Algunos padres creen que las preocupaciones de sus hijos son menores. Pero para ellos hasta una pelea con su amiga pueden ser un drama que derive en depresión. Estos son los temas que más les inquietan.
Las angustias de los jóvenes son muy diferentes a las de un adulto y por ello en muchas ocasiones sus padres piensan que son irrelevantes y que las sobrepasarán fácilmente. Pero para ellos que una amiga les haga un desplante o ser rechazados por el grupo puede ser el fin del mundo. Según María Elena López, psicóloga de familia, los adolescentes viven con altos niveles de estrés y resulta preocupante que recurren al alcohol, el cigarrillo y las relaciones sexuales ocasionales para reducirlo.
Los padres solo ven los síntomas: la agresividad, los silencios, la rebeldía. Pero detrás de esas emociones hay muchos miedos que necesitan ser resueltos. Conocer las fuentes de intranquilidad es importante porque permite hablar con ellos con mayor precisión. Sentir que no llenan las expectativas académicas de los padres es un ejemplo. “Para ellos está situación es como cuando los adultos no le dan la talla al jefe. Les afecta la autoestima y pone en duda el amor que los padres sienten por ellos”, dice López.
En ocasiones los padres son hipervigilantes, pero otras veces minimizan estos problemas y creen que cualquier cosa que les preocupa se les va a pasar. Si no se aborda el tema es posible que haya frustración. “Evita que un problema escale y se vuelva mayor o que genere conductas inadecuadas”. Según López, la adolescencia es cuando necesitan más apoyo de los adultos porque esos sentimientos “rápidamente se pueden convertir en un estrés severo que les afecta todos los aspectos de la vida”. Hablar, además, ayuda a conocerlos mejor. Estos son los temas que con más frecuencia los jóvenes refieren como fuentes de estrés:
Redes sociales
La generación de jóvenes actual es la primera que ha crecido con teléfonos inteligentes y redes sociales. Para algunos, estos fenómenos tecnológicos podrían estar detrás del aumento de casos de depresión a esta edad. Si bien es cierto que las relaciones entre sus pares siempre han sido un motivo de preocupación, especialmente porque ellos sienten la presión de ser atractivos y queridos por los demás, con las redes sociales dichos asuntos han sido amplificados a niveles que rayan con la ansiedad. Esto se debe a que estas redes tienen medidas de popularidad en tiempo real a través de los “me gusta” y el número de seguidores de sus cuentas en dichas redes. Con estos aparatos es mucho más factible que puedan saber cuándo han sido excluidos de una actividad social por sus amigos o compañeros del colegio. “En las redes creo que hay más estrés que placer”, dice López. Según la experta, en estos espacios ellos deben sortear situaciones como “mantener una imagen, estar conectados todo el tiempo, no perderse de nada y hasta lidiar con desconocidos”, dice.
La presión por ser los mejores
Los jóvenes tienen una alta presión por el éxito en la medida en que su mundo se vuelve muy competitivo. En concreto les angustian las tareas pero en gran medida los exámenes debido a la gran presión de los padres y la familia por ser exitosos en el colegio. Hay que sacar buenas notas en el colegio para ganarse uno de los pocos cupos en la mejor universidad. Una vez allí deben preocuparse por ser los mejores para conseguir un buen puesto en las mejores empresas. “Las altas exigencias de los padres les angustian mucho”, dice López. A los adolescentes les preocupa su futuro pero no saben cómo manejar esa angustia. “Quieren las comodidades de vivir bien pero al mismo tiempo no le invierten mucho tiempo al tema”.
En otras palabras se debaten entre la presión de tener un buen desempeño escolar pero sin dejar a un lado el disfrute y la diversión. Jessica Feinberg, una trabajadora social de Estados Unidos dice que los jóvenes se hacen a menudo la pregunta “¿tendré éxito?, ¿Qué necesito para tener lo que quiero? ¿Estoy haciendo lo necesario para lograrlo?”
El rumbo del mundo
Los expertos en psicología señalan que esta generación es una de las más vulnerables frente a los problemas que sufre el planeta. Problemáticas como las matanzas en las escuelas, que pueden ver en tiempo real a través de sus cuentas en Twitter y Facebook, están en su lista de preocupaciones. También les angustia las condiciones desfavorables en que viven ciertos países como Siria. “Les inquieta aunque sea por un ratico”, dice López. También les preocupa el medioambiente, y por ello son más conscientes que los adultos de temas como protección de la fauna y flora silvestre, la deforestación y el cambio climático.
La sexualidad
Para los adolescentes gran parte de sus temores gira en torno a las relaciones sociales con sus amigos y con sus parejas. También les preocupan las relaciones de sus padres. Según López, las peleas que sus papás sostienen, la separación y el divorcio les generan gran desasosiego. A esto hay que sumarle el tema del sexo. No solo está la difícil decisión de perder la virginidad sino “como manejar el tema frente a los amigos. Es una información que comparten de manera abierta y se ven presionados a dar cuentas de cómo van en ese asunto”, señala López Como si lo anterior no fuera suficiente, los jóvenes también se angustian por su orientación sexual. Muchos dudan sobre en cuál de todas las categorías de LGTBI encajan. Los que ya lo saben sufren por cómo afrontarlo. “En principio ellos dicen, chicaneando, que el sexo es flow (un flujo), que no es nada que los inquiete, pero realmente no es así. La identidad sexual no es un tema light porque entre otras cosas ellos no pueden esconder estos asuntos con el sexo opuesto”, señala. Explica que esto se debe a que en las experiencias sexuales hay mil versiones de sus pares sobre cómo actuar, cuáles son los riesgos reales, qué es normal y qué no, y ellos no saben a cuál creerle, lo que es otro motivo de angustia.
Los desafíos de la vida
Hay retos de la vida que preocupan en todo momento y la adolescencia no es una excepción. Los expertos señalan que a los jóvenes les preocupa del presente la falta de tiempo, tener muchas actividades y no poder evacuarlas a tiempo y sentirse poco preparados para algo. También les angustia la falta de sueño. Esto se debe a que pierden mucho tiempo en el día con sus teléfonos móviles y otros aparatos digitales o a que se acuestan a dormir con esos dispositivos encendidos y eso les quita el sueño. Cuando ponen la vista en el futuro les inquieta el momento de dejar el colegio y entrar a la universidad o si lograrán conseguir trabajo y valerse por sí mismos. La psicóloga María Elena López también agrega temas como el manejo su libertad y sus emociones, la autoestima, la muerte de un ser querido especialmente si es de su edad, no crecer mucho, la situación económica de los padres, que trabajen mucho. “Los veo más preocupados que despreocupados”, concluye.
Si sospecha que su hijo está estresado, trate de hablar con él y determinar si es debido a alguno de estos temas. Si logra identificar la causa será más fácil ayudarles a manejar el estrés que les genera. Hay que recordar que cuando la angustia permanece por un periodo largo puede incidir en el bienestar de su hijo. Por eso, si su intervención no sirve, no dude en pedir ayuda profesional ya sea en el área de la piscología o de psiquiatría. Si no tiene acceso a estos profesionales, apóyese en los consejeros del colegio.