Cuando hablamos de viajar, muchas veces nos concentramos en el destino, las fotos que queremos tomar o las aventuras que nos esperan, pero rara vez pensamos en el arte de empacar como una parte esencial del proceso. Sin embargo, a lo largo de los años y con la experiencia de mi familia y amigos, he aprendido que preparar una maleta no es solo una tarea logística, sino un acto que refleja nuestra forma de ver y vivir cada viaje.
Empacar bien es como construir una historia. Todo empieza por preguntarte: ¿Qué quiero lograr con este viaje? Si se trata de una escapada corta, la clave está en minimizar y priorizar. Opta por ropa que sea versátil y que puedas combinar fácilmente, sin importar el clima o la ocasión. En cambio, para viajes largos, se trata de prever y adaptarte, porque la maleta se convierte en tu pequeño mundo móvil.
Es curioso cómo un simple proceso como el de empacar nos conecta con la planificación y, a la vez, con nuestra espontaneidad. No se trata solo de meter cosas en una bolsa; es pensar en escenarios, en las emociones que quieres vivir y en cómo cada elemento que incluyes puede marcar una diferencia. Una prenda que tiene historia, un objeto que te recuerda a alguien especial o un pequeño detalle que puede ser la solución a un imprevisto.
Desde la perspectiva de un joven como yo, nacido en 2003, viajar no es solo moverte de un lugar a otro; es aprender, explorar y, sobre todo, conectar. Y empacar forma parte de ese aprendizaje. Por eso, siempre recomiendo pensar en capas: no solo de ropa, sino también de posibilidades. Esa chaqueta puede ser lo que te proteja del frío y, a la vez, el accesorio perfecto para una foto memorable. Esos zapatos cómodos no solo son para caminar, sino para recorrer historias.
En mi experiencia personal, también hay un toque de minimalismo. He aprendido que menos es más. Llevar lo necesario no significa ir desprovisto, sino estar enfocado en lo que realmente importa. Además, empacar ligero te da la libertad de moverte sin preocupaciones y, al final, disfrutar más del camino.
La tecnología también juega un papel importante. Hoy en día, con apps de organización, puedes planificar mejor lo que llevas y no olvidarte de lo esencial. Además, tener un espacio para esos souvenirs que inevitablemente querrás traer de vuelta es fundamental.
Al final del día, lo que guardamos en la maleta no son solo objetos, sino una parte de nosotros mismos. Cada elección cuenta una historia, y cada viaje es una oportunidad para crear recuerdos que se quedarán con nosotros para siempre.
¿Quieres mejorar tus habilidades para empacar y vivir cada viaje al máximo? Conéctate conmigo y compartamos experiencias que te ayudarán a hacer de cada maleta un reflejo de tus sueños y aventuras.
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