Los detalles de este fascinante viaje se plasmaron en una crónica con personajes tan diversos como el mismo océano.
Barco Esperanza de Greenpeace en el río de la Plata en Uruguay.
¿Cómo es vivir durante meses en un barco que recorre los océanos del mundo, llevando un mensaje de urgencia de protección de estos ecosistemas marinos?
Los detalles de este fascinante viaje desde Uruguay hasta Argentina se plasmaron en una crónica radial a través de las voces de los personajes que son tan diversos como el mismo océano. RCN Radio/La FM fueron testigos por cuatro noches de la cotidianidad en el barco Esperanza de Greenpeace, que viaja por el mundo desde hace 17 años.
Desde entonces, la ONG internacional de medio ambiente recopila información y denuncias a través de estos viajes por el mundo, sobre los daños a los ecosistemas marinos que hacen las distintas actividades económicas, como la explotación de petróleo y la pesca industrial sin control.
Esta vez, el viaje es de Polo a Polo en el Océano Atlántico. Llevan casi un año navegando y se considera el viaje más extenso en la historia de esta ONG.
"El Atlántico Sur está en peligro por la pesca industrial que destruye el hogar de la ballena franca austral y de otras especies icónicas", comenta la argentina Luisina Huesos, directora de Campaña de Greenpeace Andino.
Reporta que "las pesqueras se han convertido en un depredador insaciable para esta región, tanto así que todos los años se instalan más de 400 buques para arrasar sin ningún control con la vida marina. Su objetivo es pescar principalmente merluza negra y calamar para vender como productos de lujo a mercados de países ricos mientras hacen uso de técnicas devastadoras, sumamente dañinas y nocivas para el ambiente".
Algunos personajes
Uno de los personajes que viajan a bordo es el brasileño Felipe Pimentel. Trabaja como marinero y desde hace tres años vive en medio del agua y muy pocas veces en tierra.
Felipe cuenta que los brasileños "tenemos una cultura del toque. Tocamos, abrazamos, besamos y acá es distinto".
Este brasileños, quien alcanza casi los 40 años de edad, asegura que "ha tenido que adaptarse a las distintas culturas que llegan al barco": taiwaneses, japoneses, mexicanos, ingleses, colombianos, rusos, ucranianos y demás.
Felipe, además, ha sabido resaltar en medio de tanta diversidad. Tiene tatuadas sus dos piernas con personajes de cartoon. Los dibujos más visibles, el del 'Chavo del Ocho' y 'la Chilindrina'.
Otro personaje es la Chilena Macarena Vargas. Tiene 34 años y es su primera vez en un barco. Ella es voluntaria de Greenpeace desde cinco años y encontró en el Esperanza una oportunidad "de salir de mi zona de confort".