector le ha ayudado a trabajar para que otros jóvenes tengan mejores opciones en el camino. Su historia le dio la vuelta a las redes sociales y suscitó todo tipo de respuesta. Sin embargo, lo único que hoy lo motiva es la aplicación de la Ley 1620. Una herramienta que le permite a los instituciones educativas aplicar protocolos inmediatos para orientar a menores “vulnerables” al consumo o adicción de drogas. SEMANA habló con él.
SEMANA: La historia de su hijo despertó un interés en la opinión pública justo cuando el debate sobre el consumo de droga está abierto nuevamente en el país. ¿Cómo recibió la respuesta de la gente?
Federico Ávila: Yo tenía mucho miedo de exponer esta historia, pero me sorprendió ver que la gente lo recibiera de la manera tan sobrecogedora en la que lo hizo. Yo nunca me imaginé que fuera a tener tal repercusión y estoy feliz de saber que pude haber contribuido a sensibilizar en este tema.
En todas nuestras familias existen muchachos que están vulnerables ante esta amenaza. Y no importa cuál sea nuestra ideología política, todos estábamos bajo la misma amenaza y lo único que podemos hacer es rodear a las autoridades para combatir a estas bandas criminales de microtraficantes y dar un paso más adelante: ir y pedirle al Ministerio de Educación vigilancia a los colegios para que cumplan la ley. Eso puede parecer una tontería, pero si desde ahí hubiera empezado la prevención y la atención, mi hijo se salva. Si a mi hijo lo hubieran atendido como correspondía cuando yo denuncié que tenía unos brownies de marihuana en su locker, no estaría yo en este momento tan preocupado por su futuro y su bienestar.
SEMANA: ¿Por qué toma la decisión de denunciar a su hijo?
Federico Ávila: Porque yo sentí que era mi deber moral y que a mi hijo yo no podía dejarle un mensaje de tolerancia ante este comportamiento. Yo sentí que mi hijo a sus 14 años tenía que saber que en su casa sus padres eran cero tolerantes con el consumo de estupefacientes y pensé que había una familia que tenía un muchacho en riesgo que era el compañerito con el que estaban consumiendo esos brownies. Yo sentí que era mi obligación denunciarlo, entonces cogí el carro, me fui con mi mujer, nos reunimos con la directiva del colegio y denuncié a mi hijo. Por qué, no porque yo sea un mal padre ni porque sea un villano. Sino porque soy un hombre responsable que conoce qué es lo que realmente es correcto con la comunidad y con mi conciencia.
SEMANA: ¿Cuál fue la reacción de su hijo en ese momento y hoy después de hacerse pública su historia?
Federico Ávila: Mi hijo manifiesta un resentimiento profundo por estas cosas que hemos hecho para protegerlo. Él piensa que nuestro amor es doloroso. Él siente que lo que hemos hecho por protegerlo le ha hecho daño, porque lo expusimos ante los tres colegios en donde estuvo estudiando los últimos tres años. Lo tuve que cambiar porque lo expusimos ante los padres de sus amigos, porque lo expusimos ante las autoridades y además de eso lo encerramos en contra de su voluntad en un tratamiento terapéutico.
Y además de eso lo hemos expuesto al escarnio público. Él está ofendido por esta situación. Yo no sé y no conozco quién es el mago con poderes extrasensoriales que pueda entrar en el corazón de mi hijo y hacerlo reflexionar. Él simplemente manifiesta de forma coherente e inteligente que es un consumidor y que tiene derecho a hacerlo. Ahora es mayor de edad y nadie tiene por qué obligarlo. Él ya no vive conmigo. Él ahora es independiente, así que decide sobre su vida. Yo tengo la esperanza de que pronto pueda cambiar de actitud.
SEMANA: A pesar de que usted no vive con él, su hijo lo ha acompañado en la última semana a las visitas que usted ha realizado a Presidencia, a la Policía Antinarcóticos y otras entidades que se han interesado en ayudarlo. ¿Esa disposición que ha tenido él qué le dice del proceso?
Federico Ávila: Yo quiero que vea el tema desde la óptica institucional y que entienda que puede ser un generador de cambio y que su experiencia podría salvar a otros muchachos. Él es consciente que estos riesgos no debe afrontarlo su hermano de 12 años y por eso quiere contribuir y quiere aportar. No quiere dejar de consumir. Lo que quiere es tener la oportunidad de prevenir que otros lo hagan.
Yo no soy psiquiatra ni sé cómo piensa él. Yo simplemente sé que tiene un problema y es que es un pelado inteligente, que tiene un criterio propio y que tiene una personalidad que no se deja manipular. Él es un consumidor y le gusta hacerlo, pero él no reconoce que eso sea una adicción, que sea algo malo para su vida o que le genere alguna afectación negativa. Lo único que lo afecta es la actitud que nosotros como padre hemos tenido al respecto.
SEMANA: ¿Por qué decide contar públicamente la historia que usted y su familia han vivido?
Federico Ávila: Cuando decidí contar mi historia, yo no tenía ni idea ni me había previsto que se iba a formar semejante respuesta tan increíble. Yo lo que quería era que la gente que vive estas realidades conozca un número telefónico para llamar y denunciar a los jíbaros porque yo he vivido personalmente experiencias y no funcionó. Gracias a eso al día siguiente conocí a las personas de antinarcóticos quienes me mostraron la línea 167 y me pidieron ayuda para divulgar este canal porque solo tenían difusión por medio de la Policía. El presidente Duque se dio cuenta por medio de mi caso que existe la línea de atención y han divulgado este número que hoy es un éxito extraordinario. Creo que pude aportar algo puntual y tangible: y es que la comunidad ahora puede conocer una vía telefónica para denunciar.
Ahora, pienso que la experiencia que tuvimos con mi hijo en el colegio cuando denunciamos que él estaba consumiendo, la respuesta y el proceso que tuvo el caso en el colegio fue deficiente y fue por incumplimiento de la ley. Creí que eso tenía que conocerlo el público. Pensé en lo que pasaría si el público sabe que existe ya un protocolo establecido con una ruta de atención a estos casos.
SEMANA: ¿Cuál es esa ruta?
Federico Ávila: Cuando su hijo llegue al colegio y le encuentren marihuana en la maleta, resulta que la Ley 1620 de 2003 del Ministerio de Educación, establece una ruta de atención a ese caso que finalmente puede ser trasladado a las autoridades que correspondan. Pero en mi caso no hubo orientación por parte del colegio para saber a dónde podíamos buscar ayuda y nos tocó aprender solos. Hacer un curso solitos, de prueba y error.
Este tema del consumo de estupefacientes podría prevenirse si desde el colegio se cumple la ley. No hay que inventarse una nueva norma, no hay que inventarse un procedimiento. Y así como pude divulgar la línea 167. Ahora quiero que alguien me escuche y que sepa que existe una ley para que le den un tratamiento adecuado.
SEMANA: ¿Usted qué piensa del decreto que propuso el presidente que permite a la Policía decomisar drogas? ¿Este proyecto podría funcionar?
Federico Ávila: Sí, creo que el decreto del presidente puede funcionar porque tiene un respaldo popular extraordinario porque la gente se está moviendo a denunciar a los narcotraficantes, porque la policía por fin tiene el respaldo de un gobierno que entiende cuál es la necesidad que existe desde el punto de vista judicial o de normas y le ha dado las herramientas para que puedan trabajar sin estar expuestos a la sanción social por hacer su tarea. El decreto de lo que habla es simplemente del decomiso del producto, lo que pasa es que tiene un alcance mucho más allá de lo que políticamente resulta conveniente exponer. Pero lo que yo veo es que el alcance es mucho más ambicioso. Y cuando digo ambicioso me refiero a crear conciencia en la ciudadanía y de la importancia que tiene su participación para resolverlo.
SEMANA: ¿Este proyecto cómo se podría articular con el cumplimiento que usted sugiere de las instituciones educativas a la Ley 1620?
Federico Ávila: Esta ley ordena vincular en el manual de convivencia ese protocolo para seguir la ruta de atención en los casos de consumo estupefacientes. Cuando se presenta un caso de consumo, posesión o comercialización existe una ruta de atención que puede llegar también al Ministerio de Salud por medio de la Ley 1566. Se activa la ruta de atención para que los padres accedan a la E.P.S y soliciten intervención terapéutica si es el caso. Lo que yo estoy diciendo es que es fácil de resolver el tema de orientación hacia la comunidad. No es necesario que cada papá tenga que hacer un diplomado en esto. Lo único que necesitamos es que el colegio cumpla la ley, no más.
SEMANA: ¿Usted por qué cree que esta ruta no funciona o no se aplica?
Federico Ávila: No se aplica por pereza, negligencia o por vergüenza. Este es un tema vergonzante y a un colegio no le conviene estar dentro de las estadísticas de consumo de estupefacientes de sus alumnos. Lo que afecta en imagen a un colegio, lo hace económicamente. No quiere decir que la ley esté mal escrita, en el caso de mi hijo no se aplicó porque yo no sabía que existía. Nosotros no sabíamos a quién acudir y la verdad es que por lo que vivimos en nuestra casa nos tocó aprender a prueba y error porque no sabíamos a quién preguntarle.
Pero ahora ya sabemos que la Policía tiene la infraestructura y el conocimiento para atender los casos, no solamente en el sistema operativo de control sino en el tema de prevención.
Ahora, es más fácil cuando todos contribuimos y aportamos. Lo que estoy diciendo es que el colegio cumpla la ley y no más. Es que si usted se entera que su hijo tenía marihuana en la maleta y el colegio interviene de una manera profesional con el protocolo que corresponde, con la protección, no con el escarnio público, ni señalando el muchacho ,ni expulsándolo, las cosas funcionan mejor. Es orientándolos como se previene. Si usted se entera que su hijo tenía marihuana, usted ya empieza a estar alerta. Lo que llaman de alerta temprana.
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