Tres cóndores han sido envenenados en dos días en Santander.
Preocupa su conservación, especialmente en los Andes nororientales.
Hay preocupación por el futuro del cóndor en Colombia por diversos factores. Expertos como Luis Germán Naranjo, ornitólogo y director de Conservación y Gobernanza de WWF Colombia, aseguran que se juntan múltiples condiciones: “La pérdida y transformación de su hábitat natural, los páramos, sumada a la disminución de su alimento natural (cadáveres de animales medianos y grandes de los altos Andes, como danta de páramo, venados de cola blanca, venados soches), la persecución por los humanos y la perturbación de sus sitios de anidación configuran un escenario poco favorable para la especie”.
A esta situación de alarma se suma el registro reciente del envenenamiento de tres aves en el páramo de Almorzadero, en Santander. Julio Aguirre, decano de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Corporación Universitaria Remington en Medellín, donde se hicieron los análisis, afirma que en el caso de una hembra y un macho adultos se encontraron componentes tóxicos (organofosforados, anticoagulantes y piretrinas) y en el de un cóndor joven macho, anticoagulantes y piretrinas.
Con este panorama, ¿es posible que dejen de existir? En Colombia, uno de los países en donde se distribuye el cóndor andino (Vultur gryphus), se registraron solo 63 aves en 84 sitios, según el último censo realizado entre el 15 y el 17 de febrero de este año por la Fundación Neotropical, Parques Nacionales, Wildlife Conservation Society (WCS) y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). Aunque esto no significa que son los últimos en el país, sí evidencia que sus poblaciones se están reduciendo.
Según los datos que arrojó el censo, 16 cóndores fueron registrados en la Sierra Nevada de Santa Marta, La Guajira y serranía de Perijá; 34 en Santander, Norte de Santander y Boyacá; siete en el Parque Natural Los Nevados; tres en el Parque Natural Puracé y tres en el Resguardo Indígena Chiles Cumbal (Nariño).
Para Fausto Sáenz, de la Fundación Neotropical, “el hecho de encontrar menos de 100 cóndores quiere decir que hay muy pocas parejas reproductivas, y eso es grave. Además, encontramos en los datos de proporciones de edad que por cada dos adultos hay menos de un juvenil, entonces no están naciendo suficientes cóndores. Y sus amenazas tienen un efecto muy fuerte en sus poblaciones. Por ejemplo, es posible que con una carroña envenenada puedan morir alrededor de 12 cóndores”.
Justamente, por la disminución en su población y por ese bajo registro de juveniles es que el experto de la Fundación Neotropical dice que sí están en grave peligro. Un viejo conflicto
Naranjo explica que primero hay que entender que la extinción es el destino último de cualquier especie. “Llegará el día en que se acaben los cóndores, hagamos lo que hagamos. La cuestión es cuándo. Podemos hacer que la especie sobreviva mucho tiempo si cuidamos sus hábitats, si evitamos perturbarla, si no la perseguimos... Pero aun así, puede ser necesario reforzar su población con reproducción en cautiverio y repoblación de hábitats propicios para la especie”, explicó Naranjo.
Uno de los conflictos más antiguos en los ecosistemas de alta montaña se ha dado entre las aves rapaces como los cóndores y los humanos. Por desconocimiento, temor y represalias, los humanos han cazado o envenenado el cóndor andino, una de las aves más grandes y emblemáticas de Suramérica. Por estos comportamientos, entre otros, sus poblaciones vienen decreciendo, por lo que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lo cataloga como vulnerable en la Lista Roja.
Su situación en los Andes del norte es todavía más grave y en Colombia está registrado como en peligro crítico.
De acuerdo con Fausto Sáenz, existen pocos estudios y monitoreos sobre las muertes por envenenamientos de los cóndores; no obstante, “en un ejercicio desde la fundación que se inició hace 10 años han registrado que en una década han muerto 10 cóndores. Sin embargo, por ejemplo, este año se registraron tres en un mismo lugar”, contó. Su importancia
Los cóndores cumplen un papel fundamental en la naturaleza, pues al ser aves carroñeras son “limpiadoras naturales” de los ecosistemas donde habitan. De acuerdo con Sáenz, esta especie disminuye las probabilidades de que el hombre se contagie de enfermedades provenientes de la carroña, también disminuye probabilidad de contaminación del agua con los restos de animales.
Entender esta importancia tanto para los ecosistemas como para la vida humana no solo se logra con educación ambiental, advierte Sáenz.
“En las zonas donde más se presenta este conflicto es en los Andes nororientales, porque el cóndor coexiste con comunidades muy vulnerables, que tienen poca asistencia técnica, donde no hay alternativas y tienen muchas restricciones en el páramo. Entonces, tienen sus animales sueltos, por lo que es más fácil para el cóndor atacarlos. La pérdida de un solo animal doméstico representa un grave problema para ellos. Si no se les asiste, el conflicto seguirá”, concluye Sáenz.