La cifra aumentó 11,3 por ciento frente al año anterior a la pandemia.
Según el Dane, 10,2 millones de trabajadores (51,1 % del total) recibieron un mínimo o menos.
La gran parte de los trabajadores colombianos no tienen estudios o solo han llegado a terminar el bachillerato y, en su mayoría, no alcanzaron a ganar ni la mitad de un salario mínimo el año pasado en medio del inicio de la pandemia, es decir, poco más de 400.000 pesos.
De acuerdo con los datos de la fuerza laboral y educación que reveló recientemente la Gran Encuesta Integrada de Hogares (Geih), que elabora el Dane, algo más de la mitad de los empleados colombianos, es decir, 10,2 millones de personas, ganaron el año pasado ingresos equivalentes a un salario mínimo o menos. Esto representa el 51,1 por ciento de la fuerza laboral ocupada que en 2020 llegó a 20,1 millones de personas.
Al desglosar esta cifra encontramos que 6,1 millones, lo que supone el 30,6 por ciento de los ocupados, no recibieron ni siquiera la mitad de un mínimo, es decir, 438.900 pesos al mes, y que el número de personas que obtuvo esos ingresos aumentó 11,3 por ciento frente al año previo a la pandemia. Los otros 4,1 millones de trabajadores (el 20,5 por ciento) ganaron entre medio mínimo y un mínimo, que el año pasado se ubicó en 877.803 pesos.
Si bien el 45 por ciento de los empleados sí recibieron más de un salario mínimo, 4,9 millones de personas (24,7 por ciento del total) ganaron menos de un mínimo y medio, y solo 4,1 millones (20,6 por ciento) realmente pudieron acceder a más de un sueldo mínimo y medio en Colombia, lo que representa una caída de 23 por ciento frente a los datos del 2019, cuando no había pandemia.
¿Renta estudiar?
Sin embargo, la cosa cambia en función de los estudios de las personas. Aunque por lo general, a mayor nivel, más probabilidad de ganar mejor sueldo, también hay casos en los que las personas que van a la universidad ganan menos de uno o medio salario mínimo. Sobre todo, cuando inician su carrera laboral, lo que lleva a muchas de ellas a cuestionarse si renta o no estudiar debido a la elevada inversión que se debe realizar.
En Colombia hay bastante informalidad laboral y no se valora la formación técnica y tecnológica, que representa un sector productivo importante.
Aparte de lo que se paga por una carrera, que puede llegar perfectamente a estar por encima de los 80 millones de pesos para algunas carreras en varias de las universidades del país, los que no cuenten con los recursos suficientes tendrán que pedir un crédito al Icetex y al final su salario de arranque será poco más de un salario mínimo, dependiendo de las profesiones y cada caso.
Según Luz Karime Abadía, codirectora del Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana, el salario aumenta en proporción a la formación y experiencia laboral; sin embargo, la edad también determina esa proporción, pues hay un punto en el cual, cuando un individuo cumple una edad máxima en la que, a pesar de tener buena formación y trayectoria laboral, ya no puede aumentar más su sueldo (teoría de la campana invertida).
“En Colombia hay bastante informalidad laboral y no se valora la formación técnica y tecnológica, que representa un sector productivo importante. En el país, los datos de salarios según la preparación académica son sensibles a los extremos de formación y experiencia laboral; por ejemplo, hay individuos con mucha preparación académica sin empleo o casos de profesionales que ganan un poco más del mínimo. Además, en la actualidad se debe tener en cuenta que los salarios varían no solo según la formación, sino también por la experiencia laboral, que puede ser valorada en mayor o menor medida para determinadas posiciones”, manifestó Abadía.
Según los datos del Dane, lo que se puede concluir es que el 46 por ciento de las personas que no estudiaron nada no ganaban ni siquiera medio salario mínimo el año pasado. Esta proporción fue de 29 por ciento para los bachilleres, de 16 por ciento para los técnicos y tecnólogos y de 9 por ciento para los universitarios o que tienen posgrado.
Al contrario, el 84 por ciento de las empleados universitarios tuvieron la posibilidad de ganar más de un salario mínimo en adelante el año pasado. Esta probabilidad fue de 68 por ciento para los que son técnicos o tecnólogos, de 47 por ciento para los bachilleres y de 24 por ciento para los que no tienen estudios o solo completaron la educación básica.
De acuerdo con Abadía, los trabajos de un salario mínimo para arriba exigen contar con algún título profesional, mientras que los empleos con rangos salariales más bajos no, en especial en el sector informal.
“La educación superior es una inversión que tiene retornos a largo plazo. Los estudiantes hacen una inversión hoy y esperan al graduarse conseguir trabajos con mayores salarios, recuperando la inversión en algunos casos. Es importante que la educación en la que se invierte sea de calidad; de lo contrario, no se van a tener los retornos salariales esperados, pues no se adquieren las habilidades requeridas”, dijo.
Escasean los altos cargos
Solo 551.000 de los trabajadores eran directores y funcionarios públicos.
Del total de ocupados el año pasado, la mayor parte de los trabajadores fueron por cuenta propia, que son los que están más relacionados con la informalidad. En concreto, el Dane estableció que el 62,8 por ciento de los que no tienen ningún nivel educativo pertenecen a esta posición.
Por su parte, el 58,7 por ciento del total de empleados que completaron la educación técnica profesional o tecnológica se desempeñaban como obreros o empleados particulares.
Respecto a los oficios, la entidad estadística destacó que de los 20,1 millones de ocupados el año pasado, la mayor parte, en concreto 5,2 millones de personas, fueron trabajadores y operarios no agrícolas (26,2 por ciento). Después aparecen 3,4 millones que se desempeñaron como empleados de servicios (17 por ciento) y 3,3 millones trabajaron en el sector agropecuario y forestal (16,7 por ciento).
Otros 3,3 millones eran comerciantes y vendedores (16,6 por ciento), 2,3 millones de empleados fueron profesionales y técnicos, 1,5 millones se desempeñaban como personal administrativo y solo 551.000 personas eran directores y funcionarios públicos.¿Cuántos trabajadores han ido a la universidad?
Según los datos de fuerza laboral y educación de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (Geih), del total de 20,1 millones de personas que estuvieron ocupadas el año pasado, más de 8 millones, es decir, casi el 40 por ciento, no tienen ningún tipo de estudio o solo cuentan con la educación básica primaria.
Otros 7 millones son bachilleres (35,2 por ciento), 2,2 millones son técnicos, profesionales o tecnólogos (11,2 por ciento) y 2,7 millones (13,8 por ciento) tienen educación universitaria.
Estos últimos se dividen así: 1,9 millones fueron a la universidad (9,5 por ciento) y 886.000 tienen algún tipo de posgrado (4,3 por ciento).
1,9 millones de los trabajadores fueron a la universidad (9,5 por ciento) y 886.000 tienen algún tipo de posgrado (4,3 por ciento).
Según Iván Jaramillo, investigador del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, los bajos niveles de formación superior tanto en la oferta como en la demanda derivan en problemáticas para la formación permanente que demanda el contexto de progresiva automatización y robotización del empleo y el sistema productivo.
“Esta situación puede generar problemas para la adaptación del sistema laboral y la protección del empleo fundada en la formación permanente, en el contexto de la progresiva automatización”, explicó Jaramillo.
Según el experto, el tránsito a los esquemas de educación por competencias y habilidades (solución de problemas complejos, pensamiento crítico, competencias digitales) supone la demanda de incorporar fórmulas de aprendizaje permanente en la formación para el trabajo para reducir los impactos de la automatización de actividades sobre el empleo.
Con esta fuerza laboral actual, las empresas ya han empezado a reportar escasez de talento. Según un estudio elaborado hace unos meses por la firma ManpowerGroup, el 70 por ciento de los empleadores en Colombia manifiesta en estos momentos dificultades para encontrar talento con las habilidades que necesitan. Además, las empresas se enfrentan ahora con dos nuevos retos adicionales que no tenían antes: la flexibilidad en los horarios y las nuevas modalidades de trabajo.
De acuerdo con este estudio, a medida que la disrupción tecnológica se ha acelerado, mucho más con la aparición de la pandemia del covid-19, los empleadores buscan la combinación de habilidades técnicas y fortalezas humanas. En concreto, los roles más demandados en estos momentos son: operaciones y logística, marketing y ventas, administración y apoyo administrativo, manufactura y producción, y recursos humanos.
Esta escasez de trabajadores, sobre todo de las empresas más sofisticadas, se debe, según el economista Eduardo Lora, a los problemas de educación de la fuerza laboral. “Los programas de capacitación no están adecuados a las empresas y además no hay tanto reconocimiento o está también visto estudiar programas de formación técnica o tecnológica”, aseguró.
Carreras técnicas, clave para la reactivación
De acuerdo con un reciente estudio elaborado por el Banco Mundial, los programas técnicos de educación superior pueden ser una herramienta eficaz en momentos de crisis como la actual pandemia del covid-19, en que millones de personas en los países de América Latina y el Caribe necesitan entrenamiento laboral y adquirir nuevas habilidades para insertarse de manera urgente en el mercado formal de trabajo.
Estos obtienen buenos resultados en términos de empleo. Sin embargo, la oferta de carreras técnicas no tiene todavía el desarrollo de otras regiones y su calidad es desigual.