martes, 30 de septiembre de 2025

Qué es la Revolución Multiespecie?



Hay preguntas que parecen pequeñas, pero cuando las piensas bien te cambian la mirada.
“¿Qué es la revolución multiespecie?” es una de esas.
Porque no es solo una tendencia, ni una moda de redes sociales. Es una forma distinta de entendernos.
Una manera de vivir que no te pide que renuncies a ser humano, sino que te invita a reconocer que no estamos solos en la experiencia de sentir.

Crecí en un hogar donde siempre hubo animales cerca. Perros, gatos, pájaros que mi abuelo rescataba y liberaba cuando podían volar. De niño creía que era algo natural, casi inevitable. Pero con los años me di cuenta de que no era solo costumbre, era un acto político y espiritual: vivir reconociendo al otro como legítimo, aunque no hable mi idioma.

Hoy, cuando hablo de la revolución multiespecie, no me refiero a casas llenas de patitas corriendo —aunque también puede ser así—, sino a un cambio en nuestra forma de mirar. Se trata de ver a los animales no humanos como miembros reales de nuestras familias, con emociones, historias y derechos propios. Se trata de derribar la idea de “mascota” como objeto y abrazar la idea de “compañero” como sujeto.

En España, esta realidad está creciendo. Según el INE (2022), cerca del 40 % de los hogares ya conviven con al menos un animal. Y en 2022 llegó un hito histórico: los animales fueron reconocidos legalmente como seres sintientes. Esto significa que ya no son “cosas”, sino sujetos de derechos, con capacidad de sentir y, por tanto, dignos de respeto. Ese cambio legal es apenas la punta del iceberg de un cambio cultural enorme.

En Colombia, aunque la legislación avanza más despacio, ya se sienten vientos similares. Cada vez más personas exigen leyes que protejan a los animales, que garanticen su bienestar y que castiguen el maltrato. Y más allá de la ley, se empieza a notar un cambio en la conversación: los animales son parte del nosotros.

La revolución multiespecie también tiene una dimensión íntima. No es solo política. Es emocional.
Cuando tu perro te mira y ambos liberan oxitocina —la misma hormona del amor que se libera cuando abrazas a alguien querido— no es un dato de curiosidad, es un recordatorio de que somos especies distintas con un mismo mapa emocional. Nagasawa et al. (2015) lo demostraron en Science: la mirada mutua entre perros y humanos aumenta la oxitocina en ambos, fortaleciendo el vínculo.

Esto, en la práctica, significa que cuando compartes tu vida con un animal no humano, no solo estás dando cuidado, también estás recibiéndolo. Te ayuda a regular tu estrés, a moverte más, a estar presente. Westgarth et al. (2017) mostraron que quienes viven con perros caminan un 30 % más que quienes no, y no solo por obligación: el movimiento compartido mejora la salud mental y física.

Pero la revolución multiespecie no es solo cuidar. Es aprender a leer.
Cada animal tiene su lenguaje: gestos, posturas, silencios, miradas, pausas. Aprender ese idioma es como aprender un lenguaje secreto lleno de amor y complicidad. Evita malentendidos, fortalece el vínculo y transforma la convivencia.

No es casualidad que muchas personas lleguen a Amigo de ese ser supremo en el cual crees y confías buscando respuestas espirituales y terminen hablando de sus animales. La espiritualidad y la convivencia multiespecie no están tan lejos. Ambas parten de reconocer el misterio del otro.

Y sí, la revolución multiespecie también implica responsabilidad.
Implica entender que no basta con alimentar o vacunar.
Implica respetar tiempos, espacios y emociones.
Implica dejar de ver a los animales como proyectos de perfección y empezar a verlos como sujetos con ritmos propios.
Implica reconocer que, a veces, necesitamos aprender —o desaprender— para cuidar mejor.

A mí me pasó.
Con mi primera perrita creí que “educar” era imponer. Con el tiempo aprendí que educar era acompañar. Que en lugar de moldearla a mi gusto, debía aprender su lenguaje, su carácter, su historia. Y al hacerlo descubrí algo: no solo se transformó ella, también me transformé yo.

Esta revolución no sucede en abstracto. Sucede en cada casa, en cada paseo, en cada mirada. Sucede cuando eliges no pegar, cuando eliges esperar, cuando eliges aprender antes de castigar. Sucede cuando te preguntas no “¿qué me da mi perro?” sino “¿qué necesita mi perro?”.

Algunas personas me han preguntado si esto no es “exagerado”. Si no estoy “humanizando” a los animales. Yo creo que no. Lo que estamos haciendo es animalizarnos un poco más nosotros: reconocer que no somos tan distintos, que la vulnerabilidad y la emoción no son exclusivas de la especie humana.

En ese sentido, escribir en Mi Blog personal y en Bienvenido a mi Blog me ha permitido ver cómo mucha gente que antes veía a los animales como un “extra” en su vida ahora los ve como un “centro”. Y cuando eso pasa, cambia también la forma en que se relacionan con otros humanos. Se vuelven más empáticos, más atentos, menos violentos.

Estamos viviendo una revolución hermosa: la revolución multiespecie.
No tiene banderas, ni partidos, ni líderes únicos. Se vive en el día a día, en la decisión de adoptar en vez de comprar, en la paciencia de educar sin violencia, en la alegría de compartir silencios. Es una forma de vida en la que el respeto, la comprensión y el cariño son la base.

Si estás pensando en ampliar tu familia con un nuevo compañero peludo o ya formas parte de esta maravillosa realidad, recuerda que tu vida cambiará para siempre. No será solo más alegre. Será más consciente. Será más humana en el mejor sentido.

Gracias por formar parte de esta bonita revolución peluda. Gracias por leerme, por cuestionarte, por no conformarte con medias verdades y buscar tu propio camino.

Con muchísimo cariño,

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Juan Manuel Moreno Ocampo

“A veces no hay que entender la vida… solo vivirla con más verdad.”

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