Después de dos años del ataque, los agresores pidieron perdón.
Cuatro de los cinco cachorros que quedaron huérfanos murieron a causa de la falta de su madre.
En septiembre de 2018, un grupo de jóvenes mortificó y mató a un puma hembra que había dado a luz a cinco cachorros. El hecho se dio en la provincia de Córdoba, Argentina. En su momento, los atacantes filmaron la agresión y el video se viralizó a raíz de la indignación que generó en la comunidad.
La comunidad y la policía se movilizaron y no fue difícil localizar a los responsables. Uno de ellos, el único mayor de edad, fue detenido. En el procedimiento, se recuperaron los cinco cachorros, que estaban en distintas casas. Se los habían repartido entre ellos, a modo de botín.
Después de un día de haber quedado huérfanos, llegaron a las manos de Kai Pacha, la mujer que lidera la reserva natural Pumakawa, dedicada a la conservación ambiental de especies autóctonas en detrimento numérico o en riesgo de extinción en la región centro de Argentina.
En un principio se pensaba que ninguno de los cachorros rescatados iba a sobrevivir.
"Cuando llegaron, todavía con el cordón umbilical y los ojos cerrados, ya presentaban bronconeumonía y estaban muy débiles. Lamentablemente, y a pesar de todos nuestros esfuerzos y máximos cuidados, cuatro de ellos murieron", dijo Kai Pacha al diario argentino 'La Nación'.
Solo sobrevivió una hembra, que fue bautizada como Talita.
Talita fue la única sobreviviente y resistió con una enorme fuerza de voluntad su primer mes
Mientras Talita peleaba por su vida, en Pumakawa tomaron la decisión de escribir una carta dirigida a los jóvenes que perpetuaron el ataque a la puma. Los invitaron a reparar de alguna manera el daño porque su condición de menores de edad no permitió que fueran judicializados por la ley Argentina.
La acción propuesta fue sembrar 10.000 árboles nativos bajo la provisión de semillas del banco de Pumakawa. Debían devolver 5.000 plantines (el producto de una siembra especial realizada en los viveros bajo el cuidado y manejo de ingenieros especialistas) a la reserva y, con el resto, comenzar un vivero de venta de plantines para obtener recursos. La municipalidad local, junto a algunas de los madres y hermanas de los chicos aceptaron.
El día que los jóvenes visitaron la reserva los recibió Kai Pacha y un grupo de voluntarios.
"Nos abrazamos al conocernos, somos de carne y hueso, personas moldeadas por la cultura y de molduras diferentes. Nos podemos juzgar, podemos mostrar otra forma de mirar y eso ofrecimos durante la jornada. La hora más intensa fue la de conocer a Talita. Los chicos quedaron en silencio hasta emocionarse con lágrimas. Escuchamos a uno de ellos pedirle perdón. Le decía por lo bajo que no se había dado cuenta lo que había hecho. No es casual que si tratamos a la fauna silvestre como algo ajeno a nosotros y la dejamos en un circuito marginal, hagamos lo mismo con los adolescentes en situación de riesgo”, agregó Kai Pacha
Para Pumakawa no hay chicos asesinos, sino chicos que piden ayuda a gritos y a 'palazos', y que simplemente buscan aceptación