viernes, 13 de diciembre de 2024

Por qué los jóvenes están abandonando el campo en América Latina?


El mundo está cambiando, y con él, las aspiraciones de los jóvenes. Desde las historias de mis abuelos sobre la vida en el campo hasta los debates actuales en las redes sociales, hay una verdad que no podemos ignorar: muchos jóvenes en América Latina están dejando el sector agrícola. Según un informe reciente de la CEPAL, se estima que más de 1.2 millones de jóvenes en la región podrían abandonar el sector agrícola en los próximos años. Este dato no es solo una estadística, es un reflejo de los retos, pero también de las oportunidades que enfrentamos como generación.

La agricultura, aunque fundamental para la economía y la vida diaria, no siempre es vista como una opción atractiva para quienes buscamos estabilidad y crecimiento. Muchos jóvenes sienten que el campo no les ofrece lo que necesitan para alcanzar sus metas. La falta de acceso a tecnología moderna, la desconexión con las oportunidades digitales y el limitado apoyo económico son factores que nos alejan. Sin embargo, también creo que aquí hay una oportunidad única para transformar el sector, y nuestra visión como jóvenes es esencial para lograrlo.

Desde mi perspectiva como alguien que ha aprendido de la vida y las historias de otros, veo que esta transición no tiene que ser negativa. Si bien es cierto que el campo enfrenta retos, también hay un potencial increíble para el cambio. La tecnología puede ser nuestra aliada. Desde drones que monitorean cultivos hasta aplicaciones que conectan a agricultores con mercados internacionales, el futuro del sector agrícola podría estar en nuestras manos. Lo que necesitamos es acceso, educación y una visión clara de cómo podemos ser parte de esa revolución.

Además, es importante reconocer que el campo no es solo un lugar de trabajo, sino también un espacio de identidad y comunidad. Dejarlo atrás no debería significar desconectarnos de nuestras raíces. Al contrario, debemos encontrar maneras de integrarlo en nuestras vidas modernas. Es un desafío, sí, pero también es una oportunidad para reconectar con lo que somos y lo que queremos construir.

Si miramos hacia adelante, creo que la clave está en el equilibrio. Podemos buscar oportunidades en las ciudades o en sectores digitales, pero sin olvidar el papel vital del campo en nuestras vidas. Y, sobre todo, debemos apoyar a quienes aún ven el campo como su hogar y su futuro. Juntos, podemos construir un panorama donde nadie tenga que elegir entre sus sueños y sus raíces.

En este camino, la educación y el acceso a recursos serán esenciales. Es aquí donde como generación podemos marcar la diferencia. No se trata solo de criticar el sistema, sino de participar activamente en su transformación. Con el acceso adecuado a tecnología, capital y conocimiento, el campo podría convertirse en un lugar atractivo para quienes buscan innovar y crear.

Quiero invitarte a reflexionar sobre este tema y a buscar maneras de apoyar iniciativas que promuevan el desarrollo agrícola sostenible. Si tienes dudas o te interesa profundizar en este tema, no dudes en contactarme: