miércoles, 6 de diciembre de 2017

Qué hacer y cómo reaccionar si un niño es desobediente y no escucha?

Primeramente, debemos preguntarnos el porqué de ese comportamiento, que puede darse en diferentes situaciones que antes no nos habíamos planteado, como por ejemplo:
Tiene su propia opinión, sus intereses, sus propios puntos de vista y sus preferencias.
Puede estar enfadado o mostrando cualquier otra emoción negativa.

Ante estas situaciones podemos actuar de 3 estilos diferentes:
Autoritario: Suprimimos totalmente la voluntad del niño. No inculcamos la necesidad de hablar y escuchar sus necesidades y únicamente nos comunicamos en forma de órdenes.
Democrático: El niño forma parte de la situación, pudiendo dar su opinión y mejorando la comunicación con los padres.
Mixto: Mezcla entre los dos sistemas anteriores.


Reglas y normas de educación en la infancia

Debemos marcar determinadas reglas, prohibiciones o restricciones, de tal manera que el niño sea capaz de incorporarlas a su comportamiento de manera fácil.
Reglas flexibles y bien delimitadas. Las más básicas pueden ser “no pegar”, “no romper”, “no subirse a la mesa”, etc. Si el niño nos pregunta por qué no hay que hacer eso, hay que tener en cuenta que la respuesta “porque lo digo yo” no es la más adecuada, lo mejor es decirle una razón coherente como “es peligroso” o “puedes hacerte daño”, siendo siempre eso lo más acertado.
Con el paso del tiempo, algunas limitaciones pueden suavizarse, por lo que en determinadas situaciones o circunstancias es posible que podamos cambiar ciertas reglas.
Las necesidades del niño y de los padres deben seguir el mismo ritmo: Si un niño quiere saltar en los charcos que lo haga, pero siempre y cuando use botas de goma o lo que consideres necesario como padre.
Las reglas deben ser habladas por los padres: Si la madre dice una cosa y el padre dice otra, el niño no entenderá cuáles son sus reglas exactamente.

¿Cómo debemos actuar si es desobediente?

Tenemos 3 vías para resolverlo:
Hablarle de manera tranquila y reconsiderar sus necesidades si es realmente necesario.
Ignorar su comportamiento y no prestar atención.
Distraer su atención mostrándole o hablándole de algo diferente e interesante. Esto es lo más recomendado para niños pequeños ya que, si les castigamos, no entenderían los motivos.

El problema de los castigos

A menudo educamos a nuestros hijos de la manera que nos educaron a nosotros de pequeños, pero tenemos que tener en cuenta las experiencias que tuvimos en nuestra infancia, los temores, los resentimientos o las frustraciones que sufrimos por ello.

Castigo físico: Un niño enfadado puede cometer cualquier acción inapropiada sin querer o sin pensar realmente en ello. Si el niño, por ejemplo, rompe cualquier objeto y se pone a llorar, debemos tranquilizarle y luego discutir lo que pasó. Lo único que aporta un castigo físico en un niño es la intimidación, la humillación y que se insulte a sus sentimientos. Primeramente debemos de calmarnos y tranquilizarnos, seleccionando un castigo adecuado al problema.
El aislamiento: Encerrarle en una habitación o contra una pared no es la mejor solución. Una alternativa sería excluirlo o no prestarle atención de actividades o juegos cooperativos que estuvieran haciendo durante un período corto de tiempo.
Las amenazas: No son nada útiles y pueden mermar la autoestima del niño. Lo mejor sería contar al niño historias de su niñez, pero sin mentir o embellecer. De esa manera entenderá que todo el mundo comete errores, y podrá sentir su apoyo y comprensión.
Castigarle realizando tareas de casa u otra actividad que no le agrade: Nunca debemos de hacerlo de esa manera, nunca, ya que puede adquirir una actitud negativa hacía esa actividad. Por ejemplo, castigarle con lavar los platos, ponerse a estudiar, etc. Lo mejor es privarle de hacer cosas interesantes en vez de las que no. Por ejemplo, entradas para ir al Zoo a un Museo, ir a ver una película en el cine o leer alguno de sus libros favoritos.

Recuerda explicar al niño, siempre, cómo va a ser castigado y por qué. No explicarse bien en este tipo de situaciones solo puede llevar a la confusión y a una actitud aún más negativa que la que diese origen al castigo.