Desde niño, los perros han sido parte de mi vida. Algunos llegaron como compañeros de juegos y otros como fieles guardianes, pero cada uno dejó una huella única en mi corazón. Recientemente, leyendo sobre la última etapa en la vida de los perros (RCN Radio), reflexioné sobre lo mucho que podemos aprender de ellos, incluso en sus años finales.
La vida de un perro es breve en comparación con la nuestra, pero está llena de momentos intensos. Esas etapas finales no solo son un recordatorio de la fragilidad de la vida, sino también una oportunidad para devolver todo el amor y la lealtad que nos dieron. La última etapa de un perro puede variar dependiendo de su raza, tamaño y cuidado. Generalmente, comienza alrededor de los 7 años en perros grandes y de los 10 en razas pequeñas. Es un período donde necesitan más atención, cariño y paciencia.
En mi blog, "Reflexiones desde el corazón", he hablado de cómo nuestras decisiones hacia los que amamos, sean humanos o animales, reflejan quiénes somos. Estas etapas son una oportunidad para devolver ese amor en forma de cuidados especiales, visitas regulares al veterinario y la adaptación de nuestro hogar para su comodidad.
El valor de estar presentes
Cada perro envejece de manera diferente. Algunos mantienen su energía hasta el final, mientras que otros comienzan a necesitar más descanso. Recuerdo a uno de mis perros, quien en sus últimos años no podía correr como antes, pero sus ojos seguían mostrando ese brillo de lealtad inquebrantable. Lo más importante que aprendí fue que estar presente, con paciencia y comprensión, hace toda la diferencia.
La conexión emocional con nuestros perros no se limita a los buenos momentos. También está en las noches en vela cuando no se sienten bien o en esos paseos más lentos que se convierten en meditaciones caminadas. En "Pequeños gestos, grandes cambios", mencioné cómo la paciencia y el amor incondicional son lecciones que nuestros compañeros de vida, como los perros, nos enseñan sin decir una sola palabra.
Preparándonos para el adiós
Hablar de la última etapa de un perro también significa aceptar que el adiós es inevitable. Este proceso no es fácil, pero puede ser hermoso si lo vemos como una oportunidad para agradecer y honrar la vida que compartimos con ellos. A veces, la despedida se da de manera natural, pero otras veces, debemos tomar decisiones difíciles. En esos momentos, es importante escuchar a los expertos, como veterinarios, y guiarnos por el bienestar de nuestro amigo.
Desde una perspectiva más espiritual, como comparto en "La conexión con ese ser supremo", despedir a un perro no significa el fin del amor, sino un cambio de su forma. Ellos permanecen en nuestros recuerdos y en las lecciones que nos dejaron.
Un llamado a la acción desde el corazón
Si tienes un perro en su última etapa, este es el momento para demostrar todo lo que significa para ti. Asegúrate de que cada día esté lleno de amor, compañía y pequeños momentos que puedan disfrutar juntos. Y si alguna vez sientes que necesitas apoyo o consejos, estoy aquí para ti.
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