En la travesía de la vida, nos encontramos constantemente generando ideas, sueños y proyectos que, en su momento, parecen ser el epicentro de nuestro universo. Sin embargo, ¿qué sucede cuando nos aferramos demasiado a ellos? ¿Cuándo es el momento adecuado para soltar y permitir que nuevas oportunidades florezcan?
Recientemente, me topé con una reflexión que resonó profundamente en mí. Sam Altman, CEO de OpenAI, a pesar de estar inmerso en el mundo tecnológico de vanguardia, elige utilizar un cuaderno tradicional para anotar, planificar y reflexionar. Lo más intrigante es su práctica de descartar lo que ya no sirve, liberando espacio para nuevas ideas.
Esta simple pero poderosa acción me llevó a cuestionar cuántas veces nos aferramos a pensamientos, proyectos o relaciones que ya no nos aportan valor. En mi caso, recuerdo haber iniciado un blog con gran entusiasmo, plasmando en él mis pensamientos más profundos. Sin embargo, con el tiempo, me di cuenta de que algunas de esas ideas ya no resonaban conmigo. Fue difícil, pero decidí archivar esos escritos y comenzar de nuevo, permitiéndome evolucionar y crecer.
La sociedad nos enseña a valorar la acumulación: de bienes, de conocimientos, de experiencias. Sin embargo, pocas veces se nos enseña el valor de soltar. Al igual que un árbol necesita desprenderse de sus hojas viejas para dar paso a nuevas, nosotros también necesitamos aprender a dejar ir para renovarnos.
Esta lección también se refleja en la espiritualidad. Muchas tradiciones hablan de la importancia del desapego, no como una renuncia, sino como una forma de liberación. Al soltar, creamos espacio para que lo nuevo entre en nuestras vidas, permitiéndonos estar más alineados con nuestro propósito y esencia.
En el ámbito tecnológico, esta práctica es igualmente relevante. Vivimos en una era donde la información es abundante y las herramientas digitales nos permiten almacenar cantidades ingentes de datos. Sin embargo, la verdadera sabiduría radica en discernir qué es esencial y qué puede ser dejado atrás.
La práctica de Altman nos recuerda que, a pesar de los avances tecnológicos, hay un valor intrínseco en lo analógico, en lo tangible. Escribir en un cuaderno, sentir la textura del papel, tachar una idea y escribir otra nueva, nos conecta con un proceso más consciente y reflexivo.
En mi experiencia, he aprendido que soltar no significa olvidar o menospreciar lo que una vez valoramos. Más bien, es un acto de amor propio y crecimiento. Es reconocer que hemos cambiado, que nuestras necesidades y deseos evolucionan, y que está bien dejar atrás lo que ya no nos sirve para dar paso a lo que sí.
Te invito a reflexionar: ¿qué estás sosteniendo en tu vida que ya no te aporta valor? ¿Qué ideas, proyectos o relaciones podrías soltar para abrir espacio a nuevas oportunidades? Recuerda, el acto de soltar es también un acto de valentía y confianza en el proceso de la vida.
Imagen sugerida para el blog: Una fotografía artística de una mano liberando una hoja al viento, simbolizando el acto de soltar. La imagen transmite una sensación de liberación y renovación, con tonos suaves y naturales que evocan calma y reflexión.
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— Juan Manuel Moreno Ocampo “A veces no hay que entender la vida… solo vivirla con más verdad.”